Ocho meses he tardado en decidirme a ver una de las últimas series originales de Netflix, Marco Polo. Será que no me interesaba mucho, será que tampoco percibí mucho ruido alrededor de la serie, y a fin de cuentas siempre estoy cargadísimo de series. ¡Como para ponerme con otra más! Y cuando por fin me decido a verla, quién me iba a decir que iba a tardar 3 días en verme la temporada entera y que iba a estar contando los días que faltan para el estreno de la segunda temporada.

Y es que estamos en verano, y aunque mi tiempo sigue siendo tan limitado como el resto del año, hay que aprovechar que hay menos series en emisión para ver cosas nuevas. Sin embargo, los motivos que me impulsaron a ver la serie fueron tan distintos como absurdo uno de ellos. Por un lado, un comentario de una amiga sobre el trato tan peculiar que tenía el personaje protagonista en la serie ya consiguió llamar mi atención. Por otro (el motivo absurdo), un juego de la play. Tal cual lo cuento. Resulta que la trama de este juego iba sobre un supuesto descubrimiento oculto de Marco Polo. Me resultó tan interesante que decidí empezar con el primer capítulo. Y resulta que lo que me encuentro no es lo que pensaba que iba a ver.

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Cuando uno habla de Marco Polo piensa en ese comerciante veneciano que operaba por la ruta de la seda y que acaba viviendo grandes aventuras en Asia. Historias que si bien no se sabe seguro que sean ciertas, pueden tener el suficiente interés como para ver una serie sobre él. Y aún así, insisto, no me había puesto con ella. El caso es que mi sorpresa fue mayúscula cuando me encuentro con que sí, habla de su estancia en Asia, pero no de la forma que me hubiese esperado.

Ya el comienzo es maravilloso, y es que el opening de la serie es puro arte. La historia comienza con Marco, su padre y su tío sufriendo un ataque por parte del pueblo Mongol y siendo llevados a presencia de Kublai Khan. Tras esto, un breve flashback nos enseña que Marco no fue bien recibido en este viaje. Su padre no quería que fuera y se coló de polizonte. Empezaron con mal pie pero un viaje tan largo ha servido para limar asperezas. O quizás no, ya que para quedar bien con el Khan, el padre de Marco decide dejar a su hijo como ofrenda a cambio de que les mantengan abiertas las rutas comerciales. Marco no puede creerse lo que acaba de pasar, ¿en serio su padre le está abandonando a su suerte en un pueblo de bárbaros? Kublai acepta el trato, atraído por la forma de hablar de Marco, quien es capaz de describir un desierto como un mar de arena donde se escucha hablar, como si fuera un cántico, a los viajeros que han perdido sus vidas intentando atravesarlo.

A partir de ese momento empieza una nueva vida para Marco, a quien asean, visten con otros ropajes, enseñan su estilo de vida y hasta instruyen en las artes marciales para que aprenda a pelear. Es un prisionero sin celda. No puede salir de las tierras mongolas, pero es libre para visitar todo lo que quiera y aprender una cultura que pese a lo que se pensaba en esa época, no tiene nada de bárbara.

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A través de los ojos de Marco conocemos una sociedad que seguramente no es como nos esperábamos. O por lo menos yo no me la esperaba así. El Khan se reúne con todos los miembros de su gobierno cada vez que hay que tomar una decisión, y las reuniones suelen ser todas con un tono de lo más cordial, incluso cuando no están de acuerdo entre ellos. Reuniones que se producirán muy a menudo, ya que el Khan quiere hacerse con el dominio de toda China, y para ello tiene que conquistar la ciudad amurallada de Xiangyang, perteneciente a la dinastía Song y que es la llave para la conquista total de China, quienes acaban de perder a su querido emperador. Marco ayudará a esa tarea y a muchas otras simplemente “contando lo que ve, como lo ve”, que es el motivo principal por el que el Khan lo tiene a su lado.

A quien no llega a ver mucho es al Canciller Jia Sidao, también conocido como el Ministro Grillo por su afición a “jugar” con mantis. El canciller conspira no muy en las sombras, la verdad, para hacerse con el poder y acabar con el pueblo Mongol. Poco a poco demuestra la crueldad que atesora y el dominio que tiene del Kung Fu.

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Como digo, la historia y sus personajes son muy interesantes, así como conocer al pueblo Mongol de la mano de “Master Marco”, que es simplemente fantástico, y asistir a los tejemanejes de la guerra entre Kublai Khan y la dinastía Song. Sin embargo esos son también sus puntos débiles a la hora de recomendarla. Marco Polo es una serie lenta, cuenta las cosas con mucha calma, y si no somos amantes de la historia, se nos puede hacer muy cansada y aburrida. A mi personalmente, como he dicho al principio, me ha parecido fantástica, y el final es genial, dejando la trama principal cerrada y abriendo la puerta a otra más interesante aún. Si os atrevéis, ya me contáis en los comentarios qué os ha parecido.