Si me preguntaran por las series que me llenan, Anatomía de Grey (Grey’s Anatomy) estaría entre las primeras, sin lugar a dudas. ¿El motivo? Tal vez lo hayas oído en multitud de ocasiones, pero no por ello deja de ser menos cierto: en cada capítulo Grey´s te hace llorar, te hace sentir y te hace apreciar a cada uno de sus protagonistas, a pesar de sus múltiples errores. Siempre nos deja los sentimientos a flor de piel, y todavía hay gente que se pregunta por qué la serie cuenta ya con doce temporadas (y sigue a la altura). La cancelarán en breve, decían. Esos sí que saben menos que Jon Snow.
La temporada doce ha sido, a decir verdad, demasiado tranquila para tratarse de Shonda, aunque no por eso menos intensa. Porque, queridos lectores del Reino, con la Diosa Shonda nada está asegurado (excepto su imperio y su posible dominación mundial); sabemos a ciencia cierta de lo que es capaz (tiroteos, aviones que se estrellan, accidentes de tráfico) y precisamente por eso si eres sensato no respirarás tranquilo ni un segundo del capítulo (esto se multiplica por mil cuando se acerca el final).
En esta ocasión, la finale ha sido diferente a lo que estamos acostumbrados. No, no estás en una realidad paralela: Shonda no ha matado a nadie, yo también lo he visto, no eran alucinaciones tuyas (¡puedes pedir un deseo! No sabemos cuándo se volverá a repetir este acontecimiento histórico). Aunque reconozco que aposté porque un camión atropellara a Penny, de todas formas no siempre tiene que morir alguien para que la Grey’s finale sea apoteósica. ¡Comentemos!
[AVISO: No intentes compensar tu carencia de drama llenándote los ojos de spoilers si aún no has visto el capítulo. Cuidado. Detente, no hagas ninguna tontería].
EMBARAZOS Y DISCUSIONES

«¿Alguien ha dicho bebés? MI ESPECIALIDAD»
Doce temporadas son pocas para la relación Shonda-bebé. Siempre me la he imaginado redactando el guion con sonrisa diabólica hasta que alguien le pone la mano en el hombro y le advierte: «Shonda, no», lo que en su cabeza es un «¿cómo? ¿Qué me estás contando? Será un no… por ahora».
Esta temporada la natalidad le ha vuelto a tocar a April y Jackson. Si la gota que terminó de torcer su relación fue lo ocurrido en torno a su primer bebé, Samuel (aunque todo el mundo sepa que la culpa fue del egoísmo extremo de April), ahora, entre juicios y órdenes de alejamiento, April se quedó embarazada de nuevo.
Eso, en nuestra mente se traduce en ¿te has quedado embarazada y trabajas en el Grey-Sloan Memorial? ¡¡Pues prepárate a sufrir!! De verdad, uno de los mayores miedos en mi vida es despertar dentro de esta serie y tener que dar a luz, porque allí los partos normales se dan menos que Emily Fields sin novia.

«Por algo es la jefa»
Desde que vimos a Warren en escena con April, preveíamos su second chance: estaba cantado que sería el encargado de salvarla para resarcirse de lo que le valió el suspenso de seis meses (¿ambulancias? Aficionados…). La escena de la cesárea estremece, pero es necesaria, tanto para April y Jackson, que -por fin- parecen tener su rayito de esperanza (¿tendremos #Japril pronto?), como para Warren, que ha tenido una cura de humildad y vuelve a contar con el apoyo de Bailey. Por cierto, Bailey ha sido la encargada de realizar un poco de crítica social. Si hace un tiempo escuchamos su ya casi mítico «I am woman. Hear me roar» esta temporada nos ha demostrado que sigue teniendo los ovarios muy bien puestos.
CAMBIOS
Alex es uno de los personajes que más ha evolucionado en Grey’s desde sus inicios. No sé si os pasa pero siempre que veo la madurez, la honestidad y la bondad de Alex pienso en que alguna vez fue un crío prepotente y a la defensiva, insoportable para muchos, pero al final se ha convertido en uno de los imprescindibles.
Sin embargo, no sé qué tiene Shonda contra él, con lo que ha pasado. Entiendo que dar un paso tan grande es una situación difícil para Jo, pero él la lleva esperando meses y le ha demostrado mucho. A ver, Jo, hay que ser imbécil, quiero decir nos imaginábamos la razón por la que no te querías casar, pero no compitas con Bran en cagarla, mujer: ¿dónde queda la confianza? Hay otras alternativas, pero la de ocultar algo así, por muy duro que sea, no me parece lo más lógico. Ojalá que su metedura de pata no sea un pretexto para que en la T13 DeLuca no lo cuente o haya acabado con un daño irreparable en las manos. Shonda, diosa, escucha nuestras plegarias, ése no es el camino.
En cuanto a Arizona… Ay, Arizona, a Shonda se le ha olvidado alguna vez que otra ponerte la pierna que corresponde, pero, tranquila, nosotros también alguna vez no te quisimos tanto y, bueno, te llamamos alguna que otra cosilla sin importancia.
Pero esta temporada Arizona ha estado que se sale, sobre todo después de ese juicio de madres en el que esperábamos la aparición estelar de Annalise Keating interrogando a Penny y demostrando que es la culpable de todo. Pero no pudo ser, era demasiado bonito.
Callie jugó sucio contra ella ante los tribunales, y a pesar de su actitud desagradecida, la empática Arizona ha demostrado lo gran persona que es y su gran corazón (¿le quedará algún huequecito para que algún día tengamos #Calzona de nuevo? Por pedir…).
IMPULSOS

#ImFreakingLoveAmelia
Quienes hemos visto a la otra Shepherd en Private Practice sabemos que ya iba siendo hora de que no todo en su vida fueran tragedias. ¿Por qué? Porque Amelia es AMOR (desconfía de aquellos que no lo creen) y nos rompen el corazón sus escenas llorando. No puede ser que tanta gente le dé la espalda a esta mujer, sabemos que otras veces salió mal, sabemos sus recaídas, sus errores, pero ¿hacerle el vacío?
Menos mal que estaba Owen para salvar la situación. Aunque la sombra de Cristina debía aparecer, era un hecho con lo que significó para Owen y para Meredith, y con lo poco segura de sí misma que es Amelia.

«Si salgo corriendo otra vez es para matar a mi estilista. No me esperéis»
Uno de los momentazos del último capítulo ha sido precisamente gracias a su inseguridad. Esa cara de Webber al verlas salir corriendo no tiene precio. En el fondo, la huida les ha venido muy bien a las tres, para hablar de segundas oportunidades, entender que no siempre hay que tragarse los sentimientos y que a veces el amor, que no conoce fronteras, llama más de una vez.
Y después de esta mini reflexión cargada de arcoíris, aprovecho para comentar algo crucial: ¿no había un vestido y un peinado más feo para la boda de Amelia? ¿Era necesario empeñarse en envejecerla? ¿Quién habrá sido su estilista, el mismo que Aria Montgomery?
Por otra parte, si hablamos de impulsos tenemos que hablar de Meredith, que esta temporada ha estado mucho más fresca en actitud y comentarios (y ha pasado del modo vibración, que decía Callie, al vivo y en directo cuatro veces en una noche). Sí, amigos, porque esta temporada ha ocurrido eso que muchos esperábamos que pasara desde que Riggs se incorporó a la serie.
Hay que pensar en que Meredith ha visto a una de sus personas más cercanas con todo lo que ella ha querido alguna vez y es genial alegrarse por la felicidad de los demás, pero también es muy duro lo que le ha pasado a Mer, y ver a todas esas parejitas felices, por ejemplo, el día en el que su amigo se deshace de la última «reliquia» de Derek no debe ser fácil. Meredith se hace la dura, a veces es bipolar, a veces lo paga con quien menos lo tiene que pagar, pero para eso está Riggs: para decirle las verdades.
Lo siento,
anuncio de Mr Wonderful andante Maggie, él no es para ti, aunque se avecina tormenta. ¿Se pelearán Meredith y ella por el cardiólogo? ¿Veremos a la hermana desaparecida de Owen, Megan, y se complicará la relación de Meredith, a lo Alisson con Derek? Pase lo que pase, la escena del final entre Meredith y Riggs mirándose es exactamente igual a la de la boda de Izzie y Alex entre Meredith y Derek: un guiño a los amores de tu vida. Nos quedamos con eso.
DESPEDIDAS
Aunque no me estaba gustando nada el giro que estaba tomando Callie (Sara Ramírez) últimamente (y eso que es un personaje al que adoro), sé que probablemente se trataba de una estrategia de Shonda para hacer cuerpo de cara al final. Aun así, no quita que sea injusto que tengamos que hacernos a la idea de su despedida de manera tan precipitada y sin ningún tipo de homenaje por parte de nadie.
Al menos su personaje no ha tenido una trama totalmente cerrada al final del último capítulo y, si no volviese nunca más se la hubiesen dado, como se ha hecho con todos. Así que tenemos esperanza en que Sara Ramírez reaparezca pronto por la serie.
Hasta entonces, echaremos de menos su sentido del humor desde que comenzó en Grey’s Anatomy, hace ya diez temporadas, hasta el final, sus comentarios nos daban la vida y su forma de ser, más. Echaremos de menos su impulsividad, su voz espectacular (Shonda, ya va tocando otro capítulo musical, ¿qué tal para su vuelta?), su talento como cirujana ortopédica, a Calzona, a sus improvisaciones y, por supuesto, a sus bailes en ropa interior. Porque Calliope Torres llegó a nuestras vidas bailando.
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