De entre todos los géneros habituales en el mundillo televisivo, hay uno que siempre tiene una facilidad maravillosa para engancharnos. Caso a caso, más o menos serializadas, las series de médicos siempre tienen la mitad de la batalla ganada nada más que con su propia premisa. Muy mal lo tienen que hacer para ser absolutamente infumables, al menos si se lo preguntas a alguien que tenga tanta facilidad para tragarse todas las series de médicos posibles y seguir sin tener suficientes.

Aun así, a veces da la sensación de que muchas se quedan simplemente en la premisa y al final acaban siendo todas un poco iguales. Con sus excepciones, claro. Porque se le podrán poner todas las pegas del mundo a Shonda y a sus shondadas, y podrá o no gustar Grey’s Anatomy, pero lo cierto es que lo que no podemos hacer es quitarle los muchos méritos que tiene. A pesar de estas series de médicos que sí que nos valen para quitarnos el mono. De todos modos y como ya digo, la gran mayoría acaban quedándose en una especie de masa uniforme que vemos porque obviamente íbamos a verlas, pero que tampoco aportan mucho más.

Con esto en mente, y queriendo probar suerte a ver si conseguía encontrar alguna otra excepción a la regla, aproveché mi parón navideño y mi reciente cariño por las cosas canadienses para echarle un vistazo a Saving Hope. Una serie de la que, por cierto, vi el piloto allá por 2012 cuando todavía la emitían también en la NBC, pero decidí no seguir por exceso de series (que sí, que a veces pasa). El caso es que se me había quedado un poco al fondo en la memoria, con esa mezcla curiosa de Grey’s Anatomy y Ghost Whisperer que era, y llevaba ya un tiempo queriendo darle otra oportunidad.

Ahora, cuatro temporadas más tarde, habiéndome puesto completamente al día después de uno de los maratones más disfrutables que he hecho en los últimos años (y después de tener que acostumbrarme a ver lo que quedaba de temporada semana a semana), puedo deciros que vosotros también deberíais darle una oportunidad a Saving Hope. Y aquí os dejo cinco razones.

 

Sus  personajes y sus relaciones

El piloto de Saving Hope no es, ni de lejos, justo con la serie en sí. A los pocos episodios, ya hemos conseguido conocer a la gran mayoría de los personajes principales, y saber lo suficiente de ellos como para ser conscientes de qué es lo que los hace diferentes y por qué nos deberían interesar. No es una serie llena de personajes antipáticos, además. No busca antihéroes, ni gente molesta. Y aunque muchos de ellos puedan tener sus faltas, se hace muy difícil no tenerles cariño. Ayuda a todo esto que todo tipo de relaciones (no solo románticas, sino de amistad y cualquier cosa que se sitúe en un punto medio) entre ellos fluyan de una forma bastante natural, con lo que al final no nos resulta nada forzado cuando al cabo de tres temporadas nos damos cuenta de que hay personajes que literalmente han tenido una relación con la mitad del hospital.

Shonda light, Shonda no tan light

Saving Hope no intenta disimular en absoluto que bebe de la serie de Shonda. Sin ser exactamente igual, hay muchas cosas en ella que nos la van a recordar. Y eso incluye esas situaciones que solo podíamos describir como shondadas varias. Muchas de ellas nos van a parecer poca cosa, una especie de Shonda light comparado con lo que conocemos. Pero esperad a llegar al final de la tercera temporada, y entonces me contáis.

Casos interesantes

Todos sabemos que los casos interesantes, curiosos y diferentes hacen que toda serie de médicos mejore. Si sois como yo, básicamente a veces son la principal razón por la que veis series de este estilo. Que vale que lo mío es un caso extremo (es decir, de pequeña me leía los libros de medicina de mi madre como si no hubiera un mañana), pero aun así. Y últimamente me da la sensación de que hemos visto tantas series de médicos que ya nada nos va a resultar ni medianamente diferente. Y ahí es donde Saving Hope me sorprendió muy gratamente. Porque sí, tiene casos bastante interesantes. No todos, obviamente, pero el ratio es bastante favorable. Y yo encantada, claro.

Fantasmas. Es un hospital con fantasmas

Que sí, que cuando os digo que es una mezcla de Grey’s Anatomy y Ghost Whisperer lo digo totalmente en serio. Porque a raíz de lo que ocurre en el piloto, uno de los personajes principales puede comunicarse con fantasmas y con gente que está en coma. Y conste que era bastante escéptica al respecto cuando comenzó la serie (es decir, a mí las series de médicos me las dejáis sin más, gracias, que funcionan perfectamente sin modificar demasiado), pero la cosa es que consiguen que funcione bastante bien. Y salvo alguna excepción aquí o allá, consiguen que fluya y que encaje en el conjunto de la serie, sin restarle a ninguno de los otros elementos.

Existen los pacientes que mueren

Igual es cosa mía solamente, pero echo de menos aquellos episodios de Grey’s Anatomy en los que morían más pacientes que médicos. No sé, siempre es algo que para mí mejora un poco el funcionamiento de la serie, haciendo que no sea demasiado monótona y, sobre todo, haciendo que nuestros protagonistas no sean absolutamente infalibles. E igual aquí es donde tenemos que dar gracias precisamente a la propia premisa con fantasmas de Saving Hope, pero lo cierto es que cuatro temporadas en ella y hay pacientes que mueren. Y los médicos no siempre consiguen salvar a todo el mundo. Y, qué leches, a veces hasta meten la pata y es su culpa. Cosa que, simplemente por eliminar monotonía, a veces es de agradecer.

En realidad hay muchas más razones para ver la serie. Por ejemplo, gente guapa, mucha gente guapa (os reto a no enamoraros de Daniel Gillies y su acento kiwi), episodios que en general se pasan volando y la diversión añadida de intentar pillar el deje canadiense claro en alguno de los actores que van haciendo acto de presencia en ella. O jugar al bingo de los actores canadienses, claro. El caso es que Saving Hope es una serie que se ve muy fácilmente, y con la que es muy fácil que os lo paséis tan estupendamente como yo. Y por eso no me queda otra que seguir dándoos el coñazo para que le deis una oportunidad. Porque la merece, de verdad que sí.