Los Gallaghers nunca decepcionan. Siempre tienen cosas en su contra, pero son supervivientes. Y la sexta temporada lo ha retratado mejor que nunca con humor, drama y cambios, muchos cambios. Esta temporada prometía ser, como mínimo, igual de grande que las anteriores. Y lo ha conseguido con creces.

Los Gallaghers no son perfectos, pero por eso los queremos tanto.

Shameless siempre ha triunfado en su manera de mostrarnos la fatalidad de la vida y a todos los que participan en ella, y especialmente en cómo luchar por vivir en un mundo tan horrible. La serie es siempre es la mejor representación de la realidad y nos hace sentir la vulnerabilidad de sus personajes, su crecimiento y cada transformación, gracias a la manera humana en que se interpretan y se muestran los problemas tal y como son; es decir, lo que hay detrás de una familia desestructurada, sin dramatismos ni falsedades, sino con la complejidad y el realismo que conlleva.

Por ello, a estas alturas, los Gallaghers nos divierten, entretienen, destrozan (y también nos dan un poco la vida) y se han convertido para nosotros en personajes indispensables: si alguno se quiebra, irremediablemente nos deja un vacío.

La sexta temporada ha sido el momento de verlos partir caminos, de ver cómo todo cambia. Los Gallaghers viven cada día más separados, inmersos cada uno en su situación personal, ya que al fin y al cabo han crecido mucho estos últimos años. Sin embargo, hemos tenido la suerte de poder verles a todos juntos en varias ocasiones (nacimientos, casas recuperadas) y, eso sí: tras la boda fallida, vuelven a unirse del todo –¡como nos gusta!-. Aviso de spoilers

FIONA

Fiona (Emmy Rossum) es el eje de la familia Gallagher, el lazo de unión de todos. Si en la pasada temporada la vimos con un error llamado Gus, ahora Fi no sólo ha logrado tener un empleo con responsabilidad, sino que poco a poco, parecía que había sentado la cabeza. En esta sexta temporada la hemos vuelto a ver su esencia de matriarca buscando mantener algo de seguridad y/o estabilidad para su familia, sobre todo cuando estuvieron a punto de quitarles la casa, momento en el que se volcó pidiendo créditos o incluso vendiendo su anillo de compromiso. Todo por intentar comprar en una subasta el hogar que les ha pertenecido toda la vida.

En el plano amoroso parecía que con Sean (Dermot Mulroney) había una promesa de compromiso honesta entre ambos. Vemos a una Fiona empeñada en enmendar los errores pasados, que quiere hacerlo todo bien: con vestido, sin sexo y por supuesto con una despedida de soltera bastante memorable.

Pero no es oro todo lo que reluce. Es duro pensarlo, pero Fiona no conocía a su prometido tanto como nos imaginábamos: por culpa de Frank (William H. Macy), y en medio de la que iba a ser su boda, sale a relucir que Sean sigue consumiendo heroína. La revelación nos dolió en el alma (gracias, Lip, por el puñetazo a Frank), porque si hay algo que los seguidores de Shameless sabemos es que los personajes se han convertido casi en nuestra familia: si Fiona sufre, nosotros sufrimos; ella más que nadie se merece ser feliz. ¿Cuándo le saldrá algo bien? Aun así, si somos objetivos, Fiona ha esquivado una bala que la podría haber destrozado con el tiempo.

IAN

Ian (Cameron Monaghan) es un personaje que ha sufrido mucho desde el duro diagnóstico de su bipolaridad (lo hemos visto al borde del colapso en varias ocasiones), pero esta temporada nos ha demostrado que también ha evolucionado otro tanto.

Después de su ruptura con Mickey Milkovich (Noel Fisher), Ian se afana por alejarse de impulsos pasados y buscar algún trabajo que le aparte de clubes nocturnos. Así encuentra su vocación: ser bombero. Tras perder su puesto porque su jefa se entera de que mintió en cuanto a su enfermedad, lo cierto es que Ian ha demostrado ser uno de los personajes con más coraje. El discurso sobre su bipolaridad fue increíble (todos nos sentimos muy orgullosos de él), una gran crítica a la sociedad y al mismo tiempo un homenaje al compañerismo que demostró la importancia de luchar por aquello que realmente te llena y por lo que te has esforzado y, además, ayudó a Ian a admitir que lo suyo es una enfermedad, un hándicap, pero no por eso es malo o peor que nadie.

Por otra parte, su relación con Caleb (Jeff Pierre) le ha permitido abrirse en determinados aspectos, en lo que a una relación convencional se refiere, y ha podido ser abiertamente gay en situaciones donde hace unas temporadas no podría haber estado cómodo. ¿Tendremos los espectadores que pasar página con esta relación? ¿Volverá Mickey algún día? ¿Quizás un trío como el de Svetlana/V/Kevin? 

LIP

La carrera de Lip (Yeremy Allen White) comienza a coger forma en la universidad: colabora con el profesor Youens (Alan Rosenbergy conoce a Helene (Sasha Alexander). Estrategias de exnovias aparte, sabíamos que la relación no podía salir bien y que acabaría yéndose de las manos a ambos (por mucho que nos duela). De todos modos, aunque Helene le dejó el corazón roto, finalmente Lip acaba recuperando su virilidad (con las artimañas de Queenie) y aprovecha las ventajas de vivir en una casa llena de mujeres.

Sin embargo, si pensaba que tenía sus gastos cubiertos con su beca y el trabajo en la hermandad, lo ha tirado por la borda debido a una borrachera con la que acaba en el hospital.

Al final de cada temporada siempre tiene que haber un Gallagher que termine totalmente hundido, aparte de Fiona, y le ha tocado a él. Lip era uno de los pocos Gallaghers con esperanzas de salir de la vida que tenían, pero parece que sigue los pasos de Frank y da miedo. El momento en el que está en el bar dando uno de los discursitos típicos de su padre es sencillamente brutal (menos mal que Kev le advierte: «¿notas lo cómodo y usado qué está ese taburete? Es de Frank»). En definitiva, Lip es un personaje que está muy deteriorado, pero esperemos que no esté destrozando todo su esfuerzo anterior. Afortunadamente, cuenta con el profesor Youens, que al final ha acabado ejerciendo un poco de figura paterna mezclada con ángel de la guarda. Esperemos que Lip vuelva al buen camino. ¿Entrará a la rehabilitación?

DEBBIE

Debbie (Emma Kenney) ha dejado –ya por completo- de ser la adorable niña de las primeras temporadas, la que parecía saber qué hacer con su vida, lo que le convenía o no; era responsable y, en definitiva, lo tenía todo más o menos controlado. Hasta que llegó la pubertad, claro. Tras desear quedarse embarazada y conseguirlo, tener un bebé parecía más una posibilidad a ojos de los Gallaghers (en especial de Fiona, que trata varias veces de quitarle la idea de la cabeza, y de forma literal  pues también ella va a abortar) que cualquier otra cosa. Pero no: Debbie quería tener un bebé y vaya que si lo ha tenido.

¿Ha sido poco sensato? Tal vez. Pero recordemos que ha sido víctima de las continuas decepciones de Frank -y ha sido la que más ha creído en él, por así decirlo-, lo que ha desencadenado una necesidad de afecto constante que ha desembocado en su particular y agobiante intento de formar una familia. Con Derek huido, Debbie termina ejerciendo de figura materna en una familia -papel que la ayuda a saber lo que es ganarse la vida-, acosada por un fetichista de las embarazadas o viviendo en una comuna.

Tras dar a luz al bebé, ha tenido que afrontar todas las consecuencias de ser madre adolescente y, además, superar su resentimiento hacia Fiona. Finalmente, observamos que ha empezado por fin a razonar, ha aprendido que debe pedir ayuda (al fin y al cabo es una niña al cabo de otra) y ha dado su brazo a torcer yendo a la boda. Esperemos que la charla de la médica le haga reaccionar y también que vuelva a la relación que tenía con todos sus hermanos.

FRANK

Aunque cueste creerlo, la muerte de Bianca lo dejó hecho polvo. Por ello, Frank ha pasado de llorar y algo más su muerte a aconsejar a su manera a enfermos terminales. Este particular oficio ha hecho que sugiera a Debbie vivir con una familia, cuya madre está enferma de cáncer, para finalmente llevarse una sorpresa cuando la mujer ha resultado ser lesbiana y, además, ser la que quiere rollo con Debbie. Después de este suceso, Frank se embarca de nuevo en una antigua relación con Queenie, hasta que termina vendiendo la droga de su comuna hippie a los matones de Carl.

Francamente, Frank nos ha sorprendido un poco en cuanto a su relación con Debbie y Fiona: ha habido varios momentos en los que ¡hasta parecía un padre! Pero no: al fin y al cabo, es Frank.

Por otro lado, dolido por el rechazo de Sean, Frank encarga que lo maten, sin éxito. Esto (más el hecho de que se siente ofendido por no estar invitado a compartir el día especial de Fiona) hace que intente con todas sus fuerzas sabotear dicho acontecimiento. Y lo logra. Si profundizamos un poco, veremos que Frank sólo es sincero cuando le beneficia, por venganza o cuando puede herir a los demás. Todos estamos de acuerdo en que éste ha sido uno de los momentos más bajunos y rastreros que ha tenido como personaje; no era el escenario correcto ni el momento correcto, pero así es Frank: puro egoísmo.

A veces se nos olvida lo mal padre que es, incluso le tenemos aprecio, nos reímos o estamos de acuerdo con él en muchos de sus monólogos moralistas cargados de crítica social, pero en el fondo es una tragedia andante que arrastra a su tragedia personal a los que le rodean (ya lo podrían haber tirado por el puente desde la primera temporada). A pesar de este amor-odio, ¿qué sería de Shameless sin Frank?

KEV-V-SVET

Líos griegos aparte, esta temporada Kevin (Steve Howey) y Verónica (Shanola Hampton) han acogido a varios niños refugiados y también les ha ido genial con su bar durante un tiempo. Pero el hecho esencial ha sido el matrimonio de Verónica y Svetlana (Isidora Goreshter), para evitar la deportación de ésta última, matrimonio al que Kev se niega. La solución que plantea llega tarde y mal porque las chicas se casan en secreto y no sólo eso: deciden consumar su matrimonio. Finalmente, los tres han encontrado la armonía y bastante bien, de hecho.

CARL

Ni una familia desestructurada, ni la pobreza, ni el tráfico de drogas, ni el reformatorio, ni siquiera ver la muerte tan de cerca han logrado tumbar al personaje que más ha evolucionado esta temporada: Carl.

Le hemos visto salir del reformatorio habiéndose ganado el respeto y la admiración de todos, para convertirse en un gánster de la ciudad y el nuevo héroe del barrio: ha salvado a los Gallaghers del desahucio y de la ruina y le estaremos eternamente agradecidos. Pero no todo ha sido fácil para él, pues la pérdida de su amigo Nick lo dejó destrozado y muy perdido.

Aun así, este duro golpe le sirvió para encauzar su vida, alejarse de matones y olvidarse de todos los delitos que había cometido. De este modo, Carl (Ethan Cutkosky) ha conseguido un trabajo, se ha ganado el amor de Dominique -mostrando su lado más adorable- y va camino de ganarse el del estricto padre de ésta. Además, parece tener ganas de ser policía, ¿lo conseguirá?

Lo que está claro es que en la sexta temporada de Shameless, Carl ha sido EL personaje: ha sido brutal ver el cambio que ha dado desde que empezó la temporada hasta ahora, de traficante de drogas a un hombre ejemplar, luchando por el amor de su chica y convirtiéndose en alguien totalmente imprescindible en la serie.

Vamos a tener que esperar unos meses para saber qué ocurrirá en la séptima temporada. Hasta entonces,

Once a Gallagher, always a Gallagher!

PD.: Mickey, Sheila, ¡volved! (Sammy, tú no. Nunca).