La cantidad de datos que generamos ha aumentado de forma masiva en los últimos años. Ahora es mucho más sencillo para las empresas saber quiénes somos y qué queremos (tantos años de filosofía que te resuelve Facebook en cinco segundos). Estamos en la era del BigData, datos masivos que comienza a controlarse a través de los sistemas de análisis.
¿Cómo puede el mundo audiovisual beneficiarse de todos estos datos? Es complicado teniendo en cuenta que sabemos qué es lo que más se ve o a qué horas, pero darle un valor a esos cálculos ya es diferente.
 
Y aquí es donde entra Netflix. ¿Qué es lo que la diferencia del resto? Pues que cuenta con una base de suscriptores, no con una audiencia que varía cada noche. Ellos pagan cada mes para poder acceder a esa televisión a la carta. No necesita llegar a un tanto por ciento determinado para poder mantener su serie en antena, por lo que pueden permitirse hacer cosas tan locas como subir una temporada de Orange Is The New Black entera de golpe. Es una nueva forma de hacer televisión… ¿Seguimos estando predispuestos a tragarnos lo que nos ofrezca la parrilla?
Nos hemos transformado en espectadores exigentes y se han creado medios a través de los cuales podemos disponer de la ficción de una forma muy diferente También debemos preguntarnos, ¿hemos transformado nuestra forma de ver la televisión porque se nos ofrece la opción de hacerlo? De una forma u otra, Netflix puede permitirse hablar de corrupción, de poder, de sexo (y que encima se vea en pantalla). Temas que en las cadenas generalistas muchas veces serían impensables.
Nosotros comenzamos a poner el límite, nos hemos transformado en co-creadores de series (término que escuchamos hace poco en el Festival de Series de Madrid) hasta el punto de que Netflix ha decidido redirigir las tramas de la serie House of Cards basándose en los datos que se recojan de las visiones realizadas en la web; es decir, dotar a su público de un papel fundamental en la creación de las ficciones como nunca antes se había hecho.

House of Cards Big Data

 

La propia House of Cards es un puro experimento.
La serie es una creación con unos elementos estratégicamente escogidos: el drama como uno de los géneros televisivos preferidos por los espectadores, David Fincher como director que cuenta con un gran número de películas muy populares  y Kevin Spacey como actor principal de renombre.
House of Cards está hecha por y para su público, incluyendo su guión.
La herramienta de Netflix demuestra que son capaces de medir qué tramas se salta un mayor número de personas o, en el caso opuesto, cuáles se vuelven a visionar. Los guionistas pueden valerse de estos datos para dar forma a la serie, y así ofrecer a los espectadores lo que quieren ver.
Llegados a este punto el espectador es capaz de influir en las tramas de las series de una manera revolucionaria. Las cadenas ya no ignoran los deseos de su público porque ahora éste tiene el poder de cambiar de canal, pasar el capítulo o descargar otra serie. Ahora las cadenas tienen que estar al tanto de las opiniones que circulan por redes sociales y adaptar sus guiones a ellas para no perder nunca el interés, Netflix se ha proclamado pionera en la iniciativa de darle al espectador lo que quiere, cuando lo quiere.
Y aunque en estos momentos sean pocos los usuarios escuchados para realizar próximas tramas (se basa en un consenso de la mayoría de usuarios), posiblemente la forma de negocio que propone Netflix crecerá y quizás todos consigamos ser participantes co-creadores de tramas. 

House of Cards se puede ver en España en Canal + Series.