¿Cómo ha vuelto American Horror Story? Pues como es ella: excesiva, aleatoria, perversa, gore, con más desorden que orden, poco motor, pero mucha chapa y pintura. Y todo esto para lo bueno y para lo malo. Porque, reconozcámoslo, ya hace un par de años que AHS es mucho ruido y pocas nueces. Si no habéis visto los dos primeros capítulos de esta temporada, puede que os queráis replantear seguir leyendo a partir de aquí por si se me escapan SPOILERS.
Hay que ser justos. La campaña promocional de Hotel no mentía: Gaga en plan diosa del glamour, muchos detalles macabros alrededor de un hotel la mar de misterioso y personajes con un estilo muy celebrity trasnochada de los 80. Todo y más, en un batiburrillo que de momento no aporta mucho en lo argumental, pero sí en lo estético. Porque ahí es donde Ryan Murphy ha vuelto a centrar su apuesta, en la construcción de una estética muy marcada, sensual y oscura, que, nos atreveríamos a decir, eclipsa cualquier lógica narrativa. Vamos, que su fuerte es más la forma que el fondo (porque fondo, fondo… más bien poquito).
En el primer capítulo conocemos el Hotel Cortez, centro argumental de la serie, un lugar de pasillos imposibles y misterios a cada cual más retorcido, con Kathy Bates de recepcionista junto a Denis O’Hare en modo drag-queen. También al detective John Lowe (con el que Wes Bentley gana en protagonismo), encargado de llevar a cabo una investigación sobre asesinatos muy turbios; a una super-yonqui que se tambalea por el hotel sin ninguna dirección argumental aparente (Sarah Paulson con voz de maníaca); y a Matt Bomer y Lady Gaga como una pareja de vampiros guapos y extremadamente sexuales. En el segundo ya se suman Evan Peters, dando vida a James March, constructor del hotel y psicópata a tiempo completo; y Finn Wittrock, como modelo cocainómano con mucha ira, pero poca cabeza. Pero seguimos sin saber si realmente pretenden contar algo más o todo va a basarse en seguir acumulando muertes, violaciones y escenas random episodio tras episodio. Yo apuesto por la segunda opción.
Si tuviese que describir lo que me ha parecido Hotel hasta el momento diría que es una mezcla de El Resplandor, Seven y la sexualidad sangrienta de True Blood, con niños creepy por el medio que parecen sacados de El Pueblo de los Malditos y muchos momentos totalmente gratuitos para producir grima y desconcierto a partes iguales. Todo muy junto y muy revuelto. AHS Hotel es una serie al borde de la mamarrachada, pero sin ser una “buena” mamarrachada, quizás porque se toma a sí misma demasiado en serio. Es normal pensar que, con el plantel de actores y actrices que reúne, con toda esa amalgama de artistas invitados que se mueren por salir en ella y con su hiperbolismo estético, no va a aspirar a ser una mamarrachada más (y nosotros que lo sentimos). Eso sí, hay que reconocer que la gran novedad de Lady Gaga les ha salido bien, su interpretación es correcta y tiene un papel hecho totalmente a su medida. Visualmente la serie tiene un punto de perturbación aderezado con purpurina que funciona muy bien y la banda sonora está realmente bien elegida. A partir de ahí… ya veremos.
Creo que el mayor peligro de AHS Hotel es que la cantidad de tramas (o, mejor dicho, no-tramas) sea tal que descarrile de forma incoherente, superponiendo más y más personajes, a cada cual más erótico, maligno o estrambótico, sin darles tiempo y sentido para elaborar un argumento sólido y unas personalidades potentes. Más o menos lo que le pasó a Freak Show y, con menos intensidad, a Coven. Esa es, de momento, la impresión que nos dan estos dos primeros capítulos. Es pronto para decir si esta será la tónica de toda la temporada, pero no parece que se vaya a despegar mucho del guión. Para bien y para mal, tenemos lo que esperábamos y, en ese sentido, la serie tiene cosas muy disfrutables si consigues dejarte llevar por su caótico universo. Como ya dije al principio, mucho ruido y pocas nueces (aunque esas nueces, eso sí, sean muy bonitas).
Puedes ser el primero en comentar :)