Como pasa a veces con las series británicas, me enteré de la existencia de Flowers completamente de milagro. Nadie había hablado de ella, no recordaba haber leído absolutamente nada sobre su existencia, pero de repente, ahí estaba, una serie de seis episodios, emitidos a lo largo de una misma semana en Channel 4. Y con Olivia Colman, nada menos. Así que probé por curiosidad. Y, puesto que me enamoró completamente, no me queda otra que recomendárosla.

Lo primero de todo, os tengo que decir que Flowers no es para todo el mundo. Soy consciente de ello, por mucho que me enamorase completamente. Y ellos también lo son. Conscientes, quiero decir. Porque los Flowers son una familia británica un tanto excéntrica. Una familia formada por un padre escritor sumido en la más absoluta depresión, una mujer desesperada y dos hijos veinteañeros a los que no pueden sacar de casa. La abuela y el ayudante japonés del padre, que realmente es uno más de la familia.

Este cuadro, ambientado en una Inglaterra tirando a aislada, es algo salido de una mezcla de caricatura, cuento y poema de Tim Burton. Y, como tal, resulta extravagante, y tremendamente over the top. Sus protagonistas son extremos, son personas con las que jamás creerías que podías encontrarte a lo largo de tu vida. Los protagonistas son sus rarezas, que los definen y los construyen. Los Flowers parecen sacados de un absurdo absoluto, y puede que así sea.

Y por todo esto, gracias a estos extremos, y a través de esa forma de contarnos quiénes son, Flowers tiene un humor maravilloso. Un humor muy británico, basado en esos extremos en los que te introduces desde el primer episodio. Un humor muy negro. Y esa versión de la serie, esa imagen inicial, es absolutamente maravillosa, ojo. Pero no es la serie. No es toda la serie, quiero decir. Porque Flowers sí que es ese humor, sí que es esa imagen inicial, y en ningún momento a lo largo de los seis episodios se olvida de ello. Pero también es más.

Y es que de la mano de ese lado tan extravagante, Flowers es ante todo una serie tremendamente humana. Una serie sobre una familia, sobre unos personajes, llenos de un drama muy humano, de unos sentimientos muy reales. Y así es como Flowers es al mismo tiempo una serie preciosa, una serie que consigue que entres en ella, que quieras y entiendas a sus personajes como si fueran tuyos. Y no es que sus extravagancias escondan detrás a estas personas, sino que es en parte por ellas por lo que todos ellos son tan tremendamente humanos.

Juntando una cosa y otra, Flowers es al mismo tiempo una comedia maravillosa y divertidísima, y un drama tremendamente conmovedor, y triste, y doloroso. Y así es como una comedia acabó haciendo que llorase a lágrima viva con la historia de Shun, el ayudante del padre. O que me partiera el corazón ver a Maurice lidiar con su depresión. O ver a Donald intentar sacar a su hermana Amy de su nube oscura. Todas estas cosas dolieron, y lo hicieron de esa manera que solamente las series que consiguen que sus personajes te importen son capaces de hacer.

Flowers es una comedia, y es una comedia estupenda. Pero es también un drama. Un drama muy divertido, muy triste, muy humano y tremendamente conmovedor. Y es, sobre todo, una serie preciosa. Una serie que vive de las emociones de sus personajes, y que conseguirá que tú las vivas con ellos.