Vale, lo reconozco, soy fan de las series que todo el mundo sabe que van a cancelar. Lo hago de forma inconsciente, lo prometo, pero es ponerme el piloto de una nueva serie y saber que estamos predestinadas, que lo nuestro será eterno. Pero el público en general, las audiencias y los señores encargados de cancelar series en las cadenas parecen no pensar lo mismo que yo. A veces tengo suerte, como con BrainDead, y puedo disfrutar de una temporada completa. Pero otras no suelto tener más de los 3-5 episodios de rigor. Y con We The Jury la cosa se complica porque, de momento, no se sabe si pasará del episodio piloto. Así son en la BBC, dándome alegrías.

Tampoco os dejéis engañar por mi escasa fortuna con las series porque We The Jury, con sólo un episodio, ya es una de las comedias más divertidas que se han estrenado este Septiembre. Y van unas cuantas. La nueva sitcom de la BBC escapa al trending topic de la temporada, parece que a los guionistas no les ha llegado el mail interno con el asunto «Series_Sobre_Madres_Solteras_Conciliando_Vida_Laboral_Familiar_y_Personal» y gracias a ello nos presentan una serie con tintes judiciales.

El popular cómico británico James Acaster abandona los escenarios para escribir un piloto que cuenta la historia de William (Edward Easton), un parguela inocentón de la vida que vive en casa de su madre esperando la gran oportunidad que cambie su suerte. Porque el ser humano está hecho de sueños y esperanzas y el papafrita William sólo quiere seguir los pasos de su padre y convertirse en jurado popular. Y ya sabemos que veces los sueños se hacen realidad porque el día de su cumpleaños recibe una llamada para ser parte del jurado ¡de un juicio por asesinato!

Y mientras el resto de integrantes del jurado mueren en su veneno por haber sido seleccionados y se lo toman como si tuviesen que estar en la mesa electoral un 25 de Diciembre, William se enfrenta al proceso con la misma ilusión con la que Aria Montgomery visita el eco-parque de Rosewood buscando materiales para reciclar y convertir en complementos.

En esta revisión bizarra de 12 hombres sin piedad (12 angry men) vamos a conocer a muchos personajes, además de descubrir qué sucede cuando metes en una misma habitación, bajo presión, a individuos que jamás se hubiesen relacionado entre ellos de manera voluntaria en la vida real. Aunque en el piloto sólo conocemos a unos pocos miembros del jurado lo cierto es yo ya me he enamorado de los personajes (el loser, la octogenaria, la hipster del Bronx) y de las situaciones absurdas que nos han presentado (el jurado aplaudiendo en pie al fiscal cada vez que presenta su alegato, el despido del dibujante por no retratarles suficientemente guapos en el estrado) y sólo puedo pedirle a los Dioses de la renovación que dejen de odiarme por un momento.

Estamos ante una sitcom coral que no puedes dejar pasar si te ha gustado Superstore o en su día fuiste amante de Community (#SixSeasonsAndAMovie). Si lo que te interesan son los dramas legales, los pormenores de un juicio por asesinato y el peso de la Justicia recayendo sobre los malhechores… pues mira, mejor no. Si eres estudiante de Derecho también es posible que haya un par de cositas que te molesten, como la reiterada violación del secreto de sumario, que se refieran al acusado como «culpable» en todo momento o que, de hecho, los 12 miembros del jurado se vayan de fiesta para celebrar que han sido elegidos, utilizando para ligar la conocida táctica del «¿sabes que soy jurado en un juicio por asesinato?». Aparcad el Baile del Serrucho porque revelar los detalles más macabros de la investigación policial es el nuevo truco infalible para pillar cacho.

La recomendación es casi obligatoria, merecéis conocer al personaje de Wolf y ver cómo los miembros del jurado perrean en una discoteca fumando marihuana la noche antes del juicio. Posiblemente jamás conoceremos el destino del acusado por asesinato pero, seamos sinceros, esa trama es la de menos. Dadle al play y dejad que os posea el espíritu del «once a juror, always a juror». Porque ser jurado es como entrar en Gran Hermano y en la casa de Guadalix: une mucho y todo se magnifica.