¿Una comedia sobre la vida diaria de las pequeñas familias que conforman una gran familia? Modern family lleva años petándolo con esta simple fórmula a la que han sabido dar mucha frescura gracias al género del falso documental. Por eso, cualquier serie que se nos presente con unos parámetros similares nos va a parecer una copia. Este es, sin duda, el caso de ‘Life in pieces’.

Yo, al menos, la comencé con la desgana de quien ve una copia. Life in pieces no es nada nuevo bajo el sol. Enseguida te das cuenta de quién son los Dunphy, los padres, los gay hetero con bebé y oh, wait! Vale, en un arrebato de originalidad, aquí son tres hermanos. Hay un soltero en busca del amor.

Quizás lo más llamativo, así de primeras, es su estructura. ‘Life in pieces’ no es un capítulo de 20 minutos así del tirón. Son 4 capitulillos de 5 minutos uno tras otro. Cada uno, independiente del atenrior, aunque en muchas ocasiones guardan cierta relación entre sí. ¿Original? Démosle un sí. ¿Funciona? Mmmmm… Al principio, no. Parece que estás ante un programa de gags, un ‘Camera café’ familiar. No cuesta entenderlo, pero sí cuesta asimilarlo. Es raro, pero la clave está en acostumbrarse. Porque, al final, se deja ver más que bien.

Para acostumbrarse, hay que ir dejando pasar los capítulos. Hay que ir conociendo a estos personajes (muchos más que en Modern Family) y hay que ir descubriendo sus singularidades. Ojo, no nos engañemos. Los «nuevos Dunphy» son como los Dunphy de toda la vida. Vale, él no es tan tonto y ella no es tan histérica. Pero los gay hetero con bebé, también son como Mitch y Cam. Y el matrimonio de los padres, una versión edulcorada de Jay y Gloria. ¡Son los mismos roles! Pero, aún así, la serie no parece repetida. ¿Por qué? No, no es por la estructura de mini capítulos. Es porque Life in pieces ha tenido el acierto de contener las excentricidades de sus personajes.

Lo bonito de esta serie es que sus protagonistas hasta parecen personas normales. Tienen sus cosillas exageradas como cualquier personaje de comedia, pero según sí sería extraño encontrarte a los Pritchet por la calle, te habrás cruzado miles de veces con matrimonios tan desquiciados por el nacimiento de su primer bebé como el matrimonio de Life in pieces. La serie da un paso hacia lo ordinario y, en medio tanta comedia absurda, se agradece.

No te pasarás la semana deseando que llegue un nuevo capítulo de Life in pieces para partirte la caja. Te lo advierto desde ya. Esta es, más bien, una de esas series que no esperas con grandes ganas pero que, cuando llegan, te endulzan el día con una sonrisa. No es mucho, pero tampoco es poco.