Cuando creas una serie de televisión, una película, un cómic, un libro o cualquier otra forma de ficción, estás creando un mundo. Tanto da si es un mágico mundo imaginario como una fiel imitación del nuestro, el caso es que es un mundo nuevo creado por ti como escritor. Y ese mundo tiene que tener reglas. Normas básicas para darle una coherencia interna, que una vez establecidas tienes que respetar para que tu historia tenga una lógica, por muy alocada que sea y muy imaginativo sea el mundo en que transcurre. Incluso en obras que transcurren en un mundo que imita de forma casi idéntica al nuestro, tienes que establecer unas reglas de funcionamiento y respetarlas –en Friends nos queda clara la ley física por la que Joey solo necesita acercarse para que todo el mundo desee montárselo con él; en Ally McBeal hay una regla de funcionamiento del universo que dice que, si mencionas la existencia del amor verdadero, ganaras cualquier juicio-. Y esto es aún más importante si se trata de un mundo inventado, entonces es esencial dejar claras las reglas. ¿La gente puede morir? ¿Hay gravedad? ¿Necesitan aire y comida para vivir? ¿Existen los vampiros? Si existen, ¿molan o son pringados que brillan?
Akira Toriyama creó en Dragon Ball un mundo rico, complejo y simplemente alucinante, repleto de sus propias normas de coherencia interna: Existe una fuerza mágica en el interior de las personas llamada el Ki. La gente puede volar o tirar rayos si aprenden a concentrarla. Hay un Presidente del Mundo que es un perro parlante –y harto elegante- y a nadie parece molestarle –será que son muy tolerantes-. La fuerza física de un ser vivo se puede medir en puntos. Etcétera.

 

Es el saiyan el que elige al presidente y es el presidente el que le dice al saiyan que elija al presidente.

Pero hay un gran fallo dentro de esa coherencia interna: El dinero. Una de las reglas del universo Dragon Ball que imita a las del nuestro –al igual que otras como la gravedad, la necesidad de respirar o que exista la lluvia, las nubes o el sol– es que existe el dinero, que es necesario para vivir y que la gente lo consigue mediante el trabajo. Excepto los protagonistas, según parece.
Sabemos que en el mundo de Toriyama existe el empleo y el sueldo. En ocasiones hemos visto a dependientes en tiendas vendiendo cosas a nuestros héroes, a camareros  que tiemblan de miedo ante el apetito de Goku en un restaurante, al presentador del torneo de artes marciales –que, presumiblemente, cobra una pasta por estar allí gritando mamarrachadas por un micro; como en Telecinco, vaya– o a atracadores de bancos que deciden conseguirse el sustento por la vía fácil. Entonces, ¿de dónde carajo sacan el dinero los protagonistas?

 

Y esta semana es expulsado de la casa de Gran Hermano… ¡Yamcha!

Sabemos que unos pocos de ellos trabajan, sí. Bulma es el mas claro ejemplo: una importante ingeniera mecánica, forrada gracias a sus inventos y a los de su célebre padre, que vive a lo grande con los beneficios de su corporación multimillonaria. Yamchaque primero se dedicaba a robar para comer, como buen Curro Jiménez del Japón que era– juega a béisbol en un equipo profesional de la gran ciudad. Muten Roshi cobra por enseñar artes marciales a jovenzuelos –aunque siempre acaba cobrándoles en revistas guarras en lugar de dinero, por lo que es de suponer que luego las vende por Ebay una vez usadas, porque el mantenimiento de su islita privada y los gastos de agua, luz y gas de la Kame House no deben de ser baratos y en algún sitio tendrá que enchufar la tele para seguir viendo sus vídeos de chicas haciendo aeróbic-. Mister Satán tiene un gimnasio donde la gente se entrena para ser como él –madre mía– y suponemos que de eso viven su hija y él. Songohan estudia una carrera y acaba dedicándose a algún trabajo importante –aunque indefinido-. Pero, ¿y los demás?

 

Bulma take me to the baaaasebaaaall…

Nunca hemos visto trabajar a Goku ni a Chichi, pero bien que le hicieron unas buenas ampliaciones a la choza del abuelo en la montaña y criaron allí a dos hijos –por no mencionar el dineral que deben gastarse en comida y uniformes de recambio para Goku-. ¿De dónde sacan el dinero? ¿Cómo se pagaron Goku y Piccolo el carné de conducir, con lo caras que van las autoescuelas? ¿Y qué pasa con Krilín? Está casado y tiene una hija, pero nunca le hemos visto ir a poner ladrillos en una obra, dar clases particulares de mates a niños o servir cafés en un bareto. ¿De qué vive esta gente, de entrenar en el campo? Eso no es muy productivo. Y, que sepamos, la humanidad no les paga un sueldo a Goku y sus Guerreros Z por salvar el mundo cada martes después del almuerzo –aunque sería todo un detalle-.

 

The Fast and the Namek

¿Cómo lo hacen? Que Bulma mantenga a esa panda de vagos no me resulta una hipótesis creíble, más aún sabiendo la mala leche que tiene. Si estos aprovechados le piden que les dé un sueldo de por vida, los manda a trabajar a la mina en menos que muere un Yamcha. Así que se me ocurren algunas posibles teorías sobre las fuentes de ingresos en Dragon Ball.
Vegeta no va a trabajar, eso está claro. Lo criaron como a un príncipe y, si hay algo que a la realeza no se le da bien, es dar palo al agua. Tampoco creo que se llevara mucho dinero cuando su planeta explotó y, de haberlo hecho, no tendría validez monetaria en la Tierra. Prácticamente, se vino con una mano delante y la cola detrás. Pero su mujer es una científica de fama mundial que está forradísima –no hay más que ver la pedazo de mansión que tiene, las naves y vehículos molones que luce o las pintas de pijo que gasta el hijo-, así que el tipo se dedica a pegarse la vidorra en plan mantenido, como buen noble que es. La única pega es tener que ponerse camisa rosa de vez en cuando y dejarse un bigote a lo Magnum –aunque presumiblemente lo del bigote fue idea de él mismo, para recuperar su hombría de gañán espacial después de haberse visto obligado a llevar esa camisa horrenda-.

 

Haters gonna hate.

Goku y Chichi tampoco trabajan. Ninguno de los dos. Goku se dedica a pegarse de leches con la gente, a hacer el loco por el campo y a irse de pesca ocasionalmente con Krilín –como buenos puretas-. Pero por placer, no por dinero. Una vez ganó el Gran Torneo de Artes Marciales y se llevó un buen pico económico, sí, pero dudo que eso le dé para toda la vida. Chichi, mientras tanto, se dedica a cocinar y limpiar en casa, mientras su marido hace el vago –ay, Japón, esa cultura-. ¿De qué viven, entonces? Del suegro, está claro. Al fin y al cabo, Gyumao, el padre de Chichi es algo así como un “Rey de la Montaña”, ¿no? Bien que tenía un palacete y que les pagó un bodorrio de los caros a su hija y el vago de su yerno, ¿no? Si el padre es un rey, entonces Chichi es una princesaaunque lleve esas pintas de maruja– y si algo ha quedado claro hasta ahora es que la realeza, antes muerta que trabajando –los españoles tenemos eso muy asumido, vaya-. Por tanto, mi hipótesis es que Goku y Chichi viven de sablear al suegro. “Papá, que queremos reformar la casa, danos dinero”. “Papá, que hay que mandar a Songohan a la universidad, suelta la pasta”. “Oye suegro, que necesito otra tanda de uniformes nuevos, que me he desgarrado el último de forma sensual peleando contra un robot del futuro”. Pobre Rey Gyumao, vaya par de parásitos le han salido.

 

Me estás saliendo por un ojo de la cara, MarichalaDIGOOOO Goku.

 

Yamcha vive del béisbol y, probablemente, de las exclusivas en la prensa rosa por ser no solamente un deportista famoso sino además el exnovio de la célebre heredera de la Capsule Corporation. En cuanto a Puar tengo dos teorías enfrentadas: o bien vive de la pasta de Yamcha –por algo es su mascota-, o bien se forra apareciendo en televisión y es Yamcha quien le mangonea el dinero y se aprovecha de él como si de los padres de Macaulay Culkin se tratase –o sea, si tú tuvieras un gato que habla, vuela y se transforma en cosas, anda que ibas a tardar en llevarlo al Qué Apostamos y forrarte a su costa-. Launch, por su parte, nunca parece haber dejado de atracar bancos, por mucho que vaya con los buenos. Está claro que vive de ello. Ten Shin Han y Chaos probablemente vivan a costa de ella y por eso hacen la vista gorda a sus delitos –hacer la vista gorda… un tío con tres ojos… ¿lo pilláis? ¿Eh? Vale, ya paro-.

 

¡Venga, aflojad la pasta o me cargo a Michaellangelo!

 

Pero el mayor misterio es el de Krilín. El más grande de los héroes y mejor personaje de la serie –y lo sabes– vivió su infancia en un monasterio Shaolin, luego se fue a entrenar a la Kame Island y, después de eso, se ha pasado la mayor parte de su vida sin un trabajo conocido. Nunca ganó ningún Torneo de Artes Marciales para poder vivir del cuento ni se le ha visto dar palo al agua hasta la reciente Dragon Ball Super, donde lo han reconvertido en policíabecause of reasons, presumiblemente-. Pero bien sabemos que está casado –o arrejuntado, no queda muy claro– con la androide 18, que viven juntos en su propia casa y que han criado a una hija muy mona. En el Torneo de la saga de Bu, A-18 hace un trato con Mister Satán dejándose ganar a cambio de una millonada, pero cuando eso sucede ya tienen una hija de unos cuatro o cinco años. ¿Cómo la han podido criar hasta entonces? ¿Acaso no es la primera vez que A-18 realiza esta artimaña, acaso lleva años viviendo de fingir ser débil y aprovechándose así del orgullo gañanil masculino? Sería muy épico. Pero, ¿y antes de eso? ¿Cómo se permitía Krilín los regalos caros que le compraba a su novia Maron? ¿Cómo se permitía comer? Me temo que no tengo una respuesta al respecto, pero puedo aventurar ideas como que se haya dedicado a vender su superfuerza al mejor postor en plan guardaespaldas o incluso a llevar a cabo atracos al estilo de Launch –un mal camino para un Shaolin, la verdad-, lo cual explicaría por qué acaba haciéndose policía: sentimiento de culpabilidad.

 

-Papi, ¿has encontrado trabajo?
-Es que he estado muy liado con el WoW y…

 

Y en cuanto a Muten Roshi, lo tengo claro: le cobra alquiler a Oolong. De qué pueda trabajar un cerdo metamorfo parlante obsesionado con la lencería femenina, eso ya es otro tema.

Gracias por vuestra atención a este artículo sobre un tema tan esencial para la sociedad actual como es el que nos ocupa. En futuras entregas, discutiremos otros grandes misterios del universo Dragon Ball. ¿Puede Krilín comer y respirar a la vez? ¿De qué ala del espectro político es el perrete azul que gobierna el mundo? ¿Cuándo Ten Shin Han pestañea, lo hace con los tres ojos a la vez o van cada uno a su bola? ¿Qué utilidad tiene Chaos y por qué lo aguantan?

Seguiremos informándoos desde la Kame Island. A no ser que alguien vuelva a matar a Yamcha y tengamos que ir a resucitarlo, como cada primer jueves de mes.

 

Oiga, un poquito de espacio personal, caballero, que esto ya empieza a resultar incómodo.