Antes de conocer a Travis y su desestructurada familia de Los Ángeles, habíamos dejado a Rick Grimes y los suyos intentando adaptarse a la dura vida en Alejandría. La aparente calma de esta comunidad no dura mucho, sino que se ve sacudida de raíz en los primeros ocho capítulos de la sexta temporada, que se toma un descanso hasta principios de febrero.
Robert Kirkman, Scott M. Gimple y Greg Nicotero han exprimido todo lo posible esta primera entrega, pues han traído el caos al interior de Alejandría para poner fin a toda esperanza de paz. Por un lado, una horda de caminantes fuera de control asedia los muros de la ciudad y, por otro, la congregación de los Lobos acaba con la vida de todos los que se ponen en su camino… hasta que Carol entra en acción. En el camino, los espectadores sufrimos la aparente pérdida de uno de los personajes básicos, cuyo nombre desaparece incluso de los títulos de crédito, en una jugada similar al asesinato de Jon Nieve en Juego de Tronos.
Nuestros protagonistas siguen caminos dispares que confluyen en un cierre intenso que deja varios cabos sueltos, como el destino de Rick y Michonne, la enemistad de Carl y un joven que busca venganza, o la torpeza de Eugene, Morgan y Carol. Además, en lo que llevamos de temporada hemos tenido ocasión de viajar al pasado en un episodio de corte trascendental dedicado a Morgan y las artes marciales, así como de vislumbrar el futuro gracias a la aparición de Dwight y de un nombre que se nos quedará grabado sin quererlo: Negan.
Todo pertenece a Negan.
Esperamos, ansiosos, la segunda tanda de capítulos en febrero de 2016, pues la lucha por la supervivencia no podría estar más interesante.
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