Pues sí, oye, qué rabia. Qué rabia que Rabia no haya estado a la altura. Ayer estrenaba Cuatro su nueva apuesta de ficción y lo hacía con un buen respaldo de los audímetros. Pero este éxito se debe más a lo ansiosos que estamos en este país de productos novedosos que a la propia serie. Porque, a ver, Rabia es una ficción con un concepto interesante y todos los ingredientes para hacer un producto de calidad e incluso adictivo pero la ejecución ha sido totalmente fallida. Les ha salido una serie que deja mucho que desear.
A Rabia le falta presupuesto. O no. Se pueden hacer buenas ficciones baratas (ahí está Matalobos), así que a Rabia más bien le falta asumir que no tiene todo el presupuesto que les gustaría y, sobre todo, les falta esconder que no lo tienen.
Sí han tenido que gastar dinero en el elenco de actores. Ahí hay nombres de primer nivel de la ficción española. Pero a veces un nombre no lo es todo. Es más, diría que este gasto en figuras de la actuación ha sido una inversión fallida. Ninguno brilla. De hecho, la mayoría de los actores están hasta mal en su papel. Que no nos creamos a Adriana Ozores no sé de quién es la culpa. Probablemente, ni suya. ¡Con lo que me gusta a mí esa mujer! Tal vez sea la dirección, tal vez han rodado demasiado caso. Sea lo que sea, no funciona. Solo Carles Francino se mantiene correcto y, quizás, Malena Alterio sí está muy bien. Aunque dice poco más de dos frases, así que tal vez nos estemos precipitando.
El dinero que han metido en actores no luce y el dinero que no han metido en otros aspectos como los decorados relumbra y deslumbra. Es una pena que una serie con una idea tan potente se vea deslucida por unas localizaciones que huelen a cartón piedra desde el otro lado del televisor. Todo parece de mentira y así, claro, ¿cómo nos vamos a creer lo que nos cuentan?.
El problema va más allá y es que tampoco la realización nos ha convencido. La cámara parece rabiosa. No para de moverse hasta el punto que llega a marear. No es un estilo nuevo. Sin ir más lejos, me ha recordado a la ya mentada Matalobos, que tenía ese misma forma de realización. La diferencia es que a Rabia no le pega. Todo ocurre en lugares amplios y diáfanos mientras el director solo nos ofrece planos cortos y cerrados. Un contraste entre la amplitud y la claustrofobia que despista y genera hasta comedia. Por momentos, parece una parodia del género. Solo se salva la caracterización de los rabiosos que, aquí sí, destaca en positivo.
Pero para mí, esto no ha sido lo peor. Lo peor llega con el hilo musical que le han puesto a la serie. Una música casi constante, muy plana y poco atractiva, que no solo no aporta nada a la acción y a la emoción, sino que distrae. Hacía tiempo que no veía una serie con tan mala música. No tiene personalidad y solo logra molestar.
Todo lo que vemos en pantalla tiene graves problemas y, aún así, nos da rabia. ¿Por qué? Pues porque Rabia tiene su lado bueno: el guion.
Las tramas sí parecen querer contarnos conflictos nuevos, más profundos. Algo distinto a lo que estamos acostumbrados a ver. Personajes al límite, con decisiones vitales que tomar, enfrentándose a la moralidad de sus actos. Un poco lo que nos prometían con The Refugees y no nos dieron. Las intenciones son buenas y la premisa atractiva, pero es inevitable quedarse en el pobre resultado superficial.
Rabia quiere gustar con una historia fresca y novedosa, pero se ve lastrada por el ritmo que le da la larga duración y por una factura que no está a la altura. Ni mucho menos. Y es una pena porque si algo ha conseguido esta serie es lograr que queramos que nos guste a pesar del pobre primer capítulo que nos han dado.
¿Le damos otra oportunidad? Yo, de momento, se la doy.
la serie es muy buena,,creible,,es cierto que con presupuesto seguro seria mejor,,pero a mi me impresionó..pensaba que sería algo de muertos canibales y no me cuadró pero luego ya te cuadra todo,,,me alegro que no sea la tipica americanada