Cuando la pobre –en sentido figurado- Jennifer Lynn López Rodríguez, mucho antes de convertirse en JLo, quiso ser cantante, la llamaron loca, como en la canción de Mocedades. Sí, la canción era más buena que la madre Teresa, pero en general se la miró como otra wannabe que quería probar suerte en la música cuando ella, no sé si claramente, era actriz. Lo contrario a lo que le ha pasado siempre a la Madonna. Pero Jenny from the block tuvo más éxito moviendo el body en los escenarios que en los platós. Aún.

 

Shades of blue: Jennifer López… y otros

 

Hoy, que regresa con fuerza y ganas –también como productora– a la tele, porque la tele ahora mola mucho y da premios y fanes por doquier, también se enfrenta al prejuicio: ¿qué hace ahora esta en la pequeña pantalla si tiene ya hasta un disco de grites jits? Pues que la tomen en serio como intérprete no solo vocal. Pero Jennifer parte con muchas sombras en esta andadura, porque ella no es en este punto una actriz o una cantante. Es una celebritis. Y su personaje en la alfombra roja se come al baile, al cante y al más o menos cante que pueda dar cuando el piloto rojo de la cámara se enciende.

shades-of-blue-trailer-jennifer-lopez

La pistolera ha llegado ya a la ciudad

En este panorama, JLo necesitaba un papel de estos duros, fuertes, de los que hacen ganar un Óscar a las actrices de comedia cuando se pasan al (súper)drama. ¿Lo consigue en Shades of Blue, la serie que acaba de estrenar y de la que es, por supuesto, protagonista total? Pues… no. Fifty/fifty. Ni pa ti ni pa mí. A ver, no sale explosiva ni lleva alta costura enseñando garra (ni siquiera se le rompe el short cuando sale a apatrullar). La producción es (o intenta ser) seria, y va de agentes un tanto peculiares (por no espoilear). Se rodea de gente con trayectoria y reconocimiento como Ray Liotta –que, justo hace unas semanas, se reía de sí mismo en Modern Family-. El piloto es correcto, pero, aunque son polis y pegan tiros, no mata.

Y ahí viene el quid. Que Shades of Blue no es mala. Pero tampoco buena. Y eso es lo que más juega en su contra. Una serie la ves porque es tan condenadamente buena que no puedes remediarlo… o porque es tan rematadamente mala que no puedes remediarlo. Y esta ficción, aunque se está ‘chucheando’ por momentos, se queda ahí en un limbo. Hay que reconocerle el esfuerzo, el intento de cambio de registro y que JLo se disfrace de Drea de Matteo, precisamente, ¡en una serie con Drea de Matteo! Sí, el mundo puede ser maravilloso. Si la Adriana de Los Soprano se quejaba en Mujeres Desesperadas de poca trama en comparación con sus compañeras, ¡que se prepare ahora a estar de segundona!

642e184b7ec32dee15f2745b3ded0c49d9fe13bb

Sombra aquí y sombra allá

Si somos verdaderosos, le concederemos a Jennifer López que lo que perpetra con Pitbull es mucho, mucho peor. Y que quizá ya haga lo que haga no se le juzgue con imparcialidad (no hay más que ver la que se ha montado con uno de sus comentarios en American Idol, cuando ella es la juez, que tampoco era para tanto…). Pero si lo que quería era la notoriedad catódica, quizá haber rebajado la atención, un pequeño papelito en una de HBO o una secundaria en alguna pseudogenialidad de Showtime que se desinfla a la tercera temporada, o un cameo en una de Netflix, le hubiera rendido más que esta historia inocua de poli, madre, amiga… y enemiga.

De momento, la audiencia está con ella. Veremos si sigue allí dentro de unas semanas o si, una vez comprobado que Jennifer está en el cuerpo, pero no va a ser el cuerpo del delito, se mantiene el interés por Shades of Blue. La última sombra que Jennifer López añade a su nutrido currículum es de momento azul, pero puede convertirse en ‘grey’.

PD: Este artículo se escribió mientras sonaba de fondo ‘On the 6’, el primer álbum de Jennifer López, lo que ha podido influir en su objetividad.