En el Reino somos muy de distintos tipos de maravillas mamarrachas, y las series más trash son nuestra razón para vivir. Os descubro el mundo, ¿verdad? Que en una página donde amamos a las mentirosas por encima de todas las cosas seamos muy de abrazar nuestro lado mamarracho debe de ser toda una sorpresa. El caso, que obviamente en cuanto leímos de qué iba a ir Star, ya nos hicimos ilusiones. Es decir, ¿qué mayor mamarrachismo que la formación de un girl group con mucho tirarse de los pelos y/o los pendientes? Y yo la primera. Vivo por estas cosas.

Así que así estaba yo, toda emocionada por Star, cuando vi el piloto y me quedé con cara de tonta. Porque sí, era mamarracha. Y sí, era exactamente lo que prometía, pero al mismo tiempo, no. Para nada. Vamos, que estábamos ante una serie que te cuela un intento de asesinato por alguna razón en medio de la trama de “chica por fin sale del sistema después de una infancia y adolescencia chungas, va a buscar a su hermana pequeña y se van a Atlanta a formar un grupo con una niña bien que quiere triunfar sin ayuda de su padre muchimillonario Y SUPERESTRELLA MUSICAL”. Literalmente. Y que, a pesar de todo, nos dejaba un poco con una sensación que no podría describirse mejor que con un “pues vale”.

Con todo esto, muchos de los que la empezaron relativamente ilusionados decidieron bajarse del carro en cuanto vieron el percal. Y lo entiendo. De hecho, la única razón de que yo decidiera seguir probablemente se encuentre en que tengo demasiado tiempo libre y absolutamente nada útil que hacer con mi vida. Soy presa fácil. Y decidí que, ya que estaba, pues iba a darle más episodios. Y no sé cómo ni por qué, pero de alguna manera Star acabó convirtiéndose en una serie con la que he estado disfrutando como una boba. Y que ha conseguido darme absolutamente todo a lo largo de los episodios.

Y no solo por la música. Porque, ojo, la música es desde el principio un punto a favor, con canciones tremendamente pegadizas y unos vídeos musicales que cuelan de vez en cuando en los episodios que son a cada cual mejor. Y además de verdad, que cuesta elegir solo uno, porque son joyitas. Aunque, como muestra, intentad quitaros esta canción de la cabeza (y sí, antes de que preguntéis: están grabando una demo en el ala de psiquiatría de un hospital. Bienvenidos a la maravillosa joya que es Star):

¿Ha sido la serie que se ha vuelto buena en algún momento o he sido yo que ya simplemente no tengo criterio ni nada que se le parezca? Pues, sinceramente, tampoco lo tengo muy claro. Pero me inclino un poco por alguna versión de la primera opción. Énfasis en “versión”. ¿Que por qué? Pues porque, a ver, buena, realmente buena, lo que se dice buena, digamos que Star no es. No realmente. Que a ver, la filosofía de Star es una especie de «vamos a colar absolutamente todo lo que se nos vaya ocurriendo, tenga o no sentido porque a quién le importa que algo tenga sentido». Tampoco diría que es lo más maravillosamente mamarracho que he visto nunca, aunque bien puede ser verdad que de algún modo Star haya acabado abrazando su mamarrachismo de una manera que podría considerarse verdadero arte. No, buena no sería la palabra que mejor la describa. Pero de alguna manera es perfectamente suya y funciona perfectamente de una forma que no debería ser posible.

¿Que qué quiero decir? Pues a ver, que me explique. Es una serie que abraza su lado trash, que entiende su lado trash, que explota la rivalidad de las chicas, que no tiene ningún problema en ponerlas a tirarse de los pelos y que de paso cuela asesinatos y pseudo-mafias y a Naomi Campbell reaccionando a cosas de la forma más mamarracha posible. Que sabe que todo esto es parte de su esencia y no se avergüenza de ello. Y al mismo tiempo te cuela una crítica social, entra en el BLM y tiene a una mujer trans (interpretada por una actriz trans, por cierto. Como debe ser) enfrentándose a unas situaciones mucho menos idílicas que lo que nos vende Caitlyn Jenner. Y nos muestra las injusticias de la justicia en Estados Unidos y nos habla de brutalidad policial y de todos los demás fallos del sistema. Y mientras nos cuela todas las tramas culebronescas que os podáis imaginar. No, en serio, todas. Y, de alguna manera, todo funciona. Todas las partes, la parte seria y la parte mamarracha, funcionan. Por sí mismas. Y, sobre todo, en conjunto. Forman parte del mismo universo, y de algún modo una no le quita fuerza ni sentido a la otra. No debería funcionar, la lógica dice que no debería funcionar, porque técnicamente y de forma objetiva, todo en Star es un absoluto desastre. Pero misteriosamente funciona.

Y, por el camino, consigue que acabemos cogiéndoles cariño a sus personajes. Empezando por Cotton y todas sus desgracias, siguiendo con la Carlotta de Queen Latifah y su infinita colección de pelucas (ríete, Viola Davis), a la que no siempre apoyamos (porque hace cosas que no), pero madre mía si no es un personajazo. Hasta el Jahil de Benjamin Bratt, que no deja de ser el manager de mala vida y con ese fondo grasiento pero también corazón y encanto, acaba siendo alguien a quien queremos como parte de la familia. Y Eva, la mala pécora de Eva, que da vida y sangre a todo.

Por encima de todo, de todos modos, Star funciona porque las tres chicas del grupo funcionan muy bien. Porque dentro de todo el tono trash y mamarracho, sus personalidades, no necesariamente fáciles, su amistad y absolutamente todo en ellas es… tremendamente natural. En una serie que existe sobre el papel como una locura over the top, Star, Alex y Simone son tres chicas a las que te crees. Que tienen muchísimo carisma y, sobre todo, muchísima química. Son hermanas y son amigas, y se quieren y se lanzan pullas. Y se gastan mucha mala baba, pero se entienden y, de alguna forma, se respetan.

Con todo, Star ha acabado siendo una serie que ha escrito sus propias reglas, a la que le importa un pimiento lo que piensen de ella. Y que se toma en serio y no se toma en serio y sabe perfectamente qué contar y cómo. Una serie con unos personajes a los que no cuesta querer, a pesar de que no son personas necesariamente fáciles de querer siempre. Y con unas canciones que os reto a sacaros de la cabeza una vez las escuchéis. Es una serie cuya primera temporada ha pasado algo desapercibida, pero que desde el Reino no podemos hacer otra cosa que animaros a verla. Y madre mía si no tenemos ganas de que vuelva ya con su segunda temporada.