Tardó, se hizo esperar y no defraudó. Twin Peaks regresó hace unos meses a nuestras vidas y ahora se marcha de nuevo por la puerta grande. Los misterios de los Estados Unidos más profundos que hace años reunieron a familias delante de una pequeña gran pantalla;  ahora vuelven a cerrar el telón con la sensación de que nada era lo que parecía y con más tinte psicótico de lo previsto. Y no es para menos.

El tándem que forman Mark Frost y David Lynch es de los más importantes de la historia de la televisión. Pero principalmente la diferencia la ha marcado ese cine televisado de Lynch, que sigue fiel a su peculiar estilo. El americano ha mantenido la tensión en el ambiente con giros de la trama más imprevisibles y surrealistas que los de las primeras temporadas con un increíble juego de ingenio para acabar en el punto de partida de la segunda temporada.

Sin embargo en esta nueva temporada Lynch presenta un panorama bastante distinto al esperado. Lo que se vendió como la historia de los últimos 25 años en Twin Peaks ha pasado a ser un segundo plano. La vejez y la juventud; la bondad y la maldad; pero sobre todo, el viaje al interior del ser humano permite reflexionar al espectador mientras disfruta viendo una de las mejores series de la televisión de toda la historia.

Lynch volvió con la intención de  mandar un mensaje subliminal a los espectadores y no falló. Fiel a su línea, recordó por qué es la referencia en la nueva ficción de los años 90 y considerada la edad de oro. No hizo otra cosa que permitir que el espectador interiorice todo y considere las consecuencias de sus actos. El claro ejemplo es lo que dijo Kyle Mcalachan (Agente Cooper): “El pasado marca el futuro” .

Twin Peaks comenzó con nuevas tramas mientras que otras las cerró de golpe y manteniendo al espectador con el alma en vilo. La nueva temporada está centrada en la reflexión en voz alta de lo que le preocupa al espectador. Además, es una feroz crítica a la sociedad capitalista.

El regreso no es otra cosa que un viaje sin rumbo fijo a lo largo de una carretera llena de líneas amarillas repleta de los delirios de Lynch, con alguna que otra crítica al consumismo,- sólo hace falta ver las escenas de la vitrina cuadrada de cristal en medio del apartamento- o las franquicias de la doble RR.

Todo lo acontecido tenía una clara intención. ¿Por qué sino el símil de la lejanía entre las localidades en la que se desarrollaba la trama y el punto en común de unión? Hablamos de Las Vegas (donde residía Dougie Jones que era el Cooper bueno) y el Doppelgänger (Cooper malo) siendo la comisaria de Twin Peaks el punto de unión, -que raro, que poco previsible… -. Al menos nos quedamos con los bosques de Twin Peaks que solo se ven en la entradita.

Pasó desapercibido, pero Lynch ya nos advirtió que tendríamos ante nosotros la película de nuestra vida. Es evidente que Twin Peaks es la adaptación de una película a la televisión. Una película que se han montado y nos han colado pero bien.  El rojo volvía a tener protagonismo;  únicamente hay que ver la cortina que dio paso a que el Cooper bueno volvería a retomar su vida humana. Con el telón abierto se veía como el Doppelgänger conducía tranquilamente por la carretera. Entonces el suelo de la Logia comenzaba a moverse, siendo otro desvarío de un Lynch en estado puro.

Por otra parte, la presencia de Laura Dern (Diane) ha permitido que la serie tenga un aire místico. Pero sobre todo, de algún modo poco a poco comenzase a desvelarse algunos detalles más profundos de Twin Peaks. Sin embargo, la locura de David Lynch ha llegado al extremo.  Nos encontramos a un Gordon que ha sido lo más tierno posible dentro de una sordera temporal.

En definitiva Twin Peaks se ha quedado lejos de lo esperado. Aunque hay que afirmar que llegar al clímax de la serie era realmente complicado, porque el claro ejemplo no es otro que la primera temporada. Lynch y Frost han vuelto a sorprender a los espectadores. Ha sido un final agridulce: por una parte, intentaron cerrar todas las tramas posibles. En los últimos capítulos hubo un guiño al tópico «el amor está en el aire», no hay más que ver el final que tuvo Diane y Cooper.

Pero sin embargo no han hecho otra cosa que dejar el final más abierto posible, Cooper intentando solucionar la muerte de Laura Palmer en el pasado. La nueva Laura se llama Carrie, supuestamente desconoce dónde está y Cooper se la lleva a “Twin Peaks”. Llegan a la que era la casa de Laura y resulta que ella  no la reconoce. De golpe, ella mira fijamente la casa desde la lejanía, tiene un chillido desgarrador y finaliza con un fundido a negro. Cooper sabía quién era Laura. Él sabía dónde tenía que ir a buscar para cerrar el círculo; pero ¿quién dice que no está en un universo paralelo desconocido y en constante bucle? ¿No es extraño que Cooper si sepa dónde está Laura (Carrie)? Al salvarle la vida a ella, ¿él olvidaría quien es Laura Palmer y todo lo vivido en Twin Peaks?

Más allá de Twin Peaks

No es momento para arrepentirse de ver esta última temporada. Más bien al contrario. Es momento para alabarla todavía más si cabe y es por un simple motivo que se nos pasa por alto. Este no es otro de que la historia de la televisión moderna comenzó gracias a esta serie. Actualmente estamos en un momento en el que la televisión se ha estancado con producciones similares y predecibles, y por suerte han vuelto dos magos como son Frost y Lynch y han hecho una obra de arte. No es una ficción convencional, pero eso no es nada nuevo, ya se vio en las primeras temporadas. Al contrario, se trata de una serie que innova constantemente y con cosas tan simples que se nos pasan por alto.

Queríamos ver el paso del tiempo en los protagonistas y lo hemos visto. Pero se nos ha pasado por alto un detalle. Twin Peaks nos ha hecho abrir los ojos. Y ha sido con la sensación de que el mal siempre está presente; pero no solo en la serie, sino en la vida real.  «Showtime» junto a Lynch y Frost nos ha mandado un mensaje encriptado y que quizás no hemos querido leer. En la serie parece que estén en un bucle constante. En este bucle,  el dolpergänger se ha ido pasando de persona en persona. Pueden salvar a una persona pero no a la sociedad en general. Y eso ha sido antes del desgarrador grito de Carrie o Laura, al ver que todo vuelve al mismo punto de origen 27 años después.

Lynch como suele hacer, ha vuelto a sorprender y a no defraudar. Los espectadores sabíamos a que nos enfrentábamos al  visionar la nueva temporada. Aceptamos todas y cada una de las consecuencias del nuevo invento de Lynch y Frost. Ahora es tiempo para teorizar. Para asimilar todo lo acaecido durante esta temporada pero sobre todo para aceptar lo que está por venir. Y así es queridos lectores. En el último capítulo dijeron “Nos veremos cuando caiga el telón”, y éste,  todavía no ha caído.

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