Por fin ha concluido la cuarta temporada de Person of Interest. Y qué temporada. La tensión y las confrontaciones de las tramas más relevantes de la serie la han mantenido en un nivel alto pese a los 22 capítulos que ha durado esta cuarta entrega, dosificando con cabeza la intriga y las revelaciones a la vez que presentaba nuevos frentes en esta guerra oculta entre Samaritan y la Máquina. Ahora bien, la season finale ha estado unos escalones por debajo del intenso final de la tercera temporada. Creo que va siendo hora de que pongan punto y final a la historia antes de que empiece a alargarse excesivamente para poder cerrarla por todo lo alto.
Pero no nos dejemos llevar por pensamientos pesimistas: esta cuarta temporada ha sido soberbia, y el inicio de la misma (con los protagonistas viviendo de incógnito bajo el ojo atento de Samaritan) fue un punto de salida lleno de tensión para una temporada que ha sabido mantener el suspense durante meses. Desde el primer capítulo hasta el último, la serie ha llevado por bandera una angustiosa paranoia persecutoria; más incluso que en temporadas pasadas (y, conociendo esta serie, eso no es moco de pavo). Al mismo tiempo, la nueva incorporación de la Hermandad con Dominic al frente como nueva amenaza criminal ha conseguido suplir sin problemas la “desmantelación” (por usar un eufemismo) de Vigilance en la temporada pasada. Dicha Hermandad entró con fuerza en el tablero y han sido derrotados con la misma fuerza, sin llegar a entender dónde se habían metido. Está claro que el juego que se traen entre manos ambas deidades virtuales les quedaba grande. Y, finalmente, Elías también ha caído (o eso parece).
Y es que, si hay algo que Person of Interest hace muy bien, eso es hilar tramas y personajes. Cada temporada, la serie ha ido incrementando el número de variables con que tenían que lidiar Harrold, Reese y compañía: Elías, HR, Vigilance, Samaritan, La Hermandad… Y se trata de un proceder peliagudo; vencer a una organización criminal de alto calibre para que, justo después, aparezca otra aún más peligrosa es un juego que puede dar malos resultados si no se tiene cuidado, pero Jonathan Nolan sabe lo que hace y no solo consigue mantener el interés del espectador ante tal maraña de tramas, sino que consigue conectarlas todas con una pericia admirable. Y esta es una de las razones por las que no me canso de recomendar Person of Interest como una de las series más interesantes de la actualidad.
Person of Interest empezó como un procedimental más, nada del otro mundo. Un protagonista de semblante de piedra que podía acabar con cualquier enemigo sin arrugarse el traje, un compañero muy inteligente capaz de manipular cualquier aparato electrónico según sus necesidades (o las del guión) y una amenaza inmensa de proporciones impensables. Sí, la serie tenía potencial, pero durante sus primeros episodios nada indicaba que se convertiría en un entretenimiento tan sólido. Poco a poco, de manera sutil, la serie empezó a incluir más y más tramas y personajes que, de vez en cuando, se entrelazaban con el rutinario caso semanal. Y, cuando quisimos darnos cuenta, la serie había dejado de lado su cualidad de procedimental para meterse de lleno en lo que de verdad interesaba: la Máquina, su naturaleza, su personalidad, su relación con sus ayudantes humanos. Luego vino Samaritan y ya nada volvió a ser lo mismo.
Otra de las cualidades por las que tengo tanto aprecio a esta serie es por su honestidad. La serie conoce sus límites y no intenta ignorarlos; al contrario, juega con ellos y los usa a su favor. La serie sabe que Jim Caviezel no puede hacer gran cosa con su limitado registro, y por tanto no intenta darle escenas sensibleras o excesivamente dramáticas. Sabe que debe seguir ciertas normas por su naturaleza de procedimental y, sin embargo, ha sabido retorcer esas normas para crear un híbrido perfecto entre la serie que debe ser y la serie que quiere ser. Ha planteado con naturalidad la evolución de los protagonistas hasta tal punto que su amistad y su conexión resulta más creíble que la de muchos dramas de baratillo. Y todo sin necesidad de momentos lacrimógenos o sensibleros, motivo por el cual cuando llega un giro dramático (como la muerte de cierto protagonista en la temporada anterior), no se siente forzado sino lógico y consecuente.
Pero no nos desviemos. Decía que este final de temporada ha sido más flojo que el anterior. Esto se debe a que, en aquel momento, ya jugaron la carta según la cual los protagonistas están a punto de caer para salvarse a la desesperada ante el aparente triunfo de Samaritan. Volver a hacer la misma jugada (aunque en este caso La Máquina cayera junto con los protagonistas) transmite cierta sensación de repetición. Además, todo estaba a punto de caramelo para que cayera alguno de los personajes principales y así dar una sensación total de tragedia (aunque esto puede que fueran expectativas personales). No obstante, estos puntos no empañan lo que ha sido un final de temporada trepidante e intenso como mínimo. Ese giro mediante el cual Samaritan toma el control absoluto, esa amarga conversación entre la Máquina y su creador, Harold, mientras de fondo sonaba Welcome to the Machine de Pink Floyd…
Por esos motivos pienso que la serie debería ir planteando ya su cierre, para evitar caer en la desidia y la rutina y puedan cerrar la historia con todo el acierto que se merece. Y parece que estamos de suerte, porque Person of Interest ha sido renovada para una quinta temporada. De momento no está confirmado que sea su última temporada, aunque todos los rumores apuntan a que sí. Además, como mención especial, dicha temporada constará, a priori, de 13 episodios, lo cual refuerza la sensación de final. ¿Qué nos esperaría en esta supuesta última temporada? Pues el desenlace de la guerra entre los dioses-máquinas que, a buen seguro, traerá muchas muertes y mucha desdicha a los protagonistas. Pero tendremos que esperar al otoño para saberlo.
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