Hace un par de años, descubrí por casualidad absoluta un reality del canal de Sundance que me llamó mucho la atención, y que desde entonces no he parado de recomendar cada vez que se presenta la ocasión. Este reality, que se llama Push Girls, y tuvo un total de dos temporadas, seguía a Tiphany, Auti, Chelsie, Angela y Mia, un grupo de amigas en su día a día en Los Angeles. ¿La particularidad? Que todas ellas utilizaban silla de ruedas tras haber resultado paralizadas por lesiones medulares o enfermedades.

Lo que más me gustó de Push Girls y lo que precisamente hace que lo recomiende tan a menudo, es la normalidad con que nos presenta a estas chicas, con que nos muestra su día a día. Las cinco protagonistas son personas completas, con muchísimos matices, y para las que su discapacidad es simplemente uno de ellos. Un matiz que para unas tiene más importancia que para otras, un matiz que tienen en cuenta de forma automática en todos los aspectos de su vida, y que en algunos casos es también muy importante. Pero que al fin y al cabo solo es un matiz dentro de los muchos otros que las convierten en quienes son.

Push Girls nos presenta a las cinco como personas, nos muestra sus intereses, sus situaciones particulares y las sigue en distintos aspectos de su vida. Desde sus relaciones a su trabajo. Y todo ello lo hacía desde el punto de vista de un mensaje que no intenta traducirse en un mensaje de superación, sino en mostrarnos cómo son sus vidas en el día a día, en el lado más cotidiano. De tal forma que lo muestra todo de forma bastante honesta, pero sin intentar venderlo de otra manera que lo que realmente es, lo que para mucha gente es absolutamente normal. Y, puesto que no es una “normalidad” que se vea habitualmente en televisión, resulta tremendamente refrescante ver reflejadas en pantalla determinadas situaciones que difícilmente vemos en otros sitios. Y que van desde todo aquello que tienen en cuenta a la hora de buscar apartamento (por ejemplo, Mia, ascensores o no, no quería vivir en un piso elevado, por razones que muchos comprendemos muy bien), a la relación de Angela, que es tetraplégica, con su tía, que es a su vez su cuidadora.

Las cinco protagonistas, además, tienen unas personalidades y una forma de ser que las hacen interesantes por sí mismas, y que de verdad consiguen que nos interesemos en ellas, sus relaciones, sus familias, su trabajo y en general en todo lo que les ocurre. A la mayoría de ellas es muy fácil cogerles cariño y, de hecho, os reto a ver Push Girls y no enamoraros de Tiphany. Es absolutamente imposible.

Pero además, otro de los puntos fuertes y otra de las razones que hacen que Push Girls sean dos temporadas de televisión tremendamente recomendables, es que muestra de forma absolutamente natural y sin artificios, las diferencias y la diversidad que existe dentro de la propia discapacidad. La experiencia de las cinco es distinta, y su punto de vista también lo es. Y el programa consigue estupendamente mostrarnos a cada una de ellas, y hacernos entender su forma de ver el mundo. Así, la experiencia de Chelsie, que es parapléjica desde unos dos años antes a empezar el programa, no es la misma que la de Auti, que está en un punto de su vida en el que su discapacidad es lo que se ha convertido en normalidad, y en una normalidad que no cambiaría por nada.

Dentro de este tipo de realities, que al fin y al cabo se limitan a seguir a un grupo de personas en determinadas situaciones, sin la excusa de una competición detrás, siempre se corre el peligro de que el resultado final resulte forzado, pero aquí no. Es decir, la forma de plantear el problema, o más bien el “tema” de cada episodio o cada grupo de episodios es tremendamente artificial, eso sí. Pero la conversación a la que da lugar, la forma de afrontar cada situación por parte de todas ellas, no lo es en absoluto. En definitiva, el punto de partida de cada conversación puede resultar un poco forzado, pero merece la pena pasarlo por alto porque el resultado final es absolutamente honesto, de una de las mejores maneras que he visto en televisión.

En su momento, Push Girls fue un reality que pasó sin pena ni gloria, sin hacer mucho ruido. Tampoco aspiraba realmente a otra cosa. Pero la verdad es que es uno de esos realities que todos deberíamos ver y que todos deberíamos recomendar. Push Girls es un reality interesante por sus protagonistas, interesantes todas ellas. Es un reality interesante por su desarrollo tan honesto. Y es, en general, un reality muy interesante por todo lo que aporta, que va mucho más allá del universo realitiero.