Como todos sabemos, aun a día de hoy, cuando hablamos de comedias familiares en la ABC, a la gente le viene a la cabeza Modern Family. Prueba a hablar con familiares o amigos, que si alguna les suena, será esta precisamente. Y lo triste es que, de hecho, no es ni de lejos de lo mejor que tienen. Ya os hablé hace un tiempo de esa maravilla que es The Middle (y que en su séptima temporada lo sigue siendo, consiguiendo que nos emocionemos con ella semana sí y semana también), y ahora vengo a hablaros de Black-ish.

Black-ish es una comedia familiar centrada en una familia de raza negra que vive en las afueras. Es decir, en un ambiente típico de cualquier familia de una comedia familiar cualquiera. Y el título hace referencia precisamente a eso. Cuando Dre, el padre de familia, empieza a ser consciente de que están perdiendo un poco su contacto con sus raíces, decide que es necesario ponerle remedio.

Realmente ese es el punto de partida de la serie, y lo era de una forma más intencionada (o forzada, seamos sinceros) cuando la serie empezó la temporada pasada. De hecho, aunque me gustó el piloto, tuve mis dudas acerca de si iban a poder conseguir que acabara de funcionar del todo. Desde entonces, claro, ha ido evolucionando. Y sin perder de vista qué es aquello que quiere contar, ha ido matizándolo. Y así ha ido convirtiéndose en una comedia muy a tener en cuenta, con una segunda temporada que les ha quedado absolutamente redonda.

Para que os hagáis una idea, hace un tiempo en twitter Gaceru la describió como una especie de mezcla de The Middle y The Carmichael Show (de la que también os hablé por aquí, y a la que os sigo recomendando echarle un vistazo, que también se está marcando una segunda temporada de levantarse y aplaudir), y no se me ocurre una mejor manera de describirla. Porque es exactamente eso. Con sus propios matices y sus propias características que la hacen diferente, pero tiene una esencia que podría describirse muy bien como la mezcla de las dos.

Tiene el punto de The Middle en el sentido en el que hemos conocido a esta familia. Y es una familia en la que las relaciones entre ellos tienen sentido. Entiendes el cariño que se tiene este matrimonio y cómo, a pesar de todas las pegas que se le pudieran poner inicialmente a Dre, funcionan a la perfección, se complementan y son, de alguna manera, una forma de complementar las excentricidades del otro. Y lo mismo con los cuatro hijos. Todos ellos tienen sus personalidades propias. Los mellizos son un regalo para la humanidad, como también lo es Zoey, la hija mayor. E incluso Junior. Y cuando se dedican a reírse unos de otros y hacerse perrerías de hermanos, ves en ellas reflejadas cosas de tu propia familia. Y, a través de ellas, los vamos viendo crecer. Poquito a poco, que acabamos de conocerlos. Y entonces te das cuenta de que están creciendo, como en ese episodio de la segunda temporada con Zoey como futura guardiana, y te emocionas. Porque se lo están ganando. Estás conectando con ellos.

Y tiene un punto de The Carmichael Show porque tiene algo que contar, tiene temas importantes que tratar. Y lo hace, desde su propio punto de vista. Y es esa comedia que dedica un episodio a hablar a sus hijos de la razón y la importancia del Black Lives Matter. Y es una serie que dedica tiempo a hablar sobre armas. O que trata el tema Cosby (in my opinion, más acertadamente que The Carmichael Show). Y lo hace de forma que entras en los temas, que son temas serios, y al mismo tiempo lo hace de forma divertida.

Eso aparte, Blackish tiene una maravillosa colección de secundarios geniales. A lo largo de estas dos temporadas, han aprendido a utilizar la fauna del trabajo de Dre y sus conversaciones son algo digno de enmarcar, habiéndose convertido en uno de mis chistes favoritos de los episodios. Y Charlie, por supuesto. No podemos decir suficientes cosas buenas de Charlie. Dejando también un hueco muy especial para los abuelos.

Así que, si estáis planteándoos empezar una comedia familiar, echadle un vistazo a Blackish ahora que solo llevan dos temporadas. Merece la pena, de verdad. Es una comedia estupenda, muy divertida, con su propio punto de vista y, sobre todo, mucho corazón.