Kevin Pacalioglu, más conocido como Paco, malvive en Nueva York hasta que se cansa de su trabajo en un quiosco de prensa y decide sacar partido a su «talento oculto». Así, aprovecha su habilidad de hablar con los muertos para convertirse en médium de alquiler y recorre la ciudad ayudando a los espíritus a resolver los asuntos que dejaron pendientes, para así poder pasar al más allá. En su periplo, contará con la ayuda de Roofie, su camello de confianza, y de Sue, su novia fantasma, mientras que se las verá con Camomile, una médium de tres al cuarto que protagoniza un programa de televisión.

En la carrera por seguir los pasos de Netflix, la ficción televisiva en streaming se ha ganado unos cuantos títulos interesantes: Amazon disfruta del éxito de The Man in the High Castle y de Transparent, mientras que Hulu se abre camino gracias a la excelente 22/11/1963 y a Deadbeat, la modesta comedia que estrenó en 2014 y mejora con cada episodio. Se trata de una serie sencilla, pero cargada con buenas dosis de humor gamberro y absurdo, protagonizada por un antihéroe dispuesto a ayudar a los fantasmas a resolver sus asuntos pendientes, si bien son ellos quienes acaban echando una mano a Paco. Cuenta con el respaldo de Plan B, la productora de Brad Pitt, y es el nuevo proyecto de Cody Heller y Brett Konner, los responsables de Wilfred (2011), aquella serie en la que Elijah Wood hablaba con un perro australiano.

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El motor de Deadbeat es el buen trabajo de Tyler Labine, un cómico joven pero con sobrada experiencia en televisión (Reaper, 2007) y en cine, gracias a la película de culto Tucker y Dale contra el mal (2010). Su antihéroe resulta simpático en todo momento y destaca por encima del trabajo de sus compañeros, Lucy Devito y Brandon T. Jackson. Aunque el tema paranormal siempre está presente, cada capítulo de la serie se inscribe en un subgénero concreto, de cuyas convenciones se mofa sin piedad: exorcismos, casas encantadas, comedias de instituto, policíacas de los ochenta o grandes atracos, por citar algunos ejemplos. Cuenta, además, con cameos de lujo, como los de Zachary Levi (Chuck), James Franco (que está en todo) y el mismísimo Danny DeVito.

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Deadbeat es una serie sencilla y breve (las temporadas no duran más de trece episodios), pero contundente, bien surtida de humor absurdo y metareferencias constantes. Un pequeño gran descubrimiento.