A FAVOR
Este mes se nos ha terminado la sexta temporada de la mejor serie de abogados de la actualidad, y lo hacía como lo hace una ficción que ya se ha convertido en algo grande: con grandes dosis de polémica. Entre mejores y peores capítulos, muchos de los fans consideran que esta última temporada no ha estado a la altura, y que las tramas han ido peligrosamente hacia el abismo de “ninguna parte”. En algunas cosas se puede estar de acuerdo o no, pero he tenido que leer cosas como que The Good Wife “se ha reído de sus espectadores”. Y yo, señores, por ahí no paso.
¿Que la sexta temporada ha sido más floja que la quinta? Sí, en eso estamos de acuerdo.
¿Que algunas tramas se han alargado y han perdido intensidad? Pues mira, también. Hay que reconocer las cosas.
¿Que los King hacen lo que quieren y nosotros damos palmas con sus ocurrencias? Sí, son unos genios.
¿Que la serie ha mantenido un nivel alto -mucho- de calidad? Eso es innegable.
¿Que Alicia Florrick es la boss del mundo seriéfilo y digna aspirante a dominar el universo? Que me aspen si no es así.
Esta temporada se nos presentaba con un importante frente abierto: la trama política de Alicia. Han tardado toda una temporada en sumergirnos en las idas y venidas de la crudeza de este mundo, que a nuestra protagonista se le quedaba grande por todos los lados. La Florrick ha ido ganando poder, sabiduría y mala leche con el paso de las temporadas, pero ella sigue siendo una abogada, y la carrera política siempre ha quedado lejos de su alcance. Al final, todo queda en “nada”, y tras ser forzada a abandonar su posición, Alicia vuelve a lo que mejor sabe hacer: patear culos desde despachos y juzgados.
Una de las críticas más recurrentes de esta temporada ha sido precisamente que todo el arco argumental político terminara de esta forma, como si nunca hubiera ocurrido. Lo que muchos parecen no tener en cuenta es la evolución que Alicia Florrick ha sufrido en todo este proceso: la escena en la que reconocía frente a los medios que se retiraba, revolcándose en su propio barro con Peter mirando, daba un giro de 180 grados a la situación con la que comenzábamos la serie, y cerraba un círculo perfecto del ascenso y la caída de una celebridad a causa de la opinión pública. Porque reconozcámosolo: Alicia se ha vuelto una mujer poderosa, que quiere poder, y además le gusta. Sin toda esta trama no tendría sentido ese personaje al que ya todo le va a dar igual, que va a luchar por lo quiere, como quiere.
El punto fuerte, y la culminación de este viaje de la heroína por el mundo político ha sido la propuesta de Peter a la presidencia del país. Y es que Alicia se niega por el bien de su familia, pero ¿acaso no pensamos que lo hace por envidia? ¿No es ella la mujer que cree merecer mucho más que el señor que le fue infiel? Porque nuestra abogada favorita puede pecar de muchas cosas, pero está lejos de ser un personaje simple y predecible. Ya lo decían los lemas promocionales de la tercera temporada: “no dejes que el nombre [de la serie] te engañe”.
Mención aparte merece el episodio que se desarrolla por completo en la mente de la protagonista: pocas series -ninguna?- en la actualidad se atreven a hacer algo así en una network. Y aquí esta el quid de la cuestión, y la grandeza de The Good Wife. Desde hace ya un par de temporadas, somos conscientes de que los King manejan los hilos como quieren, y que su serie tiene un poder tremendo. La ficción va a terminar cuando ellos quieran (con casi total seguridad en la séptima temporada), y no cuando CBS lo determine. Estamos ante el matrimonio más inteligente de la ficción televisiva estadounidense, que ya hace lo que le apetece, pues sabe que los espectadores les van a perdonar cualquier pequeño bache en el camino.
Pero bueno, no todo The Good Wife es Alicia. Todas las tramas han servido para demostrarnos que la serie sigue siendo una de las ficciones más actuales del panorama televisivo, tocando temas controvertidos, complicados, complejos y dando un discurso nada simplista al respecto. Muchas veces sale más airosa que otras (recordemos el chirriante capítulo de Venezuela), pero esta temporada se han coronado con Diane y su conflicto demócrata-republicano.
Kalinda ha sido otro de los personajes importantes, con un Bishop (algo pesadete) más activo que nunca. La ambigüedad de ella y la trama han probado una cosa: en The Good Wife todo, absolutamente todo, deja poso. Nada ocurre por casualidad, y los acontecimientos son los que posicionan a los personajes en su sitio, y no al revés. Cary ha llevado un importante peso emocional en esta trama, y se ha convertido en un gran personaje. Errores aparte, la relación de éstos dos ha tenido el final que merecía: son complejos, duros y emocionalmente ambiguos.
No podemos caer en el error de encumbrar la sexta temporada de The Good Wife como la cima de calidad de la serie pues, a todas luces, no ha sido así. Pero no voy a negar la gran calidad que mantiene y ha mantenido durante todas estas temporadas, con una evolución lejos de toda duda, probando que en las network también se pueden hacer series dignas de las galas de premios (y no hablamos de los Teen o los People Choice). Julianna Margulies es una bestia interpretativa, que puede con todo y con todo se atreve, pero ninguno de sus compañeros se queda atrás. La sexta ha sido una buena temporada, que quizás se ha visto algo afectada por el sobresaliente nivel que mantuvo la quinta, y que demuestra el buen estado de salud de The Good Wife, encumbrada ya con pleno derecho como una de las mejores series al otro lado del charco.
PD: Sí, Julianna y Archie Panjabi no se pueden ni ver, ni en croma ni en decorado ni nada. Pero, ¿y lo que nos hemos reído, qué? No se lo tengamos en cuenta, que el mundo de la tele es lo que tiene (¿alguien dijo Shonda?).
Ricardo Lampérez
EN CONTRA
Nadie pone en duda que The Good Wife haya tenido temporadas estupendas y unos grandísimos personajes a lo largo de todo el tiempo que lleva con nosotros. Sin ser precisamente la mayor fan de Alicia, siempre la he defendido como personaje. Y la serie en sí nos ha sabido tener en tensión temporada sí y temporada también, con buenos casos y tramas serializadas perfectamente llevadas, o más o menos. Aun así, y por mucho que a algunos les duela, The Good Wife no es infalible, como perfectamente nos ha demostrado esta temporada.
Y que ha quedado demostrado ya prácticamente desde el principio. Porque dedicaron buena parte de la temporada pasada a plantear el tema del nuevo bufete, a anticipar lo que estaba por venir. Para a continuación olvidarse completamente de esta trama y abrir otra nueva. Esto no es algo nuevo para The Good Wife, de hecho es algo que siempre ha estado ahí. Se lo pasa muy bien planteando tramas, pero luego se aburre y dedica su atención a preparar otras nuevas, sin acabar de utilizar del todo lo que estaba preparando. Lo que pasa es que hasta ahora esas otras tramas merecían la pena por sí mismas. En esta temporada, simplemente abandona una trama por pegar el salto a otra tremendamente fallida.
Así, aquí decidieron abandonar esa trama que habían planteado por centrarnos en la carrera política de Alicia. Una trama que, por sí misma, no tiene por qué estar mal. Hay historia ahí para rato, hay mucho que aprovechar. Pero tal como la han llevado esta temporada, quedaba como una trama suelta, aislada de todo lo demás (y que de paso hacía que todo lo demás pareciera aislado también), llevada de una forma a la vez demasiado superficial y con un peso demasiado elevado. Es cierto que la resolución, el momento en el que ha dejado a Alicia, es interesante y un lugar que merece la pena explorar. Pero no hace que justifique todo el resto de una trama fallida y falta de ritmo, que se ve más bien como una grandísima oportunidad desaprovechada.
No ayuda la existencia de ese «triángulo amoroso» tan artificial de Alicia. Sé que hay mucha gente entusiasmada con la existencia de Finn Polmar, pero a mí nunca ha acabado de funcionarme. Desde su introducción, escrito como un personaje que es más una circunstancia que un personaje en sí, hasta el intentar vendernos una conexión con Alicia que resulta tremendamente chirriante dada la falta de química entre ambos. El único momento en que Finn Polmar demuestra ser un personaje a veces salvable es cuando su trama se encuentra totalmente desconectada de la de Alicia, cuando está haciendo su trabajo. Y esos momentos son los menos. En cuanto a la tercera esquina del «triángulo», menos fallida ha sido su dinámica con su jefe de campaña, pero menos fallida no quiere decir acertada.
De todos modos, el único problema de la temporada no ha sido Alicia. La trama de Cary resultó muy interesante en ciertos momentos, viendo al personaje ir hundiéndose poco a poco. Y podría haber acabado siendo interesante (aunque igualmente se habrían pasado estirándola, seamos sinceros) de no ser por la resolución tan chapucera que decidieron darle. Cuando en un solo episodio básicamente repitieron las tácticas que ya habíamos visto antes, reduciendo el peso emocional y la trama de todos los episodios anteriores y dándonos un episodio de cierre que solo puede considerarse tremendamente torpe y mal escrito. Siendo generosos.
Cary tampoco se salva en su relación con Kalinda, que ha ido perdiendo a pasos agigantados. Donde hace un tiempo hubo mucha química, para mitad de la temporada ya no quedaba nada. Y ojalá la cosa se hubiera quedado ahí. El problema es que esa relación, esos intentos de Cary de actuar como gran defensor de Kalinda, iban totalmente en contra del personaje en momentos de grandísima estupidez que nos hacen hasta plantearnos cómo leches se las apañó para sacarse la carrera.
En cualquier caso, Kalinda ha sido un centro de problemas desde hace tiempo. No, por mucho que intentemos convencernos, el hecho de que la Margulies y Archie Panjabi no compartan escena desde hace tiempo no es algo que pase desapercibido, ni tampoco algo que hayan sabido llevar demasiado bien. Los rodeos, volteretas y saltos mortales que tenían que dar a veces resultaban tremendamente absurdos, pero sobre todo han hecho que, al no acabar con la amistad de ambos personajes realmente en pantalla y hacer como si siguiera estando ahí pero no, tomaran al público por idiota. Y cuando al final vemos la reacción de Alicia a la marcha de Kalinda, es un momento que no se han ganado, que no tiene ningún efecto. Porque esa relación ya no está ahí y la reacción de Alicia no es una reacción que se haya ganado. Y mejor no hablemos de esa famosa escena en la season finale. Cuando necesitas marcarte un Orphan Black (pero que deja más claro que nunca que Tatiana Maslany es de otro planeta y que los canadienses saben cómo hacer estas cosas mucho mejor que los King) porque tus actrices deciden comportarse como crías en vez de hacer su trabajo, igual es que hace tiempo que habría sido hora de llamar a Shonda Rhimes para que las coja de los pelos y ponga orden.
Esta temporada ha sido, simplemente, una temporada escrita y llevada de forma muy torpe. Una temporada que ha fallado a sus espectadores, pero también a sus personajes, a su propio universo y a sí misma. Una temporada que ha decidido dar su punto de vista en temas importantes y de actualidad de una forma que nunca había parecido tan torpe. Porque esa es la mejor manera de describir esta temporada: torpe, tremendamente torpe. Y si fuera cualquier otra serie, hace mucho que habríamos empezado a llamarle la atención por eso. Pero parece ser que la mayoría ha decidido permitirle a The Good Wife pegarse unos tropiezos que a otras no.
Cristina Garde
Desde la distancia te decimos que el camino merece la pena, así que hazte con la serie, échate una copa de vino y disfruta de las 6 temporadas lenta y dolorosamente.
Si te ha gustado seguro que te interesa:
[…] A favor/ En contra: la sexta temporada de The Good Wife […]
Del tema de Kalinda me chirria bastante la desaparición de su amante&poli, y también el personaje de Robyn que se esfumó igual que el bufete aquel que montaron Alicia y Cary.
A veces a los guionistas se les ha ido la olla, pero que lo hagas en una serie como esta se perdona.