Desde hace un tiempo, no veo demasiadas series por hate-watching. Casualidades de la vida, conste, porque soy de esas personas que no ven nada de malo en descargar todo tu odio y mala leche con una serie y sus personajes si por el camino te lo pasas estupendamente bien. No, simplemente ha coincidido que las series que iba hate-watcheando han ido acabando, y que de las nuevas que han ido empezando, he debido seleccionar muy bien todo aquello que veo.

Pero hay excepciones, claro. Y nunca he sido más consciente de ello que cuando me puse a ver el regreso de la temporada de Suits. Lo cual es curioso, porque la serie en sí no la veo por hate-watching. La serie la veo porque es como ver un catálogo de modelitos preciosos que necesito tener, aunque a mí me sentarían como un tiro. Lo que sí que es muy de hate-watching son todas las escenas protagonizadas por Harvey y/o Mike. Dos de los seres más despreciables que podemos encontrarnos en el universo seriéfilo.

Es tal el odio que me provocan, y es tan alto el número de insultos por minuto que les dedico cuando estoy viendo esta serie, que simplemente no podía hacer otra cosa: tenía que dedicar unas palabras a informaros adecuadamente de lo profundamente hostiables que son.

Mike y Harvey pensando en todas las formas en que te perdonan la vida.

Y, además, voy a obligarles a compartir entrada. Porque, que quede clara una cosa, cualquiera de los dos daría para un libro entero de palabras de odio dedicadas a ellos. Ese no es el problema. Lo que pasa es que son tan egocéntricos y están tan encantados de conocerse que me niego a dejar que uno de ellos se sienta el centro de atención. Noup, es hora de compartir. Además, tienen tanto en común que no podría ser de otra forma.

Mike y Harvey son exactamente el estereotipo de hombre blanco rico heterosexual y ahostiable que estáis pensando. Más listos que nadie, o eso se creen, sienten la necesidad de hablarle a todo el mundo como si le estuvieran perdonando la vida. Porque simplemente son más listos, más ricos y molan más que todos los demás. Cuando, por supuesto, no son más que un par de niñatos creciditos.

No es eso, de todos modos, lo que los hace especialmente insoportables, ojo. No, lo que hace que den verdadero asco es esa manera que tienen de sentirse el centro moral del universo (esto, especialmente, en el caso de Mike, aunque Harvey no se quede corto). Y, cuando el resto del mundo, o al menos los que no están locos y cegados por esa supuesta molonidad suya inexistente, decide pedirles cuentas, ellos deciden dárselas de víctimas. Y es que los demás son los malos, siempre. A pesar de que la única resolución satisfactoria de sus vidas, para todos los demás (incluida la que aquí escribe) sería verlos acabar muertos de asco en la cárcel durante el resto de sus vidas. Y aún sería poco.

Ver a Mike indignándose cuando le dicen que debería ir merecidísimamente a la cárcel por hacer algo que, de hecho, HA HECHO, de forma perfectamente consciente (qué leches, si es el punto de partida de la serie entera) y crecerse e intentar demostrar al mundo que es mejor que todos los demás es como para atravesar la pantalla y matarlo a bofetadas. Cuando, además, decide que es perfectamente apropiado echarle en cara a Rachel que reaccione como a ella le dé la realísima gana a un problema que ÉL le ha creado, es directamente para atacarlo con una motosierra.

Mike y Harvey y el drama de ser un hombre blanco heterosexual.

Y, de hecho, ahora que nombro a Rachel, quizá lo que hace a Mike y Harvey más odiosos es lo que hacen con los personajes femeninos de su alrededor. Su mera existencia las convierte en comparsas, en un accesorio que poco más tiene que aportar. Y Rachel, nuevamente, es la principal víctima. Cuando Rachel existe por sí misma, incluso es interesante (o al menos daba pequeños atisbos de serlo, allá por la prehistoria cuando la serie no era tan extremadamente machista. Cuando solo era un 85% machista, quiero decir. Que esto es Suits). En el momento en que aparece Mike, toda la razón de la existencia de Rachel es lo que sea que esté haciendo Mike. Y punto. Pero es que ni siquiera es la única. Con lo mucho que puede molar Donna de vez en cuando, al final no acaba más que convertida en un accesorio de Harvey, y existe gracias a que él, por lo visto, debe permitírselo.

Porque ahí está lo fundamental, lo que hace que Mike y Harvey sean Mike y Harvey. La forma en que tratan a las mujeres de su alrededor da verdadero asco. Especialmente porque ellos mismos se ven (y la serie los ve) como unos verdaderos héroes. Los buenos de la película. Cuando lo que dan es asco, mucho asco.

No, no hay palabras suficientes en el mundo para expresar adecuadamente el odio de todos nosotros que se merecen los impresentables de Mike y Harvey. Pero, mientras tanto, intentaré ir recopilándolas a base de gritárselas a la pantalla cada vez que aparecen en Suits. Porque algo bueno tenían que tener: odiarlos es una actividad de lo más desestresante.