Desde hace unos años, So You Think You Can Dance ha sido mi reality favorito. Sí, incluso por encima de Survivor (es cierto que a poca distancia, pero aun así). Es lo que tiene el que junte dos de las cosas que más me gustan en el mundo: el baile y los realities. Y con un buen rollo y una sensación de que había un apoyo real desde el programa a los bailarines que también le sentaba estupendamente. Y con Cat Deeley. Vamos, que eran todo cosas buenas. Y lo eran tanto que yo, que soy de las que habitualmente ve todo cuando le parece (¡muerte a la imposición de horarios!), más de un verano me he quedado a verlo en directo.
Sí, SYTYCD ha sido mi reality. En muchas de sus versiones. He visto todas las temporadas de la versión USA, así como de la versión australiana. Qué leches, si hasta me tragué una temporada de la (bastante infumable) versión británica. Y por eso la decisión que tomé hace unas semanas me duele especialmente.
Porque sí, hace unas semanas decidí dejar de seguirlo en TVShowTime. Abrí la aplicación y, con todo el dolor del mundo, le di a ese botoncito que significaba que decía adiós a un programa que ha sido tan importante para mí. Y, aunque es verdad que lo que ha desencadenado finalmente la decisión ha sido ese esperpento de cambio que han decidido introducir para la próxima temporada, mi desencanto con el reality no es algo nuevo. Lo que no hace que duela menos, claro.
Cualquiera que haya seguido el programa a lo largo de los años, sabrá de sobra que a estas alturas no es más que una sombra de lo que era. Poco a poco, y especialmente en las últimas dos o tres temporadas, se ha ido descafeinando de una forma exagerada. Curiosamente, ha vendido una mayor diversidad en estilos y bailarines cuando lo que ha habido es cada vez una mayor uniformidad. En el peor sentido.
Esa uniformidad, de la mano de una cada vez mayor falta de originalidad, se ha reflejado también, por supuesto, en el lado de los coreógrafos. Y ha llegado un punto en que las coreografías parecían mezclarse unas con otras, fundirse unas con otras, e incluso la diferencia de estilos ha ido desapareciendo (mejor ya ni hablar del desprecio que se le ha hecho en las últimas temporadas al ballroom). Con varias temporadas en las que resulta muy difícil recordar una sola coreografía, muy lejos quedan ya los tiempos de Wade Robson.
Han ido buscando desesperadamente atraer a un público que no podía decirle de más maneras que lo dejaran en paz. Y lo han intentado atraer mediante unas estrategias dignas de alguien que no entiende el concepto de “persona joven”. Y en ese mismo intento, o igual por cualquier otro motivo o sin ningún motivo en concreto, ha ido bajando la edad de los bailarines. Hemos ido teniendo a unos bailarines cada vez más infantiles, a los que les faltaba la experiencia y la capacidad de ir más allá del lado técnico que muchas de las coreografías necesitan.
A pesar de todo, confieso que seguía dispuesta a continuar dándole oportunidades. Habría visto otra temporada más, y parte de mí habría mantenido la esperanza, porque sigo recordando las buenas temporadas. Pero entonces llegó la gota que colmó el vaso, y no me ha quedado otra que despedirme de uno de mis realities favoritos, si no mi reality favorito.
A principios de febrero, anunciaron que la FOX había renovado So You Think You Can Dance para una nueva temporada, pero con cambios radicales en su formato. Esta vez, los concursantes serían niños de entre 8 y 13 años, que bailarían con all stars. Todo en esta idea es problemático. Todo lo que propone lo único que hace es empeorar los problemas que ya estaba teniendo. Y, añadir, por supuesto, el problema que son los realities de niños, que es otro mundo aparte.
Pero es que realmente ese es el problema. Esta propuesta es un reality nuevo, completamente distinto. Un reality que personalmente no vería ni borracha, claro, pero eso es lo de menos. Lo principal es que no se trata de un cambio en el formato, sino de un cambio del programa entero.
Y así, con mucho dolor, es como no me ha quedado más remedio que eliminarlo de mis listas de series y realities. Y duele, de verdad que duele. Son muchos años, muchas horas. Es mucho lo que he invertido emocionalmente en So You Think You Can Dance. Y lo echaré de menos, y seguiré recordando con mucho cariño los buenos momentos, y entrando en bucles infinitos de bucles de youtube. Pero no me queda más remedio que decirle adiós.
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