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Into the Badlans es una serie en la que distintas facciones luchan por el control de la tierra, teniendo sus puntos fuertes en el aspecto visual. Falla en la actuación de sus principales personajes.

En un despacho de AMC

–Bueno troncos, Breaking Bad, la mejor serie de la historia blablabla, terminó ¿qué nos queda?

–Mad Men, serie de calidad donde las haya.

–Pero esa también ha acabado ya.

–Cierto.

–Aún nos queda The Walking Dead, la serie más vista en el mundo.

–Aunque nadie sepa por qué.

–Exacto.

–Va, pero necesitamos algo más. No va a haber zombis eternamente.

–Espera. ¿Y si…?

Susurros, susurros, susurros

Algo así me imagino que tuvo que pasar cuando se decidió hacer Into the Badlands. Porque la serie no tiene desperdicio, se mire por donde se mire. Es más, no sé cómo he vivido hasta ahora sin ella. Porque es maravillosamente genial, una de estas series que inspira cariño sin ser brillantes, y a pesar de sus defectos. Veamos por qué. Y veamos también ese tráiler que te spoilea media serie.

Se parte de la idea de que Into the Badlands lo tiene absolutamente todo. Y cuando digo todo, es todo. Como muestra los primeros 5 minutos del primer capítulo. Una plantación de amapolas que, tres capítulos después, siguen sin dar una explicación clara de su uso. Sunny (Daniel Wu), el protagonista, montado en una moto que no vuelve a aparecer. Se encuentra unos cadáveres. Llega a un bosque que no aparece antes en el plano abierto (¡viva el raccord!) y, tras una conversación insustancial se enzarza en un combate de artes marciales que casi resulta imposible. Casi. Y todo en, remarco, 5 minutos.

Y aquí residen muchas todas las virtudes y defectos de Into the Badlands. Su apartado técnico resulta impecable. En los tres capítulos que llevan, de un total de seis, los mejores momentos llegan en las peleas, con un manejo de cámara y especialistas sumamente notable. Su belleza radica en que, siendo una exageración, la exageración no resulta ridícula. Se queda muy cerca, sí; pero esa frontera entre el ridículo y la espectacularidad se queda en este último término. Para los recursos limitados que suponen la televisión y una serie no de la primera línea televisiva la factura de las peleas es una calidad que ya querrían muchas películas. Ya en el primer capítulo nos deja una escena que es algo así como la leche.

Pero no solo de peleas vive el hombre, aunque tampoco se pueda esperar mucho más en este caso. La estética, acorde al universo que quiere mostrar, resulta sencilla pero eficaz. Un bando de un color, otro bando de otro. Bravo, captain obvious. Así no se pierde nadie y quedan bonitos unos de azul y otros de rojo, oye. En la historia que se plantea, una distopía (¡eh! ¿Os acordáis de qué era?) en la que distintos barones luchan por el control de la tierra, queda resultón. Combinado con el toque steampunk que flota en el ambiente todo el rato, las artes marciales ya mencionadas y el uso de escenarios naturales, da como resultado una escenografía correcta y agradable para el espectador.

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Daniel Wu, en todo su esplendor

Y vayamos ahora a lo no tan bueno, que es la vacuidad de la serie. Empezando por sus actores, que oscilan entre la discreción y el… estar en pantalla y parecer que hacen algo. Daniel Wu todo lo que gana en las escenas de acción lo pierde cuando debe expresar alguna emoción mínimamente identificable. El resto del reparto, igual o peor. Salvo una guapísima Emily Beecham (aunque eso sí, la escena de lucha en tacones en el segundo capítulo es una sobrada), el resto del reparto resulta flojo, siendo generosos. En alguna ocasión llegan a arrancar un bostezo.

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La trama tampoco es que ayude especialmente en este caso. Da la sensación de estar deshilvanada, y me explico: el punto de partida es bueno (suelen serlo), pero tras consumir la mitad de la serie no se ha adelantado nada, perdiéndose en una maraña que aparenta ser compleja para terminar siendo paja, y no de la buena y de la que engancha. Cualquier intento de profundizar en los personajes se queda en eso, en un intento; las tramas no se molestan en aparentar siquiera complejidad. Que en una serie de tan solo seis capítulos no es malo ir al grano, pero se exige algo más, y sobre todo siendo AMC la cadena.

Conclusión sobre Into the Badlands: serie correcta, sin más. Sus mayores virtudes vienen del apartado visual, flojeando en los más interpretativos. Pero se deja ver, es rápida en su desarrollo y espectacular. Mi recomendación es verla en una tarde domingo con muchas, muchas palomitas.