Probablemente os habréis dado cuenta de que desde hace unos meses, la comunidad trans está en el centro de atención en USA. Series como Transparent, por ejemplo, se han llevado toda la atención de la crítica en estos meses incorporando de forma esencial en la historia a personajes trans. Y otras series, como Orange is the New Black, Sense8 o incluso The Fosters, han dado unos pequeños pasos incorporando actores trans para interpretar a estos personajes. Este reconocimiento de una comunidad tan tremendamente olvidada e ignorada se ha trasladado por supuesto también al mundo de la no-ficción televisiva.

Hace unos meses hablé en esta misma página sobre Becoming Us, un reality de la cadena ABC Family sobre Ben, un adolescente hijo de una mujer trans, y cómo iba haciéndose al día a día de la transición de la persona que hasta ese momento había sido su padre. Como comenté, Becoming Us no era un gran reality, no era uno de los indispensables. Pero sí que era algo con muy buenas intenciones.

Y no se ha quedado solo, sino que han ido siguiendo sus pasos otros realities con las mismas buenas intenciones, pero probablemente bastante mejor llevados. Y así, en estas últimas semanas, el universo trans realitiero se ha expandido con dos realities que, ya sí que sí, deberían considerarse un must.

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El primero de ellos ha sido I Am Cait. El reality de e! sigue a Caitlyn Jenner y es también del que más eco se han hecho los medios. Este es uno de esos realities que ha hecho que incluso gente algo reacia a ver este tipo de programas se haya animado a echarle un vistazo, aunque sea por simple curiosidad. Porque I Am Cait no es un reality cualquiera, es un reality sobre Caitlyn Jenner, una persona con una notoriedad importante y que durante estos últimos meses ha sido un claro centro de atención.

Por supuesto, yo también tenía una cierta curiosidad, pero no necesariamente por el mismo motivo. Aunque sí con una base similar. Me explico: no tengo el más mínimo interés en la vida de personas famosas. No tengo nada en contra ni a favor de quien sí, simplemente no es algo que por lo general me interese. Así que cuando veo realities, suelo ir siempre a aquellos que no giran alrededor de famosos de ningún tipo. Sin embargo, I Am Cait tenía un punto interesante que partía al fin y al cabo del hecho de que su protagonista fuera una persona con una cierta notoriedad y mucho privilegio.

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Caitlyn Jenner se ha convertido para muchos en la cara de la comunidad trans. Es en la persona que piensan cuando sale el tema. Y eso tiene cosas buenas, por supuesto, porque una mayor representación lleva a una menor ignorancia. Pero al mismo tiempo, tiene sus inconvenientes. Principalmente que Caitlyn Jenner no es una mujer trans cualquiera; es una mujer trans con una vida muy privilegiada, y con acceso a unas oportunidades y facilidades con las que buena parte de la comunidad trans tristemente solo puede soñar.

Es por eso que tenía mis dudas, pero es también por eso que I Am Cait me ha sorprendido gratamente. El reality protagonizado por Jenner no tiene miedo de mostrar el contraste y salir de su propia burbuja. Es capaz de sacar a Caitlyn de su privilegio y mostrar muchas realidades diferentes, marcándolas especialmente por ese contraste. Deja muy claro que la situación de Caitlyn Jenner tristemente no es la norma. Y da así un mensaje que debería convencer al más reacio a los realities a ver su valor.

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El segundo reality viene de la mano de la cadena TLC (me decís hace un tiempo que iba a ir por ahí recomendando un reality de TLC más allá del fascinante mundo de Extreme Couponing y no me lo creo) y, por seguir un poco con la moda de la estructura de los títulos, se llama I Am Jazz.

I Am Jazz gira alrededor de Jazz, una adolescente trans, y su familia. Y este es un reality que de verdad me ha sorprendido mucho y que ha acabado convirtiéndose en una de las sorpresas más agradables del verano. De hecho, es este el que, si tuviera que recomendar solo uno, os empujaría a ver. En sus episodios de veinte minutos (emiten dos semanalmente), I Am Jazz da una visión muy honesta de la vida de Jazz y su familia, de una forma que no resulta en ningún momento forzada ni artificial.

Ayuda mucho el hecho de que se trate de una familia tan tremendamente normal, con unos padres de lo más coherentes, una visión que tan tremendamente rara es, no solo en el mundillo de los realities, sino en la televisión en general. Son unos padres muy normales y con dos dedos de frente, que han criado a unos hijos de lo más normales. En su centro, por supuesto, el reality tiene a Jazz, que sí, a veces es una adolescente un poco redicha, pero es ante todo una adolescente muy reconocible. Y con un punto de madurez e inocencia que resulta muy entrañable.

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En la absoluta naturalidad de todas las situaciones y momentos que van presentándose en los episodios, es muy positivo ver el apoyo hacia ella de toda su familia, así como el de todas sus amigas. Igual que lo es la relación de los cuatro hermanos, tan natural y real como pocas de las que se pueden ver en televisión. Y, por supuesto, el ver a unos padres tan con los pies en la tierra, mandando un mensaje estupendo.

Pero igual de natural es la presentación de los miedos de Jazz, de los miedos de sus padres. I Am Jazz intenta mostrarnos su propia realidad, una realidad muy consciente de todo aquello a lo que a veces se ha tenido que enfrentar Jazz y aquello a lo que probablemente va a tener que volver a enfrentarse, en un mundo que no siempre va a estar de su lado. Sus episodios son siempre muy positivos, pero al mismo tiempo son capaces de tener los pies en la tierra, y eso hace que I Am Jazz sea un programa especialmente a tener en cuenta.

Claramente, el mundo realitiero es algo que demasiado a menudo descartamos sin molestarnos en conocer. Es muy fácil meter a este tipo de programas en la categoría de telebasura y pasar de largo. Pero lo cierto es que muchas veces el mundo realitiero tiene algo que contar, y no está de más escuchar. Y conocer joyitas como estos dos programas que deberían entrar desde ya en vuestra lista de imprescindibles de este verano.