The Leftovers va camino de convertirse en la gran serie del año por méritos propios. Con ella, HBO ha doblado la apuesta en su segunda temporada, reinventándose pero siendo fiel a su bendita singularidad. Arriesgada, innovadora, perturbadora, inquietante, extraña y… buena, muy buena. Todo esto sigue siendo The Leftovers, a pesar del reseteo al que la han sometido sus responsables, que sabían que Mapleton ya no daba más de sí y que la serie necesitaba introducir nuevas historias y eliminar otras que ya no funcionaban.
Con la primera temporada basada en la novela de Tom Perrotta, Damon Lindelof (Lost) ha querido volar libre y que esta nueva entrega sea totalmente original. De nuevo el motivo por el que desapareció el 2% de la población mundial no es lo más importante, sino el estudio de los comportamientos humanos tras la desaparición de millones de personas, y cómo sus allegados hacen frente al dolor, la ira, y el sentimiento de abandono que condicionará su vida a partir de entonces.
Se agradece encontrarnos con una serie que plantea muchísimas preguntas pero que no nos ofrece demasiadas respuestas. Y aquí está lo interesante, porque lo que importa es el camino por el que nos conducen y que nos presenta una experiencia intensa e incómoda, muy difícil de definir. Su segunda temporada es una muestra de lo compleja que es, y confirma que todo y nada ha cambiado en The Leftovers. (Cuidado con los Spoilers)
Nuevos créditos
La renovación comienza con los títulos de crédito, que dejan atrás el toque místico y religioso de la primera temporada, y se sumergen en el country con el tema “Let the Mistery Be” interpretado por Iris DeMent. La música suena mientras se suceden una serie de fotografías cotidianas donde algún individuo ha sido reemplazado por una sombra, símbolo del rastro que han dejado los desaparecidos de la serie. La alegría de la música choca con el tono de la serie y consigue incomodar e inquietar a partes iguales.
Nuevo escenario
Tras lo sucesos de la primera temporada, los protagonistas abandonan Mapleton y se mudan a Jarden (Texas), la ciudad rebautizada como Miracle, para empezar una nueva vida. pueblo Una localidad que debe su nombre (milagro) a que ninguno de sus habitantes ha desaparecido y que tras la tragedia se ha convertido en un centro de peregrinación para cientos de personas que buscan una seguridad que ningun otro sitio les ofrece.
Nueva familia
Y no nos referimos sólo a los Murphy, que son presentados durante el primer capítulo. Kevin (Justin Theroux) y Nora (Carrie Coon) se han convertido ahora en una familia, que completa la hija adolescente de Kevin y el bebe encontrado en su porche. Además tienen una nueva casa, al lado de los otros protagonistas, la familia Murphy, compuesta por John (Kevin Carroll), Erika (Regina King) y sus hijos gemelos. En principio parecen la típica y aburrida familia americana si no fuera porque John, que es bombero, se dedica a quemar las casas de aquellos que sacan partido del hecho de que Jarden sea considerada una ciudad milagro. Su mujer parece apoyarle, su hijo es pastor en la Iglesia, y la hija canta en el coro, se baña en el lago, corre desnuda y parece que será el catalizador de la temporada, ya que desaparece misteriosamente junto a sus amigas en mitad del bosque.
Nuevas alucinaciones
Kevin continúa sin levantar cabeza esta temporada, pero a sus caminatas nocturnas se suma esta temporada una compañía indeseada. Patti (Ann Dowd), que recordemos está muerta, se convierte en la voz de su conciencia, agravando la paranoia de Kevin y sin dejar claro si es un fantasma o una alucinación de lo más molesta.
Nuevas perspectivas
Ya llevamos tres. Aunque esto no es nuevo del todo, esta segunda temporada nos ha ofrecido capítulos centrados en el punto de vista exclusivo de uno o varios personajes. Nos ha pasado con el primer capítulo, con la presentación en exclusiva de los Murphy; con el número 3, dedicado íntegramente a la ex-mujer de Kevin, Laurie (Amy Brenneman). Y con el quinto, en el que nos hablan del reverendo Matt (Christopher Eccleston), que también tuvo este mismo honor en la primera temporada. Y tal y como pasó en la primera temporada, cada uno de ellos van camino de convertirse en auténticas joyas.
Nuevos problemas
A los dilemas morales y profundos que nos plantea The Leftovers, se suman los problemas cotidianos a los que se enfrentan los protagonistas. Y ahí tenemos a Kevin, que ha dejado sus huellas en el coche en el que desapareció Evie, el rechazo al que se enfrenta Matt por las sospechas que provoca en su congregación, la deriva profesional de Laurie o la incipiente relación entre Jill y el hijo de los Murphy.
Nuevas preguntas
¿Qué hace tan especial a Miracle? ¿La geografía tiene algo que ver en los sucesos sobrenaturales? ¿Habrá alguna conexión entre la mujer de las cavernas que aparece en el prólogo y todo lo demás? ¿Tiene algo que ver Patti con el sonambulismo de Kevin? ¿Volveremos a saber de los Culpables Remanentes? ¿Ha llegado una segunda Ascensión? ¿Volverá Kevin a correr en chandal? ¿Por qué su hija ya no es tan insoportable? ¿Son los Garney gafes? ¿O sólo Nora? Y sobre todo, aunque no estoy muy segura de querer saberlo ¿por qué desapareció el 2% de la población mundial?
The Leftovers, que puede verse en España a través de Canal + Series, nos está dejando las mejores y más brutales escenas del año. Y sí, entre ellas está esa conversación entre Erika y Nora que ha tenido lugar esta semana, y que se convierte en el ejemplo más claro de lo que es The Leftovers y la prueba definitiva de que esta serie no va a darnos ninguna tregua. Nos deja sin aliento y eso nos encanta.
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