Legion es una de los estrenos que nos ha traído 2017 que más ha dado que hablar y precisamente acaba de cerrar el chiringuito de la primera temporada con sólo ocho episodios en su haber. No le ha hecho falta más para haber sido renovada. La serie de FX (que emite FOX en España) ha funcionado bien entre la crítica con unos primeros episodios que impresionaron mucho por su concepto visual, pero ¿se ha disipado el hype progresivamente hasta alcanzar esta season finale? Es muy probable, ya que eso es fundamentalmente Legion: una experiencia visual. Y lo digo gustándome Legion, ojo, pero a lo largo de los capítulos lo de menos son los personajes o la trama y lo de más cómo utilizan los planos, colores o sonidos para generar cierta sensación de desconcierto, construir el universo mental de su protagonista y llamar mucho la atención. En este sentido funciona de forma sobresaliente, sobre todo si, como yo, tienes tendencia al Stendhal.

Luego veréis cuando tenga que recoger el estropicio
Noah Hawley (creador de Fargo, para situarnos) ha sido el encargado de adaptar los cómics a la pantalla, que se encuadran dentro del universo X-Men. ¿Serie de superhéroes entonces? Bueno, sí y no. Es obvio que mucha gente se ha acercado a la serie esperando ver algo parecido a lo que nos ha dado Marvel hasta el momento, pero Legion ha ido por otro camino. No ha habido un argumento superheroico que tuviese como objetivo final salvar al mundo. La acción no es externa, sino interna: se sitúa en la mente de David (Dan Stevens). Sí existe una supuesta “guerra” a la que hacen mención, el grupete que está detrás de David, que como poderosísimo mutante es un caramelito para todos, pero apenas se muestra nada de este conflicto. De hecho, los personajes apenas cambian de escenario porque la gran mayoría de la temporada transcurre en un mundo mental de recuerdos y espacios astrales casi laberíntico.

Aubrey dejando claro quién manda en Legion
La serie mezcla todos los elementos y estímulos que se le ocurren: escenas musicales, silencios, luces intermitentes, planos mareantes, sonidos y colores muy intensos, narrativa fragmentada…, de una forma muy efectiva y potente. Se construye, así, como un thriller psicológico, que es quizás el género al que más fácilmente podemos adherirla. Y a veces a costa de generar incomodidad o confusión en la audiencia. Juro que yo he tenido que apartar la vista de la pantalla alguna que otra vez porque la sobreestimulación me generaba ansiedad. Creo que es justo decir que el fuerte de Legion, lo que la diferencia de otras propuestas, es precisamente este, ya que si buscas una trama apasionante o unos personajes muy carismáticos creo que puedes llevarte una decepción. Es un poco triste ver que, por ejemplo, los personajes femeninos dependen de algún hombre casi en su totalidad. La única excepción sería el personaje interpretado por Aubrey Plaza, que destaca muy por encima de los demás y se come la pantalla fascinando y acojonando a partes iguales. Me aventuraría a decir que ha sido la verdadera protagonista de esta temporada.

Gracias a Legion por patrocinar mis pesadillas
La season finale ha sido un poco descafeinada, quizás por obvia en su desenlace después de las disrupciones y locuras de los capítulos anteriores, pero si ya estabas sumergido en su estilo caótico lo más probable es que hayas salido la mar de contento. A Legion hay que reconocerle que ha integrado brillantemente todos los efectos visuales utilizados, aunque haya sido a costa de dejar otros aspectos más infradesarrollados. Los responsables de la serie tenían clarísimo lo que querían hacer a nivel artístico y nos han presentado una experiencia extrema para los sentidos. Un tripi de ocho episodios, nada menos.
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