Si hay algo que me está encantando en estos últimos años, ha sido ver cómo poco a poco va tomando más importancia la diversidad en televisión. Cada vez le damos más importancia a la representación racial, de personajes LGBT+, de las mujeres y de su papel delante y detrás de las cámaras. Y le damos cada vez más importancia a que esa representación sea honesta y respetuosa y, sobre todo, contada de acuerdo a un punto de vista propio, el suyo propio. Y todo eso es estupendo. Una buena representación de la diversidad, de toda diversidad, es algo a lo que la televisión, ya sea a través de la ficción o de la no ficción, debería aspirar. No solo porque todos tenemos derecho a vernos representados, no solo porque nos enriquece a todos, sino también porque añadiendo puntos de vista, conseguimos que aquella historia que contamos sea también más compleja, más completa y, sobre todo, más interesante.
Con lo que sí, estoy muy contenta del peso que ha ido ganando la representación de la diversidad en televisión. De todos modos, esta conversación constante sobre diversidad, a pesar de ser un paso en el camino correcto, no es todo lo que podría ser. Y, como miembro de una de esas minorías que se siguen pasando completamente por alto, incluso cuando se aspira a representar de la mejor manera posible la diversidad, eso a veces duele. Si hay algo que se queda fuera de la conversación al menos un 80% de las veces, ese algo es la discapacidad. Hace un tiempo, estaba escuchando a Maureen Ryan hablar sobre la diversidad en la dirección de los episodios de televisión, y me quedé esperando alguna mención a personas con discapacidades. Y sigo esperando. Y así con prácticamente cualquiera de los artículos y discusiones que se tienen sobre el tema, y que tanta fuerza (con razón) han ido ganando entre los críticos.
Lo cual es bastante triste, y un poco preocupante. La discapacidad en televisión, por lo general, sigue siendo un añadido que se da muy de vez en cuando, y lo que es peor, habitualmente desde el punto de vista de una persona no discapacitada. Lo cual nos lleva a que, cuando de hecho se trata el tema y no se pasa completamente por alto, aprovechen para colarnos historias de superación y otras narrativas similares que, a ojos de la mayoría, pueden parecer completamente inocentes, pero que muchos otros sabemos que no es así. O esas caracterizaciones un tanto cuestionables que se hacen de las enfermedades mentales, aunque series como My Mad Fat Diary o Please Like Me vayan haciendo pequeños esfuerzos.
Todas estas cosas podrían empezar a solucionarse, o al menos se podría empezar a ir en la dirección contraria, de verdad que no es tan difícil al menos intentarlo, aunque todavía no se haga ni mucho menos lo suficiente. Un primer paso sería que se favoreciera la presencia de personas discapacitadas delante y detrás de las cámaras. Por ejemplo, siempre me resulta chirriante los poquitos actores con discapacidades que vemos de forma habitual en televisión. Por supuesto que hay excepciones, y ahí están Switched at Birth o Fargo (de todas las cosas que me encantan de Fargo, una que apenas se comenta es que en sus dos temporadas, ha contado con actores con discapacidades para interpretar personajes con las mismas discapacidades, y eso tristemente sigue siendo una rareza actualmente). Hay quien piensa que si un personaje tiene una discapacidad, el actor que lo interpreta debe tener también una discapacidad, y que es una falta de respeto y simplemente está mal cuando actores sin discapacidades interpretan a estos personajes (similar a lo que ocurre cuando actores cis interpretan a personajes trans). Personalmente, no lo veo tan blanco o negro, pero sí que creo que si es posible, es mejor que el actor que lo interprete tenga una discapacidad. Lo cual hace tremendamente frustrante ver, como pasó hace unos episodios en The Good Wife, en un papel muy secundario y perfectamente estándar, a una actriz no discapacitada interpretando a una mujer en silla de ruedas. Para ello, por supuesto, habría que empezar por hacer que las propias audiciones sean accesibles, algo que no siempre es así.
Aun así, lo que sí es absolutamente fundamental es que se entienda el punto de vista desde detrás de las cámaras, algo que de momento todavía no ocurre. Y, de nuevo, hay excepciones, desde Life Goes On a Legit, pasando por ER, que hicieron representaciones de la discapacidad que la entendían perfectamente, o que al menos se esforzaban por entenderla. Pero siguen siendo una minoría. Lo que hace que tenga bastantes ganas de que salga adelante el proyecto de la adaptación del libro de Ryan O’Connell. Es fundamental que se entienda el punto de vista de lo que quiere contarse porque de otro modo suele caerse en una representación absolutamente unidimensional y sobre la que aún tenemos que dar las gracias. Una representación en la que a veces parece suficiente la propia discapacidad como elemento único determinante del personaje. Con lo que ya de la posibilidad de interseccionalidad mejor ni hablemos.
Es posible que ahí los realities lleven un puntito de ventaja. Sin ir más lejos, ahí está victoria de Nyle DiMarco en ANTM (programa, por cierto, donde no es la primera vez que hay concursantes con discapacidades. Creo recordar que hubo, al menos, una chica ciega, otra que tenía lupus y otra con Asperger), por ejemplo, y lo bien que han aprovechado para mostrar siempre su punto de vista y hacer ver que aquello que a mucha gente puede parecerle normal no lo es. O los diferentes puntos de vista de las chicas de Push Girls, un reality que nunca me cansaré de recomendar. O, incluso, si ignoramos un poco algunas de las intenciones de los productores en el montaje, también tenemos a Christine Ha, la concursante ciega de Masterchef que ganó el programa hace un par de temporadas.
La representación es importante. La representación nos hace ver a todos que formamos parte de un conjunto, que nuestra experiencia no es algo aislado. Y puede parecer una tontería, pero el día que en Switched at Birth un personaje explicó a la perfección lo que es tener una condición que te hace perder paulatinamente “habilidades”, me eché a llorar, no de pena ni por algo negativo, sino por ver por primera vez reflejado en televisión algo que para mí es una realidad y que a veces resulta muy difícil de explicar. Ver a personajes complejos y completos ayuda, además, a cambiar el punto de vista. Porque sí, en pleno 2016 doy fe de que personas completamente desconocidas te paran a decirte que eres una fuente de inspiración para ellos porque tienes la capacidad de levantarte todas las mañanas a pesar de la supuesta tragedia que es tu vida.
La conversación sobre diversidad es algo que necesitamos. Es una conversación importante. Y está bien que la tengamos. Pero todo esto que comentaba más arriba demuestra que la representación de la discapacidad es claramente una tarea pendiente, y una tarea pendiente a la que probablemente le deberíamos dar prioridad. Y, al mismo tiempo, la falta de presencia de la discapacidad en la misma conversación nos muestra que aún queda muchísimo trabajo por hacer, que aunque las intenciones son buenas, aún nos queda muchísimo camino.
Un gran artículo, gracias por tomarte el tiempo. 🙂
Yo la verdad es que actriz famosa con discapacidad solo conozco a (o caigo en) la rubia sorda de The L Word.
Es una pena, pero también tiene que ser difícil para los guionistas tener en cuenta a todo el mundo (vamos, digo porque me imagino que no dejarán de poner a gente diferente por falta de ganas de variar muchas veces, si no que no caerán de primeras en estas cosas si no las tienen en su entorno) y luego además les tendrán que dejar, y Hollywood para esto como no seas guapo y caucásico casi hasta les cuesta.
Hay muchísimo que avanzar todavía, ¡si ni siquiera las mujeres están igualadas a los hombres en ningún país aún! (Y parece que son la primera parte discriminada en avanzar.) Es una pena pensar en lo retrasados que estamos a nivel humano. Pero este es el camino: reflexionar y conversar. Así que me alegro de ver estos granitos. 🙂
Por supuesto, no me cabe ninguna duda de que en un grandísimo porcentaje, el factor fundamental es que la gente no cae en que la discapacidad también existe y que hay que incluirla (y que sí, que forma parte de todo eso que nos gusta tanto de la «diversidad»). Por eso es precisamente más importante todavía. Si no se llama la atención sobre estas cosas, seguiremos igual pensando que lo estamos haciendo todo estupendamente. Yo creo que sí que es obligación de guionistas/showrunners/etc darse cuenta de estas cosas. Que no siempre es fácil, pero es necesario obligarse a ver un poco más allá de la propia experiencia de cada uno, porque no estamos solos en el planeta.
Y aun así, me consta que a veces, aunque se llame la atención, y se diga un «sí, ahora ya somos conscientes de que es importante», muchas veces se sigue pasando olímpicamente porque es más fácil, o porque son los estándares de Hollywood que comentas, o vete tú a saber por qué. Ahí está también el tema de los problemas que tienen los actores/directores/etc con discapacidades para que les dejen siquiera entrar en el mundillo. Pero eso es también lo que hay que corregir.
Por cierto, la de The L Word que comentas es Marlee Matlin, que es básicamente la actriz sorda de Hollywood (si necesitas a una actriz sorda, en un 90% de las ocasiones vas a llamar a Marlee Matlin). Ahora, por ejemplo, está en Switched at Birth, y ha salido en mil sitios más (por ejemplo, en The West Wing). Si hasta participó en DWTS! Además suele estar muy metida en estos temas, en fomentar la representación y en dar a conocer (y exigir que se respete) a la comunidad sorda.
Pero vamos, hay más actores con discapacidades, aunque sigan siendo un porcentaje vergonzosamente pequeño.