Como supongo que algunos ya sabréis y otros no (pero da igual, porque ya os informo yo ahora queráis o no, que para eso estamos), no soy muy partidaria de los realities con niños y adolescentes. No me resultan graciosos, me resultan forzados y artificiales. Me resultan incómodos de ver. Y parte de mí siente que el noventa por ciento de las veces son los adultos los que tienen algún tipo de interés en el dichoso programa, y los mocosos solo son monitos de feria luchando desesperadamente por la aprobación de sus padres. Y, en el diez por ciento restante de los casos, es decir, en el caso de esos mocosos que hacen cosas “graciosas” por voluntad propia, estamos hablando de los niños que son exactamente la razón por la que la gente que odia a los niños odia a los niños. Y lo sabéis.
Esto, unido a mi descontento con la última temporada de Project Runway (y que aún no he acabado de superar, por cierto), hizo que no tuviera muchas intenciones de darle una oportunidad a Project Runway: Junior. A pesar de los mil millones de anuncios y promos en el programa madre, solo superados por los trescientos millones de intentos de promoción del musical de Finding Neverland (en serio, creo que en la vida había visto tanto al cansino de Matthew Morrison). Pero claro, entonces en Extra Hot Great hablaron positivamente de él, y como no soy influenciable ni nada, pues acabé necesitando echarle un vistazo. Y acabé tan contenta que vengo aquí a recomendároslo.
Lo primero de todo, y es necesario hacer hincapié en esto, si sois gente de bien debéis ser fans de Project Runway. El reality, en el que cada semana varios diseñadores tienen que enfrentarse al reto de diseñar algo con el objetivo y/o las restricciones que se les proponen, resulta tremendamente entretenido. Suele ser bastante dinámico (especialmente en sus versiones de menos de una hora, ejem, pilla la indirecta, Lifetime), y juegan muy bien al editar, de forma que necesariamente acabamos teniendo favoritos muy favoritos, y gente a la que odiar. Y personajes, siempre hay personajes. Porque al fin y al cabo eso es lo fundamental a la hora de hacer un reality: tener unos personajes que hagan que todo resulte mil veces más entretenido.
Y, curiosamente, y al contrario de lo que podría pasar con muchas versiones infantiles y adolescentes de otros programas, aquí funciona estupendamente. En dos sentidos. El primero de ellos: como versión del propio programa. Project Runway: Junior sigue cumpliendo todos los puntos positivos de su versión con adultos. Sigue resultando entretenido. Sigue teniendo el punto ese de creatividad que siempre es interesante. Y, además, aunque obviamente sea la versión junior y los mini-diseñadores todavía tienen un nivel limitado, lo cierto es que están a la altura. Y que, de hecho, ha habido diseñadores adultos en la versión original a los que no tienen nada que envidiarles.
Lo digo en serio, muchos de estos críos tienen un talento que resulta absolutamente impresionante. Especialmente porque el potencial que tienen es más que palpable. Aquí estoy, muriendo por ver lo que son capaces de hacer Maya y Peytie en unos años. Porque me dejaron tremendamente impresionada, todas las semanas. Sin falta.
Pero sobre todo funciona en otra dimensión: como programa propio e independiente por sí mismo. La versión junior de Project Runway sí que tiene algo que aportar. No es una versión junior porque sí, un añadido con adolescentes porque es lo que toca. No. Lo que consigue es enriquecer una franquicia que agradece todo tipo de añadidos. Si vamos a hacer un reality con adolescentes como protagonistas, la propuesta de Project Runway es la mejor posible.
Porque lo que hace, al fin y al cabo, es juntar a varios adolescentes tremendamente creativos, que probablemente sean un poco los bichos raros (con mayor o menor popularidad, eso es lo de menos), juntarlos con otros “como ellos”. El verlos interactuar con gente de su edad que los entendía y que compartía sus intereses y obsesiones ha sido maravilloso. Tanto que te dan un poco ganas de retroceder en el tiempo y que te den a ti una oportunidad así.
En realidad, Project Runway: Junior tiene un punto de campamento de verano que lo hace estupendo precisamente por ese motivo. Te caerán mejor o peor los chavales, pero su entusiasmo por lo que ven como la oportunidad de su vida es realmente contagioso. Y le da una frescura al programa que la verdad es que se agradece mucho.
El programa en sí también se relaja un poco con ellos. Y sin permitirles todos los pases del mundo, resulta más constructivo que nunca. Y, paradójicamente, funciona todo a la perfección. Qué leches, si casi (pero solo casi, que a estas alturas más va a ser bastante imposible) consiguió que me reconciliara con Tim Gunn, que no es precisamente tarea fácil.
Tiene mucho mérito que yo recomiende un reality con protagonistas adolescentes (aunque no imposible. Ya hablé hace un tiempo de la otra excepción a la regla), así que imaginaos lo estupendo que tiene que ser. Tanto que se me hizo bastante corta la temporada, y que no me importaría lo más mínimo ver muchas más. Y tanto que hace que espere con cierta curiosidad la inevitable aparición de alguno de los chavales en la versión all star del programa. Porque sabéis que va a pasar tarde o temprano.
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