Si había un género sin explotar que está teniendo su auge seriéfilo ése es el de la ciencia ficción. Pero no la ciencia ficción per se, si no un subgénero conocido como distopía. ¿Y qué es una distopía, se preguntará alguno? Pues bien, es (momento pedante on) una versión de la sociedad negativa, normalmente ambientada en un futuro que suele ser no muy lejano (momento pedante off).

Ejemplos de distopía hay muuuchos, muchísimos. Intentando ceñirnos al universo televisivo tenemos a la archiconocida Black Mirror, uno de las mejores distopías que se pueden encontrar en la actualidad en el mundo televisivo. Y ha aterrizado directamente en la red The man in the high castle, producida por Amazon y de la cual su piloto está disponible desde enero.

Os contamos nuestras primeras impresiones de la serie de Amazon.

Los clásicos antecedentes no tan breves. La serie está basada en la novela del mismo nombre de Philip K. Dick (spoilers del piloto a partir de aquí) La historia nos sitúa en los años 60 en un mundo donde la II Guerra Mundial no la ganaron los aliados (bueno, para la serie los estadounidenses, que son muy suyos para estas cosas), sino la Alemania Nazi. Estados Unidos (que es el único país del mundo afectado por esto parece) ha quedado dividido en tres zonas: al este gobierna Alemania, al oeste Japón y el centro es zona neutral. Tenemos por un lado a Joe Blake (Luke Kleintank), un joven de Nueva York  que busca unirse a los rebeldes (nota: casi todas las distopías incluyen unos rebeldes, mire usté qué cosa). En el otro extremo se encuentra Juliana Crain (Alexa Davalos), estadounidense de San Francisco perfectamente adaptada a la cultura japonesa a pesar de ciertas cuitas de su pasado. Completa el triángulo protagonista el político japonés Nobusuke Tagomi (Cary-Hiroyuki Tagawa), que sigue extraños métodos para tomar sus decisiones… (fin de los spoilers)

Man in high castle 2

Nueva York, en un universo paralelo

Dicho lo cual… El piloto lo es en toda la extensión de la palabra. Si bien en ciertos momentos se hace demasiado largo y tedioso, destaca por su valentía. La historia comienza a bocajarro, sin ningún tipo de introducción previa, y es el espectador el que debe intuir qué sucede en el mundo mediante los pequeños detalles que se van dejando ver. De estos detalles destacan lo subversivo de algunos, como la bandera estadounidense que aparece al inicio o la conversación del protagonista Joe Blake con el policía sobre la «lluvia» (sabréis a lo que me refiero cuando lo veáis). La ambientación (años 60, recordemos) funciona bien, sin alardes ni licencias excesivas e incluso permitiéndose un guiño a clásicos como Indiana Jones. Respecto a las actuaciones, se puede decir lo mismo: se limitan a acompañar la historia, sin más. Tampoco es que los protagonistas tengan una profundidad emocional (de momento) excesiva. Eso sí, me gustaría destacar el papel de dos secundarios; por un lado el del siempre simpático DJ Qualls, que deja su toque personal en los pocos minutos que aparece. Por otro el de — como malo malisísimo, papel que resulta el más creíble de todos.

¿El mayor problema de The man in the high castle? El  momento en el que está hecha. Las distopías dependen en gran medida del momento en que son creadas. Esta historia tiene años, y se nota y puede no enganchar como otras de corte más actual. Pero no deja de ser una premisa interesante, un planteamiento bien construido al que merece la pena darle una oportunidad, Y es que los y si… siempre son entretenidos, incluso los televisivos.