Voy a hacer una confesión por la que probablemente unos cuantos van a mirarme mal: me gusta mucho Big Brother. Es uno de esos realities en los que me lo paso tremendamente bien tanto con el lado más trash y mamarracho como con esos momentos de vez en cuando (muy de vez en cuando, seamos sinceros) en los que el juego y la estrategia hacen acto de presencia. Es algo muy ligerito que viene muy bien como entretenimiento veraniego.

No soy tampoco una experta, o ese término al que tanta manía le estoy teniendo: superfan. De hecho, no he visto más que las últimas cuatro temporadas, cinco con esta. Y mi interés en el programa va variando a lo largo del verano y dependiendo de lo insoportables que sean los personajes que quedan ahí dentro. Así, el tiempo que le dedico en total al programa, entre episodios y feeds, puede variar tranquilamente entre tres horas a la semana y más de treinta y cinco, aunque normalmente siempre suele estar en un punto mucho más intermedio que esos dos extremos.

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Toda la locura está en los feeds

Más allá del programa, de todos modos, a lo que me he aficionado muchísimo es a comparar la realidad con la versión oficial que dan en los episodios editados. Antes veía nada más que los tres episodios semanales, es decir, la versión oficial de lo que ocurre en la casa, que va con una trama, un orden, una narrativa. Un día me picó la curiosidad y decidí empezar a estar pendiente también de los feeds.

Y una vez empecé a ver los feeds, mi entretenimiento favorito (y básicamente la única razón por la que sigo viendo los tres episodios semanales) es comparar lo que ha ido pasando a lo largo de la semana con la versión que dan al final. Y creedme, a veces una versión y otra no tienen absolutamente nada que ver. Lo cual es fascinante y entretenidísimo. En realidad es una tontería absoluta, porque para mí al menos obviamente es necesario un hilo narrativo. Y al final, mientras se ven los tres episodios, lo mismo da que tenga o no tenga que ver lo que nos cuentan con lo que realmente ha pasado. Pero siempre me hace gracia ir comprobando cuáles son las diferencias.

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No se puede describir adecuadamente la genialidad de esta imagen

Además, pasa una cosa. De vez en cuando, y especialmente con la existencia de los BoB, al haber más competiciones, los episodios tampoco dan para demasiado drama y al final acaban haciéndose muy monótonos. Es así que la versión oficial de esta temporada está siendo flojita, in my opinion. De hecho, más que flojita, me está resultando bastante floja, con unos episodios de cuarenta minutos que, salvo alguna excepción, se hacen bastante más largos de lo que realmente son. Todo ello sin contar tampoco demasiado.

Algo que resulta bastante curioso, porque esto no es para nada lo que estamos viendo los que estamos más o menos pendientes de los feeds. Porque al menos durante estas primeras semanas, y sin ser tampoco el colmo del drama extremo, la dinámica de la casa ha dado para cosas interesantes todas las semanas. E incluso cuando parecía que íbamos a tener una semana tranquila y sin grandes movimientos (ridículos o no ridículos), ha ocurrido algo que ha hecho que esto cambie y tengamos entretenimiento para rato.

Audrey

Audrey, agente del caos

La primera semana, ver a Audrey mintiendo a todo el mundo por ninguna razón en concreto y simplemente porque está como una regadera fue maravilloso. Ver cómo todos los demás asumían entonces (y siguen asumiendo ahora) que Audrey se comporta así porque tiene que ser America’s Player, porque no puede haber ninguna otra razón que explique esos comportamientos, también es muy gracioso. Porque sabemos que es simplemente porque está loca, porque simplemente es ese maravilloso agente del caos que ya le gustaría a Chaos Kass poder aspirar a ser. No pasan más de dos días sin que Audrey decida empezar algún rumor, empezar a plantar semillas de desconfianza entre sus propios aliados y entre realmente cualquier ser humano con el que se cruce a lo largo del día. Y siempre llega un momento en que esas semillas dan sus frutos y reaparece el caos, y así es como sin querer Audrey vuelve a alejarse del punto de mira de una forma cómicamente involuntaria. Porque la finalidad de Audrey es simplemente sembrar el caos, y que caiga quien caiga. Y ver la destrucción que va sembrando a su paso es realmente fascinante.

La segunda semana fue en teoría una semana mucho más tranquila, hasta que el twist de las gemelas, que podía haber sido un fail tremendo, empezó a dar sus frutos. Porque sí, fue ya en la segunda semana cuando las descubrieron, pero ese descubrimiento por parte del resto de concursantes ha llevado en estos últimos días a una versión del twist mucho más interesante y divertida: tener a media casa protegiendo el secreto de las gemelas y a la otra mitad intentando pillarlas. Añadiendo, por supuesto, el componente de extraños triángulos amorosos involuntarios que desembocan en situaciones realmente absurdas. Si suena a argumento de sitcom, es porque probablemente debería serlo. Y, sobre todo, porque los chistes que salen de ahí son muchísimo mejores que si alguien hubiera tenido que escribirlos.

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Thick’ums y Cruella

El cásting de este año se ha encargado de que todas las dinámicas de la casa, todas las alianzas y subalianzas, sean tremendamente inestables. En parte, por supuesto, debido a la existencia de Audrey, claro, pero no solo por eso. Incluso los hámsters que en teoría parecían más claramente estables y racionales de repente y sin previo aviso pierden completamente la cabeza, como bien demostró Vanessa en cuanto tuvo un poco de poder. Y esto solo puede traducirse en una locura absoluta en la que es probable que cada situación tenga que explotar al poco de medio-estabilizarse, asegurándonos no aburrirnos.

No sé si el entretenimiento de los feeds aguantará muchas semanas más, también es cierto. Porque al fin y al cabo, con estas cosas nunca se sabe, y bien es posible que ellos mismos acaben mentalmente (o emocionalmente, o físicamente, vete tú a saber) agotados de sí mismos y llegue un punto en que el entretenimiento empiece a decaer. Mientras tanto, podemos seguir esperando una locura total y caótica en los feeds. Una locura que, tristemente, no acaba de verse reflejada en los episodios semanales.