Sabéis que agradezco todas las mamarrachadas del mundo. De hecho, mi lema en la vida es algo así como “más mamarrachadas a mí, nunca tengo suficientes”. Y, si somos sinceros, ese debería ser el lema de todos en la vida. Aun así, confieso que tenía mis dudas con Shadowhunters. Por razones que no alcanzo a comprender (en serio, si he sido completamente el público objetivo), nunca he leído los libros, así que no tenía esa impaciencia y casi obligación de verla que en su momento tuve con Game of Thrones (y sí, soy perfectamente consciente de las distancias y diferencias. Aunque tampoco os mentiría si dijera que ciertas cosas de Game of Thrones me resultan bastante menos entretenidas que Shadowhunters). Y, al mismo tiempo, con lo que me gustan a mí las mamarrachadas y las series adolescentes, tengo siempre mis dudas con las de tinte un poco sobrenatural. Otro de esos casos del “no eres tú, soy yo” seriéfilo que tanto nos definen a todos.

Pero bueno, el caso es que hace poco se me acabó Lost Girl y, con ella, mi ración habitual de mamarrachismo sobrenatural. Y además le había echado un vistazo al piloto de The Magicians y, siendo muy distinta (y siendo yo consciente de ello, repito, soy muy consciente de las distancias y diferencias entre series, leches. Pero en mi corazón hay espacio suficiente para todas), me había hecho ilusionarme un poco por el género sobrenatural. Y así es como decidí que bueno, que no perdía nada por intentarlo con Shadowhunters. Al fin y al cabo, ABC Family (o venga, si os empeñáis, y muy a regañadientes, diré Freeform) is my jam.

Y me vi el piloto con cero expectativas. Solo por probar. Y fue todo lo malo que esperaba que fuera, y peor. De la mejor manera posible, por supuesto, a ver qué os vais a creer. Es decir, entraba un poco en eso de que es tan malo que es bueno (y se quedaba un poco al borde del “es tan malo que ha pasado de bueno y vuelve a ser malo”). Y, con la tontería, la añadí a mi lista de series semanales. Y la he ido viendo religiosamente y, poquito a poco, me he dado cuenta de que cada vez la veo más tarde (en mi forma de ver series, eso es bueno. Siempre veo de lo que menos me interesa a lo que más, como la gente de bien). Porque una cosa os voy a decir, Shadowhunters es la mejor y más maravillosa mamarrachada imprescindible que no estáis viendo.

Me lo paso estupendamente en todos los episodios. En lo malo, sí, con todas las mamarrachadas que van ocurriendo y que se les ocurren a los guionistas, pero también voy interesándome más por los personajes y lo que les ocurre. Si es que les estoy cogiendo cariño y todo. Es decir, estoy llegando a un punto en que hasta me meto en la historia y quiero abrazarlos, o partirles la cara desde el cariño. Vamos, que me involucro mucho en la serie, que al fin y al cabo es todo lo que podemos pedir. O lo mejor que podemos pedir.

Pero que eso no nos deje olvidarnos de lo importante. Clary. Oh, Clary. Quién quiere a Emily cuando podemos tomar lecciones de interpretación de ese genio interpretativo que es Clary, la muchacha capaz de ser completamente inexpresiva y sobreactuar de forma extrema en una misma palabra. Arte, puro arte. En serio, a la chica solo podemos aplaudirle porque es tan mala que es lo mejor que podría haberle pasado a la serie. Porque es ese chiste recurrente que hace que todo mejore, que nos hace reírnos todas las semanas y que ahora no cambiaríamos por nada. Es así de maravillosa.

Algo que los guionistas saben y se esfuerzan mucho también por reforzar a través de unos diálogos que son verdaderas obras de arte. Es decir, recordemos que hace unas semanas decidió preguntarle a Luke si era su padre. Historia de la televisión, os lo digo desde ya. Historia de la televisión.

Pero bueno, una vez entendemos la genialidad tan absoluta de Pelopintado, vamos con LA razón para ver la serie. Y esa razón se llama Malec. Magnus tonteando con Alec constantemente, y Alec poniendo carita de cachorrillo cada vez que está con Magnus. Y química, química por un tubo (desde luego, mucha más que entre Pelopintado y Jace, claro). Y, por supuesto, no está de más decir que qué bueno está Matthew Daddario. Más, please. De verdad, mi principal conclusión con esta serie es que a saber qué les ponen en el agua a los Daddario, porque vaya genes. Y que, ya que estamos, si el universo decide ser bueno con nosotros y tenemos una segunda temporada de esta maravilla, necesitamos que se centre completamente en Malec. Manteniendo al genio interpretativo de Pelopintado de alguna manera siempre presente en la serie, eso sí.

Y digo estas dos razones principales, pero de verdad que en general todo lo demás también me está ganando. Poquito a poco. Empecé odiando a Simon, el amigo random que empezó claramente en el papel de amigo random, pero que poco a poco va comprando trocitos de personalidad. Y hasta me parece maravilloso cuando se enfrenta a Jace y su habitual existencia como ser encantado de conocerse.

Y, por supuesto que adoro a Isabelle. Isabelle, esa muchacha que se asegura de que todo el mundo se fije en lo verdaderamente importante a través de los mejores escotes que nos ha dado jamás la televisión. Y que necesita asegurarse de que la atención se encuentre fijada donde debe y vaya a ser que todo sea muy sutil, se pone un tatuaje en las tetas. Because of course. E Isabelle, que es amor y mola la vida. Y que se sacrifica por su hermano porque es amor. Y, porque, sobre todo, es tan shipper de Malec como todos nosotros.

Vamos, que Shadowhunters es mala, pero es tan mala que es maravillosa. Vosotros, queridos habitantes del Reino, adoradores de todas las cosas mamarrachas, deberíais darle la oportunidad que se merece. Shadowhunters es lo mejor de la vida, y lo único que podría mejorarla es un crossover con las mentirosas. Y ahora que sabemos que tendremos segunda temporada, podemos verla con la tranquilidad de saber que tenemos mamarrachismo para rato.