Lo confieso. Hace años yo me convencí de ser una seriéfila del postureo, de esas que renegaban de los entretenimientos puros y sencillos porque “eran frívolos y banales”, de esas a las que le tenían que gustar por cojones todas las series “buenas”, respetadas e intelectuales. Renegué de cosas que me habían gustado toda la vida, como mis queridas series teen de siempre (yo que sé por qué, fueron años oscuros), y me puse a ver todas las GRANDES SERIES que los entendidos intelectualoides idolatraban. Ahora, años después y tras haber vuelto a abrazar todas las series que me gustan sin tener por qué pedir perdón por ello ni forzarme a que me gusten otras, os vengo a contar varias cosas.
La primera, si algo no te gusta, no te gusta. No eres un apestado por ello, deja de darle vueltas a por qué esa serie no es para ti y sí parece serlo para todos los demás como si tuvieses algún tipo de tara. No pasa nada. Igual que confesó mi compañera Cristina cuando inauguró esta sección, cuando yo vi The Sopranos tuve un problema gordísimo a la hora de empatizar con Toni. Simplemente no pasaba, así que lo di por perdido. Me tragué todas las temporadas y, aunque identifiqué perfectamente sus cualidades formales, su buen guión y su importancia en la historia televisiva, terminé sin que me importara lo más mínimo ninguno de los personajes. Al principio, lo que más me interesaba eran las sesiones de Toni con su psicóloga, pero con el paso de las temporadas esa trama cayó en saco roto (para mi desgracia). Esto es un problema, porque yo veo las series para querer a los personajes. Esto es lo capital para mí. Ya puedes hacerme un ejercicio metafórico complejísimo, que si no quiero a quienes lo protagonizan, me va a dar igual.
Algo parecido me pasó con Dexter. Que sí, la psicología de Dexter como personaje me parecía interesantísima (que se note ahí mi filia con los rollos psicológicos), pero todo lo demás me aburría. Las mujeres de la serie me parecían horriblemente construidas y me sacaban de quicio, con lo que terminé abandonándola en la tercera temporada. Supongo que también me toca entonar el mea culpa. Con lo poco que me suelen gustar las tramas policiales, ¿quién me manda a mí ponerme con una serie de investigaciones y asesinatos? Los procedimentales me dan sueño y no todos van a conseguir lo que Fringe, que cuando se metió de lleno en su trama transversal, se convirtió en una de mis series favoritas a pesar de que al principio no daba ni un duro por ella. Así que ojo ahí, chavalada, confiad en vuestro instinto y no os empeñéis en que os gusten series de géneros que nunca os han gustado. Por norma general, acertaréis.
Creo que también tengo un problema con la endiosada figura del anti-héroe. Hay series de este palo que me encantaron (véase Breaking Bad), pero terminó por saturarme que el poner a un señor muy cabrón e intenso de protagonista, ya fuese suficiente para que los “críticos especializados” dijesen que atención todos, que aquella era la nueva obra maestra de nuestro tiempo. Así que decidí aparcar todas las que nacieron siguiendo este arquetipo (House Of Cards, Ray Donovan, Boardwalk Empire…) hasta que igual un día se me acaben todas las series que sí tengo ganas de ver. Y me da que esto no va a pasar en un futuro cercano, así que prioridades.
Que igual con todo esto pensáis que odio a la gran mayoría de series situadas en esas listas de “mejores series de la historia”, pero nada más lejos de la realidad. Six Feet Under es uno de los amores seriéfilos de mi vida, creo que no hay mejor comedia que Friends y, aunque me suele costar entrar en las series lentas, Mad Men me atrapó desde el principio. Pero también amo Scream Queens o Faking It y vivo con la convicción de que ninguna serie ha logrado superar a Buffy Cazavampiros. Si me vais a venir a decir que qué pasa con The Wire, pues quedaos en casa. La he visto, me gusta, pero no está en mi top. Insisto, NO PASA NADA.
Cada persona tiene sus preferencias y eso no quiere decir que no seas capaz de ver las virtudes o defectos que tengan unas y otras. Que nadie os diga que no es válido lo que os gusta ni intente convenceros de que The West Wing es mejor que The 100 si vosotros no lo sentís así. Se puede disfrutar de la variedad sin que por eso seas peor o mejor seriéfilo, se puede preferir The Vampire Diaries a Seinfeld sin que se acabe el mundo. Te puede gustar tanto la ciencia ficción, como el drama costumbrista, como la comedia pedorra, y eso no te convierte en alguien sin criterio. Hubo una época en la que yo también quise que me gustaran todas las “series que deben gustarte”. Guess what? Muchas siguen sin gustarme a día de hoy. Lo he aceptado, he dejado de engañarme a mí misma y tan feliz.
Puedes ser el primero en comentar :)