Aunque hace años que le dieron por muerto, James Keziah Delaney reaparece en su Londres natal a principios del siglo xix. Llega a tiempo de asistir al funeral de su padre, un rico empresario y comerciante, y está dispuesto a reclamar su herencia y ajustar las cuentas pendientes. La situación se complica por el amor que siente por su hermanastra, además de por la irrupción de la que dice ser la viuda de su padre. A medida que los planes de James se ponen en marcha, crecen los rumores acerca de los años que pasó perdido en el corazón de África.

Taboo ha llegado con fuerza nada más comenzar 2017. Se trata de la nueva apuesta de la BBC, FX y de Ridley Scott que reúne al actor Tom Hardy con el guionista Steven Knight, con quien ha trabajado en la recomendable Locke (2013) y en la aclamada serie Peaky Blinders (2013). En España, por cierto, ha sido un estreno simultáneo gracias a la joven plataforma de streaming de HBO.

Taboo consta de ocho episodios y es la creación del propio Hardy y de su propio padre, Chip, por lo que no es descabellado aventurar que se trata de un producto diseñado para el lucimiento del reputado actor. Tom Hardy interpreta a un tipo bruto y gruñón, atormentado por su pasado, en la línea de sus papeles en La entrega (2014) y El renacido (2015), es decir, se dedica a lo que mejor sabe hacer. Le acompaña un puñado de actores británicos más que decentes, como Oona Chalpin, Jonathan Pryce (Juego de tronos) y Stephen Graham (This Is England), además del norteamericano Michael Kelly (House of Cards).

 

 

Además de por el buen hacer de Hardy, la media temporada que llevamos de Taboo destaca por el cuidado diseño de producción, en el que se nota la mano de Ridley Scott. La sordidez y la podredumbre del Londres decimonónico quedan patentes en cada fotograma, en contraste con el vestuario de altos vuelos (véase la chistera imposible de James). La trama de ambición, traición y enredos familiares guarda el oscuro poso de la obra de Joseph Conrad, en particular de El corazón en las tinieblas, pues no son pocos los paralelismos entre las historias de James y de Kurtz y sus reflexiones acerca del alma humana, negra como el carbón.

A la espera de una valoración definitiva que llegue con el cierre de la temporada, Taboo ha dejado satisfechos a los amantes de la ficción histórica y a los seguidores de Hardy. Más series de este estilo, por favor.