Alias ​​Grace es, en la superficie, un verdadero drama criminal. La miniserie de Netflix, nos presenta otra adaptación de un libro de la escritora Margaret Atwood (autora de The Handmaid’s Tale, serie que se desprende de una obra de esta prolífera autora). En esta oportunidad, la trama sigue la historia de Grace Marks (Sarah Gadon) una joven inmigrante irlandesa-canadiense, pobre y marginada, que termina siendo declarada culpable de asesinato en 1843.

¿Grace Marks acusada injustamente?

Para la realización de esta novela la escritora investigó sobre la vida de Grace Marks, quien realmente fue acusada de los asesinatos de  Thomas Kinnear (Paul Gross), y de estrangular a su ama de llaves/amante Nancy Montgomery (Anna Paquin). Dando como resultado una obra basada en hechos reales con toques de ficción.

Pero más allá del aire misterioso de la novela, Alias Grace, es una oda al poder de la narrativa subjetiva femenina, así como una exploración de los efectos residuales de una situación traumática.  A su vez, el punto central de esta miniserie, es mostrar el viaje de una mujer en un mundo de hombres, donde es acosada, maltratada y se espera que permanezca callada sobre ello. La serie se desarrolla en retrospectiva, teniendo como punto de partida a Grace después de 15 años de prisión, y en el transcurso de sus entrevistas con el psiquiatra ficticio Simon Jordan (Edward Holcroft).

Durante estas sesiones, nuestra protagonista (pequeños spoilers sobre la trama) relata su viaje por mar desde Irlanda hasta Canadá, perdiendo a su madre en el camino. Grace pronto deja atrás a sus hermanos menores y a su abusivo padre para trabajar como empleada doméstica en una casa prominente. Allí, desarrolla un estrecho vínculo con la carismática e inteligente Mary Whitney (Rebecca Liddiard). Eventualmente, una tragedia que involucra un aborto ilegal deja a Grace descorazonada y endurecida. Estas escenas nos demuestran el poco control que tenían las mujeres de esa época sobre su destino.

Mary una parte esencial para entender a Grace

Por otra parte, tal como era de esperarse, esta segunda adaptación de Atwood ha sido comparada con la primera –The Handmaid’s Tale– y aunque Alias Grace carece del impulso narrativo de su predecesora (tal vez por ser demasiado «cerebral» para generar mayor expectación de la gran audiencia). Mary Harron y Sarah Polley, han hecho una adaptación más gratificante que The Handmaid’s Tale de Hulu. Puesto que esta se basa en imaginar cómo los derechos de las mujeres podrían retroceder en una distopía. Mientras que Alias ​​Grace presenta este mismo escenario pero explícitamente mostrando cuán oscura e implacable era la sociedad contra las mujeres. En estos términos, Alias ​​Grace es más perspicaz que The Handmaid’s Tale, aunque más sutil y lenta.

En el apartado técnico, la serie cuenta con el guión de Sarah Polley, quien ha logrado preservar la ambigüedad de la novela, y el elemento característico de las obras de Atwood: la narración introspectiva. Alias Grace, se nutre y se sostiene gracias a la voz en off de Grace, quien es una narradora poco confiable por excelencia, pero la actuación matizada de Sarah Gadon rebosa precisión incluso cuando encarna la naturaleza voluble de la verdad.  A esto se une, la exquisita dirección de Mary Harron (American Psycho).  Quien nos da una cinematografía llena de escenas luminosas en las sombrías cocinas y bodegas de las casas señoriales victorianas. Usando trasfondos góticos para lograr darnos momentos de autentico terror  como el asesinato en sí, que se repite a lo largo de la serie. 

La cinematografía exquisita de Alias Grace

Sin embargo, lo más destacable de Alias Grace, es la forma en la que se describen los procesos de pensamiento de Grace Marks. Harron a menudo hace primeros planos de Gadon, que están casi centrados pero no del todo, dejando a los espectadores ligeramente desorientados. Por su parte, Sarah usa sus grandes ojos para atraernos durante estas tomas. Resultándonos tan evasiva para los espectadores como lo es para el Dr. Jordan.