Imagina por un momento que Desembarco del Rey ahora se llama Tebas. No estamos en una era medieval, sino en el antiguo Egipto, rodeados de desiertos y en medio de la civilización más prolífica de su tiempo. Imagina que el rey acaba de morir y debe sustituírlo un joven llamado Tutankamón. Casado con su hermana, debe egendrar un heredero en una corte en la que todos ansían el poder del Faraón. Guerreros, consejeros, sacerdotes… Todo esto en medio de una guerra y una plaga que amenazan con acabar con la estirpe de faraones que tantos años llevan gobernando una de las culturas más enigmáticas y exóticas que jamás hayamos descubierto. Pues bien, deja de imaginar porque todo esto lo puedes ver en Tut.

Esta miniserie de tres capítulos (de hora y media de duración, eso sí) de la cadena Spike repasa el reinado del famoso faraón Tutankamón al más puro estilo Juego de tronos. Yo era el primer escéptico y he sido el primer sorprendido al dejarme llevar por una historia que me ha tenido en vilo hasta el mismísimo final. Y es que Tut no se escuda solamente en el componente mágico que para muchos de nosotros tiene el universo del Antiguo Egipto. Nos ofrece una historia con muchos flancos abiertos, con personajes interesantes y giros inesperados. Hay muertes, hay batallas, hay sangre, hay carne.

Con su corta duración, está claro que Tut no puede abarcar tantas intrigas como Juego de Tronos, pero tiene sus buenas dosis que, además, sabe aliñar con el elemento aventuras. Tut también tiene acción y tiene peripecias. Es el Robin Hood de los reyes y esto no solo hace que el personaje tenga que gustarte sí o sí, sino que consigue que la serie sea tremendamente entretenida.

También tiene sus peros, todo hay que decirlo. Y en este sentido, las comparaciones son odiosas. Si George R. R. Martin tiene la espada muy ligera y enseguida se carga a sus personajes, a los guionistas de Tut les ha costado mucho más cargarse a quienes rodean a Tut, jugando con ellos y llevándolos hasta límites verdaderamente increíbles. Eso sí, increíbles… en el sentido de inverosímiles. Pero, ¡qué coño! ¿Qué importará todo lo mal que tenga la serie? ¡Estamos en Egipto! 

Vale, lo admito, el Antiguo Egipto me puede. Me atrae como un cargamento de chocolate de tonelada y media. Cargamento gratuíto, que no está mi economía para lujos. Egipto me gusta y Tutankamón, junto a la explotadísima Cleopatra, es el máximo exponente de una cultura que a muchos nos fascina y que difícilmente deja indiferente a cualquier amante de la Historia.

Y esto nos lleva a otro punto. ¿Es Tut fiel a la Historia? Pues yo qué sé. Corre a Londres a preguntárselo a las momias. Lo dudo. Dudo que sea fiel a la Historia y dudo que las momias te contesten. En culaquier caso, ¿qué más da? ¡Es ficción! Entretenida, emocionante y, a grandes rasgos, sí explica cómo fue el reinado de este faraón y por qué la Historia lo ha tratado como lo ha tratado. Más no se le puede pedir.

No seré yo quien diga que Tut es la repera pero si te ves mínimamente atraído por la serie, lo mejor es que le des una oportunidad porque, desde luego, no será tiempo perdido.