Limitless pertenece a ese grupo de series clonadas que se han estrenado en masa esta temporada: procedimentales con toques de ciencia ficción. Blindspot (NBC), Minority Report (Fox) y Limitless (CBS) llegaron a nuestras pantallas prácticamente a la vez, siendo en algunos casos la apuesta más fuerte de la cadena. Pero lo que a priori se presentaba como un procedimental más, que tenía las de perder si se comparaba con los otros dos, se ha terminado convirtiendo en una de las series más interesantes de los estrenos de octubre.

Cuando nos presentaron
Limitless no tenía el respaldo ni la promoción que NBC le había dado a
Blindspot y tampoco a
Jaimie Alexander en el reparto. No contaba con el pedigrí que da llevar el nombre de una película dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Cruise o Colin Farrel, como es el caso de
Minority Report. Pero lo cierto es que tampoco nos llegaba huérfana de padrinos: Bradley Cooper era el productor ejecutivo y actor ocasional. No está nada mal contar con el nuevo Novio de América como reclamo. Y aún teniendo esta ayudita externa no es fácil hacer lo que
Limitless ha hecho.

Brian calculando todas las novias que ha tenido Emily Fields en PLL
¿De qué habla Limitless? La premisa es sencilla: el NZT es una potente droga que aumenta el coeficiente intelectual de quien la consume y otorga habilidades especiales como, por ejemplo, ser capaz de recordar cualquier cosa que se ha leído o escuchado. De esta forma el yonqui es capaz de dominar cualquier idioma con sólo haber escuchado una cinta de las de Chandler Bing, ser un experto en artes marciales por haber visto una película a Jackie Chan (no, Jean-Claude Van Damme y Arnold Scwarcejesernjrherr Schwarzenegger no valen) o hacerle sombra a Newton con solo haber leído El Código Da Vinci. No estamos seguros de si la OMS, las autoridades sanitarias y la Asociación de Padres Cansinos de América estarán muy conformes con la imagen tan maravillosa de la droga que están dando, pero no seremos nosotros los que juzguemos, a fin de cuentas hay superhéroes que montan delfines u hormigas y nadie dice nada al respecto.

Brian trabajando a un nivel intelectual superior
Pero, más allá de la trama de Los Hijos de la Droga (como bien podría llamarse) y de Bradley Cooper pidiéndole a todos sus amigos que vean la serie, lo que de verdad interesa, lo que la hace diferente es su protagonista. Jake McDorman (Shameless) es Brian Finch, el entrañable papafrita al que todo le va mal en la vida antes de cruzarse con el NZT: es el único integrante que queda de un grupo de música que montó en la adolescencia, ha sido repudiado por familia y amigos, abandonado por su novia, sin trabajo y que se pasa el día en pijama. Pero la vida le deparaba un golpe de suerte: llegar de rebote a trabajar con el FBI donde se someterá a la ingesta controlada de pastillitas mágicas para ayudarles a resolver casos. ¿Y quién trabaja allí? Pues Rebecca Harris, interpretada por Jennifer Carpenter (Dexter), a la que los guionistas han colocado nada sutilmente en el epicentro de la tensión sexual no resuelta. Una relación, la de Brian y Rebecca, que se ve venir desde el primer momento pero que nos aboca inevitablemente al shippeo incontrolado sabiendo que no terminarán juntos hasta la última temporada antes de la cancelación. Pero nosotros hemos venido a sufrir, ya sabíamos que ser fanboy o fangirl es un trabajo muy duro que requiere años de control mental.

«Vais a escribir fanfiction sobre nosotros y lo sabéis»
Entre tonteo y
hard-shippeo el Brian
on drugs se convierte en el mejor recurso del FBI para resolver casos de asesinato, desapariciones y misterios varios al ser más eficaz que todos los agentes del cuerpo juntos,
una especie de Iron Man combinado con el Sherlock Holmes de Benedict Cumberbatch y el pastor alemán de Rex, un policía diferente. ¿Y quién es entonces el malo de la serie? «La droga» -diréis-. Pues no. Nada más y nada menos que
Bradley Cooper interpretando al senador Eddie Morra que, como buen político, es un poco corrupto y tiene intereses ocultos para el NZT además de una inyección mágica que controla los nefastos y mortales efectos secundarios que la droga produce en los consumidores habituales. Y así, niños, es como Brian tiene que luchar contra la adicción, el FBI y la corrupción política además de salvar al mundo, a su padre enfermo, resolver casos de asesinato y encontrar las razones ocultas por las que todo el mundo parece querer comprender, patentar y explotar el NZT como método definitivo para hacerse millonario. Definitivamente no le va a quedar tiempo para sacar nuevo disco con su banda.

Brian intentando descubrir el secreto de Aritz de GH
La buena noticia, además de lo maravillosa que es esta serie para sorpresa de todos, es que ya hemos superado la etapa del sufrimiento y el temor a la cancelación.
Limitless – o la serie del Drogas, como a mí me gusta llamarla- se ha sumado a ese selecto club de estrenos que han pasado en pocos episodios del piloto a conseguir temporada completa.
Blindspot fue la primera en lograrlo (¡y antes de que sacasen a la palestra los tatuajes invisibles!) seguida de la maravilla que es
Quantico y después llegó la calma que otorga la salvación para nuestro yonqui favorito.
Esta serie es como el NZT, que con poco que nos dé ya nos tiene contentos y enganchados hasta la siguiente dosis, esperando que llegue el momento de más y deseando que sea aún mejor. Por si aún estáis dudando: sí, la recomiendo encarecidamente. No es un procedimental al uso aunque tenga guión cerrado por episodio, la acción es rápida, los personajes interesantes y las cualidades que el NZT puede brindarnos son infinitas. ¿Cuál será la próxima habilidad que la pastilla le dé a Brian?
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