Switched at Birth es una de esas series que, a pesar de que no siempre lo hagan todo de forma acertada (y tengo unas cuantas quejas sobre esta última temporada), siempre dejan muy claro por qué ABC Family es una cadena que realmente merece la pena. La serie, que cuenta entre sus protagonistas con un buen número de personajes sordos (interpretados por actores sordos, por cierto) y que utiliza el lenguaje de signos de forma habitual, se atreve muchas veces con temas y formas muy valientes, algo que siempre es de agradecer. Lo que, por supuesto, no quiere decir que lo haga todo bien, o que no se la pueda culpar de nada. Por ejemplo, resulta muy frustrante que sea totalmente incapaz de hacer existir a sus protagonistas en tramas que no giren alrededor del interés amoroso del momento. O, más frustrante todavía, cómo ha convertido a la pobre Bay en su saco de boxeo particular.

Bay siendo consciente de que en su serie la odian

Que sí, que es cierto que cuando comenzó la serie Bay era la hija adolescente rebelde, y casi parecía hasta justificado que los dramas de la serie acabaran poniendo a la pobre siempre en el centro. Ese planteamiento casi nos estaba diciendo que básicamente se lo buscaba ella misma. Pero ahora todos sabemos que no es así, que Bay es un amor y siempre lo ha sido. Un encanto de chica que vive para ser pisoteada por todo y todos.

¿Sabéis cuando os da la sensación de que hay personajes que son en realidad muñecos de vudú que los showrunners usan para acabar con sus enemigos? Sí, como Lady Edith o Thomas en Downton Abbey. Bueno, pues Bay es la Lady Edith de las series adolescentes, porque si no, no hay explicación lógica que pueda hacernos entender por qué siempre tiene que sufrir tanto, y por qué es la única que tiene que hacerlo.

Igual si esto hubiera salido adelante, Bay sería feliz. ¡Si hasta Toby las shippeaba!

Esto es algo que por lo visto no va a cambiar, al menos por ahora, porque Lizzy Weiss, creadora de la serie, ya ha dejado muy claro que esta temporada vamos a ver a Bay sufrir y vamos a ver a Daphne enfrentarse a pequeños problemillas del día a día, sumida en la felicidad. Cosa que a nadie debería sorprender, porque al fin y al cabo es una manera como otra cualquiera de describir absolutamente todas las temporadas de la serie.

En todos los episodios que llevamos, a la pobre Bay le ha pasado de todo. La han excluido de todo tipo de comunidades, le han hecho bullying, le han puesto los cuernos y fue víctima de una violación. Y eso solo es el comienzo de la lista, porque recordemos que a todo el mundo le pareció estupendamente bien que se sacrificara por Daphne y confesara algo que ella no había hecho. Con lo que acabó detenida, teniendo que hacer servicios a la comunidad y sin poder continuar con sus planes de irse a Los Ángeles, lo que finalmente acabó con su relación, una relación que básicamente era lo único bueno que le había pasado a la pobre en años.

La función de Bay es estar ahí para sacrificarse por Santa Daphne

Pero lo más absurdamente dramático del caso es que a nadie pareció importarle. Porque si algo sabemos de su familia es que Daphne es la hija que vale, la única cuyo futuro importa. E igual que sus padres decidieron ignorarla en cuanto descubrieron que tenían una hija perfecta a la que poder favorecer por encima de todo, su madre biológica ha pasado olímpicamente de ella en numerosas ocasiones.

Lo de la pobre Bay es muy cómico, pero también muy triste. Porque, querida Lizzy Weiss, ya sabemos que viste a las Gilmore y odiaste a la hija de Luke, pero es muy cruel centrar todo tu odio en la pobre Bay solo porque la interpreta Vanessa Marano (esta chica tiene algún issue con las pruebas de ADN). La pobre Bay es un cacho de pan, un amor que piensa primero en los demás y luego ya si eso en sí misma. Y el universo se lo paga dándole un golpe detrás de otro. La pobre Bay se merece todo el cariño del mundo y, como su familia no quiere dárselo, aquí estamos nosotros para acogerla con los brazos abiertos. Porque ella lo merece.