The Good Place cayó en nuestras manos y la recibimos con los brazos abiertos gracias a Kristen Bell. Lo que no sabíamos era que nos iba a regalar muchísimo más que la presencia de la eterna Veronica Mars y la voz de Gossip Girl. The Good Place está repartiendo guantazos a todas las comedias en emisión y estamos más que felices de su renovación por una tercera temporada. Estas son las 5 lecciones que The Good Place le está dando al mundo de la comedia televisiva.

Atención, spoilers de la segunda temporada de The Good Place a continuación.

 

Una comedia puede generar más tensión en el espectador que una serie de Shonda

¡Madre mía los cliffhangers de The Good Place! Si nos deja con el culo torcido semana sí, semana también. Ni ‘Cómo Defender a un Asesino‘ nos da estos finales de episodio que te dejan con ganas de mucho más. Esto no es nada nuevo en el mundo de las series, pero sí en el mundo de la comedia (que por otro lado es normal, sabiendo que muchas comedias pulsan el botón “reset” tras cada episodio). Lo que se ha hecho toda la vida de Dios en estas series es introducir el conflicto en los primeros minutos del episodio, y no en los últimos minutos del episodio anterior. Y no, The Good Place no ha inventado el cliffhanger, peor sí lo ha reivindicado con muchísima fuerza en el mundo de la comedia. Y de aquí enganchamos con el segundo punto.

Una comedia puede reinventarse en cada episodio

El planteamiento inicial de The Good Place es súper tradicional: insertamos un personaje en un ambiente desconocido en el que no encaja y esto da situación a conflictos divertidos. Pero en tan solo temporada y media la serie ha evolucionado más que en 9 (¿9 van ya?) temporadas de Modern Family.

Tradicionalmente una comedia ha mantenido su estructura durante prácticamente toda la serie. A partir de una tercera o cuarta temporada ya empiezan a crear parejas entre personajes o a meter hijos para que aparezcan nuevos conflictos. Incluso el regreso de Will&Grace ha tenido que obviar el final original de la serie para que todo continúe como ha sido siempre.

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Sin embargo The Good Place no nos deja ni un minuto para respirar. En cada episodio se reinventa convirtiéndose en una serie totalmente nueva, y no sabes de qué tratará el siguiente episodio hasta que lo ves. El ritmo en la primera temporada ya era bastante acelerado y los cimientos se tambaleaban cada vez que Eleanor confesaba su secreto a un nuevo personaje, o alguien confesaba compartir su mismo secreto. Pero lo de la segunda temporada está siendo absurdamente maravilloso, The Good Place  no nos deja poneros cómodos con ninguna situación porque cuando nos hemos dado cuenta la ha cambiado totalmente.

 

Los personajes más limitados pueden ser los más brillantes

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Por favor, mención especial a Janet, un personaje que inicialmente era un puro recurso de guión y a día de hoy se come al resto de protagonistas cada vez que aparece. Y mi dieces a los guionistas, porque lo fácil y lo seguro hubiera sido “sheldonizar” a Janet pero en su lugar han conseguido convertirlo en un personaje súper adorable, súper divertido y extremadamente imprescindible.

Pero no es el único personaje pequeño que se hace de notar. Segunda mención especial para Vicky, la que interpretó a “Eleanor buena” y se frustró al ver cómo en posteriores reseteos su protagonismo en el plan maestro fue descendiendo. ¡Vicky es Jenna Maroney (30 Rock) siendo una villana!

 

Una comedia puede ser inteligente y “pop” al mismo tiempo

Los planteamientos de The Good Place son muy filosóficos, especialmente a lo que se refiere a la ética y a la distinción del bien y el mal. Sin embargo no se muestran como algo difícil de digerir, todo lo contrario. The Good Place puede servirte como ejemplo en una clase de filosofía de la universidad, como puede servirte para ver con tu madre mientras cenas. Y este es el verdadero reto, acercar mensajes filosóficos al público general mientras tratas a la cultura popular mirándola de tú a tú, no por encima del hombro.

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No es necesario una comedia pocha para destacar

Respeto al 100% el auge de la “comedia pocha” donde parece que las comedias más que hacerte reír tienen que hacerte llorar y reflexionar sobre tu mísera existencia en este mundo, pero también debe haber hueco para la comedia cuya misión es, simplemente, hacerte reír. Y parece que tras Community, 30 Rock, The Office y Parks and Recreation (con la que comparte a su creador Michael Schur y donde también apareció Kristen Bell) la oferta de este tipo de comedias estaba desapareciendo. Que a ver, no me malinterpretéis, nuevas comedias aparecen todos los años, pero cada vez cuesta más encontrar una Superstore o una Difficult People, cuando años atrás podías caer rendido ante tres o cuatro nuevas comedias por temporada. 

 

En definitiva, The Good Place se ha ganado un hueco en nuestro corazón y en los libros de historia.