En la época del peak tv, se multiplican las series por esporas. Y, antes de que nos demos cuenta, aparecen otras seis o siete series nuevas. Es el caso, por ejemplo, de Goliath. La serie, creada por David E. Kelley y Jonathan Shapiro, apareció de golpe hace unas semanas en Amazon con sus ocho episodios. Y, como suele pasar en época de exceso de series, a mí casi que me dio un poco de pereza ponerme con ella. Pero aproveché uno de esos domingos que siempre nos vienen más ligeros de episodios y tengo que decir que acabé encantada. Porque han sido ocho horas muy entretenidas. Y tampoco le voy a pedir más.

¿Qué es exactamente Goliath? Pues es un drama de abogados que a lo largo de sus ocho episodios sigue un único caso. ¿Qué caso? Pues ahí el título, y las trescientas referencias a lo largo de la temporada (que sí, que lo hemos pillado, que no hace falta que lo repitáis tanto), nos dice exactamente todo lo que necesitamos saber. Un abogado caído en desgracia (interpretado por Billy Bob Thornton) acepta un caso en el que tendrá que enfrentarse a su antigua y gigantesca firma (con muchas rivalidades y mala sangre de por medio) que representa a una gran empresa de armamento. Pues eso, el pequeño contra el gigante. David contra Goliat, dicho de otro modo.

Y explicado todo esto, pues claramente el argumento no reinventa la rueda. El caso es, al fin y al cabo, un recurso familiar. Y la mayor parte de los elementos de la serie son también bastante conocidos. Pero la gracia es que funcionan. Y que una vez pasado el comienzo, nos deja con la sensación de que ha merecido mucho la pena seguir con ella.

Digo lo de pasado el comienzo porque, si soy sincera, hasta el final del segundo episodio tampoco acaba de arrancar, en mi humilde opinión. Lo cual obviamente es un problema en una época en la que tiras una piedra y salen trescientas series. Fue solamente por casualidad (o por caer, como digo, en un día donde tampoco tenía mucho más que ver) que no hice mi jugada típica de dejar el piloto a medias. Y ahora me alegro, porque puedo estar aquí para deciros que os fiéis, que si tenéis unas horillas libres y queréis ver algo entretenido con abogados de por medio, Goliath cumple muy bien.

Que Goliath no es LA serie, pero es un producto más que digno y con un estilo y unos personajes propios. Se nota la mano de David E. Kelley en todos los sentidos (sí, también su lado más pasado de rosca se deja ver en el personaje de William Hurt), y eso no está nada mal. La serie maneja bien el caso, y maneja bien a la mayoría de los personajes. Y, aunque probablemente se podría haber conseguido que los personajes femeninos dieran aún más juego, en general cumplen bastante. Y cuando esto lo juntas con un cast como para enmarcarlo (además de Billy Bob Thornton y William Hurt, están por ahí Molly Parker, Maria Bello o Tania Raymonde), la verdad es que empiezan a ser bastantes puntos a favor.

De todos modos, probablemente lo que mejor haga Goliath es entender que es una serie. De ocho episodios. No una serie de ocho horas, sino de ocho episodios. Y esa diferencia se nota. Y, en el mundo del maratón cada vez más acostumbrado al “episodio de varias horas repartido en varias partes”, se agradece. Porque ese precisamente es uno de los grandes problemas de las series que aparecen en plataformas como Netflix. Y cuando tienes a una serie como Goliath, que entiende los ritmos del episodio, que es capaz de variar y marcar, que sabe darle una estructura a la temporada y a cada uno de los episodios que la forman, de verdad que eso supone un suspiro de alivio.

¿Qué os digo con todo esto? Pues que yo, que tampoco esperaba grandísimas cosas de Goliath, he acabado muy contenta con ella. No es la serie que todos necesitábamos, no reinventa nada. Pero al mismo tiempo es una serie bastante bien hecha, entretenida y que nos puede venir muy bien para ocupar nuestros ratos libres.