Era verano, hacía calor y no tenía nada mejor que hacer. Bendita conjunción cósmica que hizo que mi mente dijese «sé que no me va a gustar porque es una serie romanticona pero venga, voy a echarle un ojo a Outlander». Y así vi uno, dos, tres… y de pronto estaba emocionado ante la noche de bodas más intensa y espectacular que jamás haya visto ni en televisión ni en cine. Puro arte.
Acaba de terminar la primera temporada de Outlander y el resultado no podría ser más sorprendente: ¡pedazo de serie!
Outlander tiene esa magia que pocas series logran generar. Un aura llena de personalidad, fruto de los encantos de los paisajes y personajes de Escocia, de su música y de una historia contada con puro arte.
La serie es una gran historia de amor, predecible hasta sus últimas consecuencias. ¿Lo mejor? Que Outlander es consciente de ello, lo asume y hace que juegue a su favor. Si el amor inevitable entre los dos protagonistas es el motor que mueve la acción, lo que vamos a encontrarnos por el camino es una serie de aventuras, Historia y toques de ciencia ficción. Ni más ni menos. Con un par.
La primera temporada se ha dividido en dos mitades. La primera finalizaba por todo lo alto, con un capítulo de esos que merecen enmarcarse. Un capítulo en el que todos sabíamos qué iba a pasar: era una noche de bodas. Pero oye, qué intenso todo. Qué emoción. Qué tierno. Y sobre todo, qué creíble. Qué bien nos contaron una historia de amor en la que el sexo está necesariamente presente, pero de forma armónica, nada gratuita. Y qué cuerpos.
Los haters ya estarán riéndose. Qué blandengue se nos ha vuelto Visionado. Toda una nenaza. A ver cuándo le baja la regla. Ja ja, je je, ji jo ju. ¿Yo, nenaza? Bueno, tal vez. ¡Pero romántico! Por ahí no paso. ¡Que soy menos romántico que un vídeo de fisting! Outlander es una serie «de amor», pero nada de ñoñerías. Vedla y os sorprenderá todo lo que puede ocurrir durante una noche con una pareja encerrada en un dormitorio. Vedla y me contáis.
Nadie daba un duro por Outlander y, de pronto, resultó ser una joyita. Tanto, que los señores de Starz (a los que yo imagino con cuernos y patas de cabra) decidieron partir la temporada en dos y tuvimos que esperar a que hace dos meses se retomase la emisión para ver cómo seguían las aventuras de Claire y Jamie.
¡Ah! ¡Que todavía no he hablado de los protagonistas! Claire (Caitriona Balfe) y Jaimie (Sam Heughan), dos bellezones con una química brutal entre ellos. Dos personajes llenos de dudas e inseguridades que son de lo más humanos que nos podemos encontrar en pantalla hoy en día. Una delicia.
El listón de la primera tanda de capítulos estaba muy alto. Por eso parecía que la segunda tendría que ir a menos. Y a ver, si soy sincero, sus inicios sí me decepcionaron. Por un momento pensé que la genialidad había terminado en sus primeros ocho capítulos. Y de pronto, ya había visto uno, dos, tres… y estaba de nuevo enganchado a esta pareja de la que uno no puede quitar sus ojos. La serie no iba a menos, nada de eso. Simplemente estaba virando el rumbo y avanzando a toda vela hacia adelante, con todas las consecuencias. Todo lo que creíamos que no ocurriría jamás, ocurrió y los problemas de los primeros capítulos se quedaron pequeños mientras podíamos disfrutar y conocer más a fondo esa Escocia rural que sirve de traje perfecto a la serie.
Con más aventuras que nunca, por fin llegamos al capítulo final, un episodio que te deja con un buen sabor de boca, pero que empieza dándote un par de bofetadas. Eso sí, te las da de forma magistral. Te engaña y te suelta la verdad a bocajarro haciendo que tu boca se abra de tal manera que podrías tragarte a Falete de un bocado y sin pestañear. Lo que se llama un ¡zasca, en toda la boca! Y así, cuando creías que el capítulo iba a ser una hazaña épica, se queda en un un capítulo brutalmente intimista. Otro capítulo de amor y sexo en perfecta conjunción, que hace que la noche de bodas quede ya muy lejana. Para lo bueno y para lo malo. Es el culmen de una huída hacia delante que no sabemos qué tendrá como próxima parada.
Si se le da una oportunidad, Outlander es capaz de callar muchas bocas. Soy prueba viviente de ello. Habrá segunda temporada que, en principio, podremos ver en agosto. Pero a mí esta historia me ha convencido tanto que voy a matar la espera leyéndome la novela.
P.D. Por cierto, para los haters del romanticismo. Parece ser que la inspiración para escribir la primera novela de la serie llegó a la autora viendo una serie. ¿Sabéis cuál? La mismísima Doctor Who. Ahí es nada.
Yo también me enganche enseguida a Outlander algunos episodios son de traca, en el penúltimo de la primera temporada pensé que me iba a dar una taquicardia y en la 2T el capítulo titulado Faith es super emotivo. La quimica entre la pareja protagonista es un punto a su favor y la ambientación otro.
Con los libros es igual, la saga me la recomendó hace años una amiga y fue droga pura. El primero no duró ni 3 días.
La adaptación ha resultado ser maravillosa, en todas sus facetas. Y para mi sí que era una apuesta segura, sabía de su éxito literario y no tenía dudas de que la gente que la descubriera ahora se iba a enamorar.
Ahora con la 2T me vienen los mismos miedos que tuve con la primera, si darán con los actores ideales para interpretar a los nuevos personajes que llegan, pero tal y como acertaron esta vez, seguro que lo vuelven a conseguir.
Diana Gabaldón se lo merece 😉